El asaltante nos trae voces vivas de la poesía argentina. Cada poeta nos acerca, además de poemas, su visión de la poesía.
Poética
a)
Después de hacer los primeros palotes con la escritura, supe que hay palabras que no están hechas para uno, como uno no está hecho para ciertas palabras, aun habiéndolas leído con entusiasmo en poetas que admiramos. Desde entonces, al decir de Emily Dickinson, ya no intento levantar palabras que no puedo sostener. Con los años, las variaciones en la escritura llegan, dejan su marca y pasan, como llegan y pasan las épocas. No es bueno ni es interesante copiarse a sí mismo, porque sólo se copian los resultados, y lo que más importa es el proceso que tiene una obra para llegar al resultado. Confío más en el sustantivo que en el adjetivo. Así es que, no sin cierta provocativa ingenuidad, escribo: vaca, nube, perro, caballo, sueño, invierno, pajarito. Y aún prefiero el verbo antes que el adjetivo. Lo pienso como lo expresó Bruno Schulz, “mi ideal es ‘madurar’ hacia la infancia”. La escritura de poesía es un boleto para residir en la infancia. Y a veces para viajar al presente.
b)
El comienzo de un poema nunca obedece a un plan. Ocurre. Y aunque ocurra de manera espontánea, la escritura comenzó mucho tiempo antes, con la sola “atención”. Esa primera tentativa puede contemplar una idea de poema, que tomará forma durante la escritura, gracias a la escritura. La manera es pensar el poema con el poema, a medida que se va escribiendo.
c)
Escribo en cualquier momento, en cualquier lugar, sobre cualquier soporte. A todo lo que escribo lo dejo descansar un tiempo prudente. El trabajo de poda y corrección es también una forma de escritura. A veces un poema sale hecho. Pero cada vez menos. Puede llevarme un tiempo, semanas, meses, años en algunos casos, hasta convencerme de que ya no hay nada más que pueda hacer por el poema. Soy un escritor lento. Y no es que haya escrito poco. Más bien lo contrario.
d)
Un poema se impone de muchas maneras. La primera, que a la materia escrita la sienta viva y tenga futuro de poema. Y, sobre todo, porque las palabras, algunas palabras, adquieren el sentido de realidad que necesita la poesía. Pero las palabras están desnudas frente a lo que llamamos realidad, que en poesía no siempre rima con verdad. El poema es otra forma de realidad.
e)
Escribir es remontar el río: ir contra la corriente, nadando, escribiendo. Es como si las palabras, en esas aguas, buscaran lo que pensamos y sentimos. Pero no tardamos en advertir que, en cada brazada, por necesidad y por deseo, en su esfuerzo, a expensas de lo que somos, las palabras comienzan a sentir y a pensar por sí mismas.
f)
La experiencia es una buena proveedora de percepciones, en estado de presencia o de memoria. Y percibir es pensar, elaborar las sensaciones que con avances y retroceso recorren un camino singular hacia el poema, para que el lenguaje haga lo suyo con el poema y el poema con el lenguaje. Siempre es deseable que algo se cierre en el poema, y que a la vez se abra a otra instancia que suele ser impredecible.
Juan Carlos Moisés
MUESTRARIO MÍNIMO
Palabras en juego
No tanto una reflexión
de la vida y la muerte,
más bien una flexión
entre la vida y la muerte.
*
Soy parte de la brisa del verano.
Siento que soy una partícula en suspensión,
ínfimo, apenas existente.
Estar así, ver pero no ser visto.
*
Estoy frente a una puerta cerrada.
Quiero abrirla. No puedo.
Vivir, soñar, hacer planes
delante de una puerta cerrada.
(después de leer a Kafka)
*
Entre la mirada y las cosas
viene a posar sus patas
la pequeña aparecida,
la garza de las lagunas.
Vivir de pequeñas apariciones.
Vivir de lo que vive
la garza en las lagunas.
*
Soy de poco adjetivar,
como la garza blanca,
como el otoño repentino
que en la luz esconde su trasluz.
*
Inflexión, succión: el paisaje
como víctima de la mirada.
Espesor, relevancia de algo
que una vez fue salvaje.
Lo dice el rosal,
se lo dice a la retama.
*
Nuestros hábitos son
los de ciertos animales.
Hay mezclado un poco de todo
al punto de no ver exactamente
la línea de separación.
Calma, clama, habla,
alguien te oirá.
*
Pensé que imaginar era mentir.
Pensé que decir la verdad era decir esta boca es mía.
Pensé que el cántaro secaba a la fuente.
Pensé que el mal era rival del bien.
(a Elvio Gandolfo)
*
Como una música en la noche,
como una mosca en el verano,
como el sol del mediodía,
o en todo caso, como los dados
un instante antes de detenerse.
Los favores de la naturaleza
He visto cómo entraron a tu cara todos los
animales que se espantaron de la mía.
Conejo ángel
Sumergido en el fondo de mi vida
un conejo ángel pugna por salir
él no está enfermo de palabras
como yo
y no solamente quiere
jugar y hacer piruetas fuera de mí
quiere deshacerse de mí
Las tortugas
Un hombre es un animal inquieto
hecho de agitación y movimiento
no es una tortuga
las tortugas llevan la rebelión
del lado de adentro
Las liebres
Las liebres corren delante de los galgos
nunca detrás no nunca detrás.
No saben hacerse humo
es evidente.
Salgo algunas
las que quedan para contarlo.
Una gallina
La vieja
arqueada hasta el suelo llevándose
una gallina muerta de la basura
la vieja yéndose con la gallina
bajo el brazo
la gallina tiesa los ojos de la vieja
contentos.
La verdad
La vaca parada
en el lomo del pajarito
me toma una fotografía
mientras miro al pajarito
que apenas resiste
el peso de la vaca,
como el actor que hace
de su personaje la verdad
y de la verdad
un lugar inestable.
Dylan Thomas
He peleado
no en una guerra
no contra una tal Pamela
o una fiel Caitlin, mi mujer
y una familia grande y pobre
ni contra el fantasma de la cerveza
ni siquiera contra mis propios poemas
—algo más fuerte me persiguió
durante toda la vida—
contra Dylan Thomas he peleado
y he perdido
Final de escena
Una liebre de marzo en el mes equivocado
y un conejo blanco olvidado en la galera.
Una pelea a muerte con palabras
y palabras que mueren con las botas puestas.
Una voz que habla sola antes de hablarnos
y una voz que no volverá a hablar.
Alguien que sale por última vez
de una habitación hecha para el amor
y alguien que mira callado una tierra desconocida.
Un amor no correspondido hasta que la muerte los separe
y dos pies caminando sin destino sobre las aguas.