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Autos usados: cómo comprarlos sin desfallecer en el intento

Siempre tentadores por sus precios acomodados, los autos de segunda mano representan la gran oportunidad de pasar a las cuatro ruedas sin gastar demasiado. Pero como todo lo que brilla es oro, aquí les presentamos trucos para elegir mejor.
 

Por El Litoral

Sabado, 28 de agosto de 2021 a las 01:04

Por José Luis Zampa

Autos usados, siempre tentadores por su precio, pero un desafío a la hora de elegir el indicado. En este informe veremos los detalles que deben necesariamente ser observados para evitar un engaño a la hora de comprar un vehículo de segunda mano, de modo que la operación resulte satisfactoria no solamente en el plano económico, sino también a posteriori, al momento de disfrutar de la nueva adquisición.
El gran misterio que todo automóvil usado oculta es su pasado. Difícilmente podamos saber qué hicieron de él sus dueños anteriores, con lo cual adquiere importancia estratégica el lenguaje silencioso con el que nuestros queridos fierros nos revelan indicios de altri tempi.
Los aspectos más relevantes a evaluar en la búsqueda de un buen usado son la carrocería, el interior y la mecánica. Todos ellos permitirán que, mediante una observación detallada, detectemos si vendedor al que hemos contactado oculta intenciones de timo.
Veamos: en el tópico referido a la carrocería es clave el encuadre general de cada pieza o paño como capot, guardabarros, puertas y paragolpes. La separación que existe entre ellas genera una “luz” de espacio que debemos vigilar en caso de que sea asimétrica. Si un capot aparece más separado del guardabarros en un extremo y demasiado aproximado en otro, tal variación desnudará una reparación realizada en un taller de chapa y pintura que puede haberse realizado por varios motivos entre los cuales un siniestro es la más grave.
Cuando enfrentamos ese detalle, lo mejor es solicitar al vendedor que abra el capot para revisar la zona conocida como vano motor. Allí deberemos observar los nervios y soportes internos que forman parte de la estructura interior de la carrocería. Los podemos reconocer porque están pintados con el mismo color del auto y lo que buscamos es que se encuentren con la apariencia original, sin dobladuras, sin signos de haber sido martillados o sometidos a soldaduras artesanales mediante equipos MIG, eléctricos o autógenos. De ser así, al haber sido reemplazada la soldadura de puntos original por “costuras” hechas a mano por un chapista, tendremos la prueba de que el vehículo sufrió un choque y será mejor seguir buscando nuevas opciones. 

Por dentro
En lo que respecta al interior, las pistas de que un auto usado fue camuflado con reparaciones brillantes pero de corto plazo, aparecen por doquier. Encastres plásticos fuera de lugar, zonas de contacto demasiado gastadas y lo más revelador: la textura del volante, el pomo de la palanca de cambios y las fundas de goma de los pedales de acelerador, freno y embrague.
Esos materiales de goma inyectada o plástico de poliuretano experimentan una transformación notoria en uso intensivo. Lo primero que pierde un volante es la textura antiadherente que todos los automóviles traen de fábrica, con lo cual un odómetro que acredite —por citar un ejemplo— 60.000 kilómetros recorridos en ocho años, será puesto en duda por un volante esmerilado por la sucesión de manos que han ido acariciando su circunferencia en distintas situaciones: bajo el sol, con transpiración o peor aún: con restos de materiales abrasivos procedentes de talleres mecánicos con escasos cuidados en la manipulación de zonas sensibles.
Los burletes de las puertas, las colizas barrevidrio, los estribos plásticos que recubren los zócalos, entre otras partes blandas, también forman parte de las áreas a revisar para estar seguros de que el usado de nuestro interés no representa un riesgo de desperfectos inesperados que harán realidad aquello de que lo barato sale caro.

Mecánica
El motor de un auto también proporciona información que podemos usar para elegirlo o descartarlo. Los humos (de cualquier color) indican mal funcionamiento en vehículos de inyección electrónica como los actuales, mientras que las vibraciones en exceso señalan la posibilidad de un siniestro mal reparado o, cuando menos, de la obsolescencia de las patas del impulsor.
Las fugas de aceite también representan una alarma, en razón de que un vehículo que ha sido cuidado con el mantenimiento sencillamente no pierde lubricante. A lo sumo, “transpira” por alguna junta que se puede reemplazar con facilidad.
Un truco que no falla para saber si el motor, aun entrado en kilómetros, tiene resto para tres o cuatro años sin grandes inconvenientes es desenvainar la varilla del medidor de aceite. Sin sacarla por completo, con el motor en marcha, habremos de observar si por el orificio de entrada de dicho adminículo emanan gases. Si esto sucede, estamos ante una clara señal de que cilindros gastados que están dejando escapar compresión.
Para finalizar dos sugerencias de cajón: en lo posible, antes de poner un céntimo por un vehículo usado, solicitar la opinión de un mecánico idóneo y un gestor experto. El vendedor que sea renuente a la intervención de ambos profesionales dará la pauta de que la operación puede desembocar en el desencanto del comprador y en ese caso lo más sano será abandonar la negociación.

¿Reventa o particular?

Las agencias de usados pululan por todas las grandes ciudades, con precios de ocasión y autos relucientes. 
Pero siempre que el comprador recurra a un negocio de reventa se encontrará con la gran disyuntiva de entregar su auto más viejo como parte de pago o esperar reunir el dinero. 
En el primer caso, la permuta será la oportunidad del revendedor para hacer una diferencia económica importante, ya que se calcula que las concesionarias toman unidades un 20 por ciento por debajo del valor de mercado y las venden a un 20 por ciento por encima de lo que pediría un particular que está vendiendo su vehículo en forma privada. 
De allí que muchos interesados prefieren negociar con los propios dueños, con quienes se puede no sólo conversar valores más convenientes sino dialogar sobre las condiciones generales del vehículo. Dicho de otro modo: si lo que impera en la decisión de comprar un usado es la comodidad del canje o la financiación, la opción será una agencia. En cambio, si tenemos paciencia y entrenamos los ojos para buscar una joya “nunca taxi”, lo mejor será acudir a un particular.

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