Darío Álvarez es un bioquímico correntino recibido en 2009 en la Universidad Nacional del Nordeste (Unne) en la Facultad de Ciencias Exactas. En 2010 viajó hacia Buenos Aires para hacer una residencia en Bioquímica Clínica en el Hospital Central Militar.
“En un principio quería volver a Curuzú Cuatiá terminada la residencia, quedarme un par de años más y volver a mi pueblo. El tiempo me fue llevando a incursionar más en esta profesión que me gusta y logré involucrarme más hasta que me quedé. La verdad es difícil volver, porque uno tiene una vida muy dinámica”, afirmó.
Su carrera continuó en Buenos Aires, tras tres años de residencia en bioquímica clínica.
En ese lugar adquirió experiencia, lo que lo llevó a que se convierta en jefe de residente. Desde ese momento comenzó a realizar su carrera en el Hospital Militar Central. En el 2015, comenzó a trabajar en el laboratorio del centro Rossi como jefe del área de virología y ese mismo año montó el área de biología molecular en el Hospital Militar donde también se realizaban diagnósticos moleculares de enfermedades como HIV, Hepatitis B y C y dengue.
“En el sector molecular en el 2015/2016 una de las consignas era hacer diagnósticos de los virus respiratorios. Seguí haciendo carrera en el privado, me empecé a especializar más en el área de virología e inmunología y en el hospital militar seguí trabajando en el área de biología molecular y hasta el año pasado, cuando se declaró la pandemia, afinamos toda el área molecular del Hospital Militar y justo a los meses en mayo se sumó un grupo de investigación que es la fundación Infant con un proyecto que era el plasma en pacientes convalecientes adultos y ese fue el punto de partida del ingreso de proyectos de vacunas”, afirmó Álvarez.