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El estilo de manejo, clave para gastar menos nafta

Un pie derecho “pesado” que se estampa contra el acelerador sin medir el régimen de giro del motor implica un aumento desmedido de combustible. En los tiempos que corren, el manejo parsimonioso es sinónimo de ahorro.
 

Por El Litoral

Sabado, 24 de julio de 2021 a las 01:00

Por José Luis Zampa

Un hidalgo conductor que diariamente sale a la calle con su vehículo para llevar a sus hijos a la escuela, llegar al trabajo y cumplir con actividades cotidianas enfrenta un complejo desafío económico en estos tiempos de precios en alza: ahorrar combustible en el tránsito citadino, el hábitat donde los automóviles impulsados por motores de combustión interna, literalmente, devoran nafta en cada acelerón.
Controlar el consumo de combustible es una misión bastante sencilla en viajes ruteros por cuanto se mantienen velocidades constantes por tramos extensos, pero todo cambia al ingresar a las grandes ciudades. Allí el ritmo del tránsito enrarece cualquier ecuación debido a que no se pueden mantener curvas de aceleración prolijas, dado que en cada frenada será necesario bajar cambios, frenar y volver a tomar impulso.


Cada vez que un auto, cualquiera sea el modelo, necesita frenar, bajar cambios y volver a acelerar, se produce un incremento en el consumo que se puede limitar mediante el estilo de manejo. El conductor que se desplace con espíritu allegro vivace, estirando aceleradas y elevando innecesariamente las revoluciones del motor, terminará gastando más combustible sin dudas.
La forma correcta de conducir no solo para evitar un mayor consumo, sino también para cuidar la mecánica de nuestro vehículo es encontrando el punto ideal donde el motor alcanza su régimen de funcionamiento más relajado en combinación con una marcha alta (cuarta o inclusive quinta) del sistema de transmisión.


Veamos: no es lo mismo desplazarse a 40 kilómetros por hora en tercera marcha con el motor girando a 2.300 revoluciones por minuto (RPM) que mantener la misma velocidad, pero con la caja de cambios engranada en cuarta marcha y el motor girando a 1.800 RPM. En el primer caso el consumo de combustible será elevado. En el segundo, contenido.


Cuando medimos el consumo instantáneo de combustible mediante un instrumento llamado vacuómetro (equipamiento que algunos vehículos de alta gama traen de serie) podremos evidenciar la gran diferencia entre el estilo de conducción pseudodeportivo, con el motor subido de vueltas, y la sana costumbre de circular con el motor más alivianado, por debajo de las 2.000 revoluciones.
En un experimento realizado a bordo de un todoterreno Toyota Land Cruiser con motor V6 de cuatro litros (lo que se dice un gigante tragón), a través del vacuómetro incorporado se pudo constatar que viajando en tercera marcha a 40 kilómetros por hora el vehículo consume entre 17 y 18 litros de nafta cada 100 kilómetros. Una enormidad sin dudas.


Pero todo cambia cuando al mismo SUV se le permite circular en cuarta marcha, lo que hace descender el régimen del giro del motor. En ese caso, el vacuómetro acusa un consumo de entre 11 y 12 litros de carburante cada 100 kilómetros, lo que representa una diferencia económica abismal a la hora de volver a la estación de servicio para un nuevo repostaje.


Esta experiencia se repite invariablemente en todos los automóviles con motor de combustión interna, lo que demuestra que la costumbre de conducir parsimoniosamente, tomando las distancias adecuadas de los vehículos circundantes, se traducirá en un menor consumo con el consiguiente ahorro de dinero.
En razón de que no todos los vehículos actuales vienen con el dispositivo llamado vacuómetro, hay que decir que basta con controlar el ritmo de funcionamiento de motor. Incluso en aquellos autos que no incorporen el tacómetro (o cuentarrevoluciones) en sus tableros, el conductor puede cuidar el régimen de giro del motor por el sonido.


La rumorosidad elevada, con tendencias agudas, indicará que la planta motriz se encuentra por encima de su ritmo ideal, por lo que será necesario subir un cambio (de tercera a cuarta o de cuarta a quinta, según el caso) para conservar la velocidad sin exigir innecesariamente a la mecánica.
El hábito del manejo tranquilo, sin pisotones al pedal de acelerador y sin frenadas bruscas, redundará en un ahorro sorprendente de combustible y alargará la vida útil del automóvil en tiempos donde la economía de una familia tipo no pasa por su mejor momento. Cuidar el auto y el consumo es cuidar el bolsillo propio, sin lugar a dudas.

¿Tanque lleno o vacío?

Reponer nafta en el surtidor es una tarea poco grata en los tiempos que corren. Se trata de un insumo esencial que por su costo representa erogaciones muchas veces comprometedoras, por lo que muchos conductores prefieren cargar lo justo y necesario para la actividad del día.
Sin embargo, conducir con el tanque semivacío o en reserva tiene desventajas muy marcadas que vale la pena conocer. Por empezar, depósito con poca nafta estará lleno de aire, con lo cual se generará un hábitat proclive a la evaporación.


La nafta es un líquido inflamable que al contacto con el aire se evapora, es decir que cuando menos combustible tenga nuestro tanque, menos rendirá su contenido por que se incrementará el proceso de evaporación. Es por eso que resulta conveniente mantener el depósito lleno e ir completándolo después de cada viaje, de modo que el desembolso no resulte exorbitante.


Otra ventaja de mantener el tanque lleno es que, al menos en los autos de 15 años hacia el presente, estaremos cuidando la bomba de combustible. Se trata de un dispositivo indispensable que en los automóviles actuales se encuentra dentro del tanque, donde se refrigera con la propia nafta circundante. Si hay poca nafta, la bomba no se refrigerará adecuadamente y podría arruinarse prematuramente.
Ergo, un tanque de combustible a tope prolongará la vida útil de la bomba de combustible, que no es una pieza precisamente barata. Todo lo contrario.

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