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/Ellitoral.com.ar/ Opinión

¿Qué debemos esperar el domingo 14?

Por Alejandro Tullio (*)

Publicado en Infobae

Las elecciones nacionales son una de las pocas cosas que constituyen patrimonio común de argentinos y argentinas. Diseñadas para disputar poder, no se han registrado fraudes en los comicios celebrados desde 1983 a nivel nacional.

El domingo 14 volvemos a votar. Se mantienen vigentes los protocolos sanitarios, o sea, se debe seguir usando barbijo, mantener la distancia, ser cuidadosos.

Hay tres elementos que deberían incidir en la disminución de la percepción de un riesgo: el aumento del número de vacunados con ciclo completo o al menos con una dosis, la estabilidad a la baja de los contagios y la comprobación que no hubo ningún incremento de la transmisión de la enfermedad tras las Paso.

Organizar una elección nunca fue fácil y la realidad indica que, para hacerlas mas seguras para los ciudadanos y las agrupaciones políticas, la profesionalización de los cuadros que las administran, la innovación en los procedimientos y el control de los partidos políticos resultan fundamentales.

No hay que soslayar que se trata de una actividad que se desarrolla simultáneamente en todo nuestro territorio, donde funcionarán 101.457 mesas electorales en 17.092 locales de votación y donde están habilitados para votar 34.322.992 electores.

La nota se titula “¿qué debemos esperar?”, aunque debería titularse “¿qué pasa mientras esperamos?”.

Desde hace meses muchos aspectos de la realidad parecen estar condicionados por una actividad que comienza a las 8 de la mañana del 14 de noviembre y termina a las 6 de la tarde. Y a partir de allí, esperar los resultados.

A las 6 de la tarde cierran las puertas de los locales de votación. Las personas que estén en la fila para votar —dentro o fuera del local según la jurisdicción— tienen derecho a seguir votando, pero en la mayoría de los establecimientos, las mesas cierran a las seis.

Los presidentes de mesa, auxiliados por sus suplentes y controlados por los fiscales, proceden a contar los electores en el padrón, abrir las urnas, contar los sobres y comparar uno y otro número. Luego comienzan a abrir los sobres, verificar si son votos válidos y ordenarlos en pilas por agrupación política.

Una vez que están todos abiertos y apilados, se cuentan y suman los resultados que se consignan en tres documentos de contenido idéntico: el acta, que acompaña a las urnas y se entrega a la Justicia Electoral; los certificados, que son para las agrupaciones políticas presentes en el escrutinio de mesa; y los telegramas, que se remiten al Ministerio del Interior para el cómputo provisional de resultados y su difusión en la misma noche electoral.

Una vez que se entregan los telegramas a cada agente de Correo que está en los locales de votación, los mismos siguen dos caminos: en 11.000 locales se instalaron dispositivos para escanear, encriptar y transmitir digitalmente la imagen de los telegramas. En los poco más de 6.000 locales restantes —sin conexión electrónica— los telegramas son recogidos en las mesas y trasladados hasta más de 1.000 sucursales electorales digitales —que son oficinas de correo con la tecnología adecuada— desde donde se escanean.

Tanto desde los locales como de las sucursales digitales se transmiten en forma segura a los servidores del Correo y a partir de ese punto comienza la carga y el procesamiento de los datos recibidos.

Las imágenes con los resultados se envían electrónicamente a los digitadores que están ubicados tanto en la sede central de Correo en Barracas, como en Monte Grande (provincia de Buenos Aires), cada telegrama llega a dos operadores de carga tras una distribución aleatoria a los fines de comparar las dos cargas. Si coinciden pasan a la etapa de totalización y si hay una disparidad entre ambas cargas, se pasan a una mesa de revisión donde se verifica cual de las dos es errónea y se corrige.

Debe destacarse que desde que se escanean los telegramas —en el local de votación o en la sucursal de correo— ya no se usa más papel. Todo el proceso es digital, por lo tanto no se puede alterar sin que quede un rastro informático del intento de distorsión. Cada dato es trazable desde el escáner en un extremo del país hasta que se publica.

A medida que se cargan los telegramas se van sumando los resultados por agrupación y categoría y, cuando la autoridad electoral lo dispone, comienzan a difundirse.

Cada paso descripto es controlable. La fiscalización se garantiza dando acceso a las agrupaciones políticas a la totalidad de las actividades de logística, transmisión, carga y cómputo en tiempo real, ya que el control electoral comienza por los partidos. Fiscales en la mesa, fiscales donde se escanea, fiscales informáticos en las sedes de Correo que tienen información de la evolución de cada paso de los descriptos en el proceso de carga y cómputo. A mayor control, mayor legitimidad.

Esta descripción sorprende y asusta. Si nos ponemos a pensar en la cantidad de operaciones que acabo de describir, dudamos que nos enteremos del resultado hasta el día siguiente, como ocurrió en 2017 en Inglaterra o en 2020 en los Estados Unidos.

¿Tanto deberemos esperar? No. Las soluciones tecnológicas aplicadas a estos procesos permitieron que, en las Paso del 12 de septiembre, a las 21 horas estuvieran escrutados el 53 % de los resultados y a las 23 se superó el 90 %.

Pero el próximo 14 seguramente esperaremos menos aún. Tomando como ejemplo el distrito más grande del país, en las Paso hubo en los cuartos oscuros de la Provincia de Buenos Aires 28 listas, mientras que ahora habrá 6. O sea hubo que completar actas, certificados y telegramas con datos para cada categoría de 28 opciones diferentes en cada mesa y cargarlos en el centro de cómputos; el próximo domingo en la Provincia de Buenos Aires solo habrá 6 listas y 3 categorías. Esta circunstancia reduce el número de 84 a 18 la cantidad de casilleros a completar manualmente en la mesa y cargar en el sistema, lo que implica una reducción de un 80% en la cantidad de datos para escribir, digitar y computar.

Como dijimos, organizar una elección nunca fue fácil y hoy tampoco lo es. Pero la combinación de adecuada planificación, logística avanzada e innovación tecnológica, bajo control judicial y partidario permiten que el desempeño electoral, que no ha sido objeto de cuestionamiento fundado en estos 38 años ininterrumpidos de democracia, continúe siendo la forma más legitimada de decidir de los argentinos y argentinas.

* Abogado, especialista en administración electoral y 

analista político.

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