Por José Luis Zampa
Para los amantes de los autos nada mejor que salir a la ruta a devorar kilómetros, pero para disfrutar a pleno, primero, hay que adoptar recaudos relacionados con el mantenimiento y la prevención. Y si se trata de un vehículo de otros tiempos, con más razón, dado que los clásicos, por lo general, no funcionan todos los días y el estar parados los hace proclives a sufrir desperfectos producto de la falta de uso.
En el caso que abordamos se trata de un Torino de 1976 que fue previamente revisado para emprender un recorrido de aproximadamente 1000 kilómetros entre las provincias de Corrientes y Misiones, viaje para el cual se hicieron los siguientes preparativos: revisación de las condiciones mecánicas, detección de posibles fallas ocultas y una tirada rutera previa a lo largo de una distancia relativamente corta.
El recorrido de entrenamiento se llevó a cabo entre la capital correntina y la ciudad de Itatí, en una jornada que reunió a tres coupés Torino que fueron ejercitando sus mecánicas hasta la Basílica, donde los conductores hicieron bendecir los autos por el sacerdote local.
Al regresar, a la capital, el Torino 76 acusó un exceso consumo de combustible, ya que el piloto controló la recarga de nafta en el surtidor y comprobó que el auto había utilizado un 50 por ciento más de carburante de lo necesario.
Acto seguido, la coupé fue al mecánico de confianza, quien se encargó de ir detectando las posibles causas hasta encontrar un desperfecto en el distribuidor. Esta pieza del motor es fundamental para su funcionamiento y si algo no está como debe ser en su interior, una de las consecuencias es el aumento del consumo.
Es precisamente lo que ocurría en este caso, ya que se había trabado el pulmón o bomba de vacío (también conocido como avance), con lo cual el motor trabajaba atrasado. Es decir, recibía chispa para la ignición algunas décimas de segundo más tarde del momento ideal en que la mezcla de nafta y aire procedente del carburador ingresaba a cilindro.
Corregido este problema con el reemplazo de las piezas gastadas, incluidos platinos y condensador nuevos, el motor volvió a funcionar en su punto ideal. Vale señalar que el auto en cuestión tiene todos los componentes analógicos originales y hasta el momento su propietario decidió no realizar la modificación más común para estos motores, que es la incorporación del distribuidor electrónico.
Ya que el vehículo estaba en el taller, se controlaron los fluidos, desde el aceite depositado en el cárter hasta el refrigerante en el radiador, además de una repasada por los depósitos de líquido de frenos. También se corrigió el ralentí del carburador (un Ilasa Carter de dos bocas original de fábrica) a través del tornillo de entrada de aire y por precaución se reemplazaron las seis bujías, ennegrecidas por la combustión impura.
Por lo demás, después de un buen lavado y de chequear que los limpiaparabrisas estuvieran en correcto funcionamiento, el Torino estuvo listo para emprender una nueva aventura con primer destino en la ciudad misionera de Apóstoles, desde donde habría de seguir viaje por otras ciudades de la vecina provincia a fin de recoger experiencias y testimonios que serán volcados en esta página en próximas ediciones.
Una regla muy útil
Cuando se viaja en un automóvil antiguo a encuentros o certámenes de regularidad se deben adoptar todos los recaudos posibles, pero hay una regla que siempre que sea posible conviene cumplir para pasarla bien aún en caso de alguna contingencia mecánica. Esa regla es la de viajar en compañía de otros vehículos clásicos, ya que al desplazarse en caravana no sólo se incrementará la seguridad en ruta gracias a que el grupo se torna más visible, sino que cualquiera que padezca un problema que implique una parada no planificada podrá recibir ayuda de sus pares.
Entre aficionados al mundo clásico reina la camaradería y siempre habrá una correa, una bujía o una lámpara de repuesto para auxiliar al compañero de ruta, con lo cual el viaje se tornará llevadero aun en caso de que se presenten contratiempos. Es por es que la mejor manera de disfrutar de los clásicos es en compañía de otras personas que compartan la pasión por los fierros de otros tiempos.