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/Ellitoral.com.ar/ Deportes

El regreso a Boca marcó el final de su carrera como jugador

El segundo ciclo en el equipo xeneize arrancó en 1995. Apenas mostró pinceladas de su talento. Su último partido oficial fue el 25 de octubre de 1997, el rival fue  River y en el entretiempo fue reemplazado por Juan Román Riquelme. 
Despedida. Con Boca fue campeón en 1981, y regresó 14 años más tarde para ponerle punto final a su carrera profesional como jugador.

Las llegadas y las despedidas suelen marcar las diferencias en todos los órdenes: de aquel recibimiento festivo y espectacular el 7 de octubre de 1995 en La Bombonera, en el regreso de Diego Maradona al cobijo de la camiseta azul y oro (triunfo contra Colón por 1-0) al silencioso adiós en el entretiempo del partido contra River en el Monumental, el 25 de octubre de 1997.

Esa línea de dos años que une el paso final de Maradona por Boca (y por el fútbol como jugador) marcaba también el final de una carrera espectacular y llena de gloria que desde hacía varios años, tal vez desde finales de 1990, venía en declive y que, en apenas 30 partidos oficiales jugados con el xeneize en ese lapso, indicaba que todo lo que podía dar como jugador, ya lo había dado generosamente.

Tras la suspensión de 15 meses que cumplió por doping positivo en el Mundial de 1994, y con breves y poco estimulantes pasos como entrenador de Mandiyú y Racing Club, un fuerte aporte empresario externo -ya que las arcas de Boca no lo permitían- posibilitó que Diego regresara a Boca y que se reencontrara con Silvio Marzolini, el mismo DT con el cual ganó su único título en el fútbol argentino en 1981.

Hubo un partido en Corea del Sur contra el seleccionado local el 30 de septiembre para cumplir en parte con el aporte empresario (transmitido por América TV, por entonces de Eduardo Eurnekián) y para calentar motores, de cara al debut oficial, el 7 de octubre contra Colón, recién regresado a la Primera División tras 15 años en el ascenso.

Fue un partido duro contra el “Sabalero”, la tarde del recordado incidente con el ya fallecido Julio Toresani (“lo espero en Segurola y Habana”, en donde vivía Diego entonces, en el barrio porteño de Devoto), y un empate que solo rompió un cabezazo agónico de Darío Scotto, a un minuto del final. Fue 1-0 con poco para festejar, salvo el estremecedor recibimiento a Maradona.

A Boca se le escapó ese campeonato en las fechas finales, con muchos cambios en el club de la Ribera: Antonio Alegre y Carlos Heller perdieron las elecciones tras casi 10 años de gestión, comicios que ganó Mauricio Macri, quien inmediatamente contrató a Carlos Bilardo como DT.

Diego se opuso y amenazó con irse, pero al poco tiempo decidió quedarse y apoyar al entrenador con quien se había peleado en el Sevilla de España en 1993, y con quien había ganado el Mundial de México en 1986.

El Clausura 1996 encontró a un Maradona comprometido con el equipo y activo en los 13 partidos que jugó: Boca peleó el campeonato hasta el declive final que empezó en una polémica derrota ante Vélez por 5-1 en Liniers, el día que Javier Castrilli expulsó a Diego y el equipo xeneize se derrumbó en la cancha.

Hubo en ese torneo una seguidilla de penales malogrados por Maradona, entre errados y atajados, y un golazo conmovedor en la victoria por 2-0 a Belgrano en el minuto final: fue el 9 de junio, con un zurdazo tres dedos por arriba del arquero en el minuto final, y el llanto del “10” debajo del palco en donde también lloraba su familia, con una Bombonera en llamas.

Un espacio en blanco de 11 meses separó el regreso de Maradona a las canchas, en días tormentosos cuando las adicciones que le complicaban la vida empezaban a acorralarlo. Recién el 13 de julio de 1997 volvió a jugar un partido oficial, ya con Héctor Veira como DT: contra Racing en la Bombonera, un frío domingo por la noche, con una buena actuación en el triunfo por 3-2 ante la “Academia”.

El Apertura 97 lo vio salir a las canchas en 5 partidos, con sus dos goles póstumos en el fútbol profesional, contra Newell’s y contra Argentinos Juniors, partido en el que volvió a dar positivo de doping que nunca tuvo una resolución, porque el final estaba cerca.

El sábado 25 de octubre de 1997, en el estadio Monumental, Maradona jugó un opaco primer tiempo contra River, que se fue al descanso ganando por 1-0.

En el entretiempo, Veira dispuso el cambio que marcaría el final del más grande jugador de la historia: Diego era reemplazado por Juan Román Riquelme, en todo un final de época. Boca ganaba ese partido por 2-1, y un Maradona auténtico festejaba después con su sello desde el vestuario: “A River se le cayó la bombacha”.

Fue la última vez que, con los botines puestos y por los puntos, Maradona sentía como jugador “el perfume más lindo, el del pasto”.

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