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Ama de casa, nomás

Por Leticia Oraisón de Turpín

Orientadora Familiar 

Cuando hay que llenar en un formulario el casillero de “ocupación” cuántas santas mujeres se encogen y se amilanan por tener que llenarlo con el consabido “ama de casa”, como si esta noble ocupación las degradara y disminuyera en su personalidad.

Lástima grande que ésta ocupación definitoria de algo tan rico y proyectante sea ocasión de vergüenza o desvalorización.

La palabra “ama” según el diccionario es “señora” “dueña” “propietaria” “patrona”, define el rol y lugar dentro de la casa, “ama” es la jerarquía que por excelencia  ha tenido históricamente la mujer en el hogar. Todo se centra y concentra allí, en el “ama”, la jefa, la mandamás, que debe ser reverenciada y respetada en su función.

Pocas son ya las privilegiadas que pueden cumplir en tiempo completo este rol, ya que ahora, la mayoría de las mujeres trabajan afuera (y no está mal que así sea) y esta circunstancia de vida hace que no puedan cumplir con todas sus funciones en casa y tengan que delegar en “sustitutos” que jamás podrán suplantarlas acertada y cabalmente.

Por ese motivo  las “amas de casa” se reservan siempre un lugar, un espacio y un tiempo para complementar aquello que  ya fue encargado a otros (que jamás podrán “acabar en perfección” como lo harían ellas).

Hace años ser “ama de casa” significaba orgullo y tenía prestigio, hoy lamentablemente  tienden a descalificarse por modas de conceptos tan débiles como incompletos,  que hablan de  la “realización de la mujer” como si ese anhelo solo se pudiera alcanzar lejos de la casa.

La tarea de la esposa y madre es casi indelegable, porque es el núcleo que aglutina, da forma y perfila la familia. Su tarea trasciende las labores domésticas, que aunque importantes,  no se equiparan a la de educadora, consejera, administradora, guía y sostén afectiva  y espiritual de toda la familia.

La mujer,  por destacada y prestigiosa que sea en el ámbito laboral, jamás podrá delegar totalmente su rol en el hogar. Podrá y de hecho debe ser, apoyada por su compañero, en una equitativa distribución de responsabilidades y tareas, pero siempre será el “ama de casa”, siempre será quién lleve el timón y oriente a toda su pequeña comunidad familiar.

Rescatemos el término y respetemos su función, que no es pequeña ni insustancial, sino  por el contrario, es valiosa e insustituible en lo más nuclear de las vivencias familiares.

Dichosas las mujeres que pueden cumplir con su labor familiar  a tiempo completo (full time) porque de ellas dependen las vidas y el futuro de los que las rodean y porque ellas tienen así el privilegio y el placer de disfrutarlo en la medida y con la intensidad que le dedican.

Hasta el próximo martes. 

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