Por José Luis Zampa
El Torino TS Coupé modelo 1976 recorrió más de 1.500 kilómetros. Varias rutas nacionales y provinciales, en el 10° Encuentro de Autos de la ciudad de Apóstoles, Misiones… Y ahí no terminó este periplo aventurero al volante de un automóvil histórico de los más icónicos de la industria nacional, ya que el derrotero se extendió hasta la antigua reducción jesuítica de San Ignacio Miní.
El viaje representó la consumación de un anhelo: devorar kilómetros con un Torino sin preparaciones especiales, solamente equipado con los elementos de confort que el vehículo traía de fábrica, para comprobar que a más de 40 años del momento en que salió de la línea de producción de IKA Renault (en Santa Isabel, Córdoba) el “Toro” nada tiene para envidiar a los automóviles de la actualidad.
La aventura se llevó a cabo con la tripulación ideal, integrada por esposo piloto, esposa navegante e hijos como tripulación complementaria, sorprendidos por la comodidad de las plazas traseras de la coupé, cuya habitabilidad puede compararse con el confort que ofrecen las camionetas SUV del mundo actual.
Lo cierto es que el auto se comportó de maravillas y certificó sus pergaminos de vehículo resistente, confiable y con nervio deportivo, ya que con su caja de solo cuatro marchas (la irrompible ZF alemana) nunca necesitó siquiera de un rebaje para sobrepasos o bien, llegadas las ondulaciones típicas de los caminos misioneros, trepadas en modo allegro vivace.
La presencia correntina en el encuentro de Apóstoles estuvo compuesta por tres ejemplares de Torino. Además de la TS 1976 conducida por quien esto escribe, se hicieron a la ruta una coupé TS 1972 realmente inmaculada y un coupé ZX de 1981, última generación del auto argentino concebido por Industrias Kaiser allá por 1966, con la participación del diseñador italiano Pininfarina y el campeón de Fórmula 1 Juan Manuel Fangio.
El mitin fierrero de Apóstoles tuvo más de 150 autos de todas las marcas y todas las épocas, desde exponentes de la era vintage como un bellísimo Ford A primera serie de 1927 hasta un Chevrolet Bel Air de 1957 en condiciones de originalidad sorprendente. No faltaron vehículos difíciles de ver en estos tiempos, como un Essex pick up de 1930 en sorprendentes condiciones estéticas, y ejemplares simpáticos como un muy creativo Citroën 3CV rat. Es decir, una modificación extrema del icónico modelo de origen francés que, sin embargo, no perdió su identidad.
Entre Chevy, Torino, Falcon y Dodge, además de algunos lindos Valiant y varias pick up Ford F100, Gladiator y Chevrolet, los presentes pudieron disfrutar de un evento con sabor a normalidad pese a la pandemia. Si bien hubo que guardar distancia y deambular con riguroso barbijo, los organizadores se encargaron de generar el clima de los cónclaves automotrices prepandemia, con el folclore de los motores más ruidosos “cantando” sus ronroneos y un stand con automobilia en que se pudieron conseguir insignias y recuerdos.
Después de un año y medio de paralización pandémica, fue una excelente oportunidad para desperezar los automóviles de otros tiempos que pudieron ponerse en movimiento por largos kilómetros, como fue el caso de los Torino correntinos. Uno de ellos incluso siguió viaje por ruta nacional Nº 14 hasta la intersección con la provincial N° 3 para llegar hasta la reducción jesuítica de San Ignacio.
Luego de la visita por las ruinas, el Torino y su tripulación siguieron viaje por la autovía 12 hasta Posadas, donde un descanso reparador permitió continuar el periplo en la jornada siguiente, ya con el GPS programado para llegar a la capital correntina. El objetivo se cumplió sin contratiempos, con muchas ganas de una nueva tenida rutera al volante de un auto, que sin lugar a dudas se identifica con las mejores costumbres argentinas.
¿Para qué sirve?
La gente que no suele participar de encuentros de automóviles antiguos suele hacerse esta pregunta: ¿Qué hacen todos esos locos mirando autos todo el tiempo, viajando tantos kilómetros en vehículos viejos? La respuesta se desdobla de la siguiente manera: la principal motivación pasa por una pasión inexplicable que se lleva en la sangre. Se dice que un amante de los autos nace programado para familiarizarse con ellos desde que tiene conciencia, por lo que consagra su vida a conocerlos, preservarlos y disfrutarlos. Pero hay una segunda razón estrechamente vinculada con la primera parte de la respuesta y es: los encuentros de autos sirven para aprender sobre ellos. Los aficionados concurren para ver de cerca los modelos más originales, a fin de tomar notas y fotos de los puntos más característicos que deberán respetarse a la hora de la restauración. ¿Dónde va aquella insignia? ¿De qué color era el tablero? ¿Con qué llantas venía la versión de lujo? Todas esas preguntas se pueden canalizar en estas cumbres fierreras donde el intercambio con otros apasionados se transforma en una enciclopedia a cielo abierto, en vivo y en directo.