Por Eduardo Ledesma
Versión gráfica: Belén Da Costa
En el episodio 34 de Eduardo Ledesma Pregunta, charlé con Carolina González. Militante feminista y defensora de los derechos humanos con una amplia trayectoria en la participación social y comunitaria. Formada en Filosofía y con diplomaturas en Género, Sexualidades y Derechos Humanos por la UNNE, UNCAUS y el Gobierno del Chaco, integra el Espacio de Memoria ex RI9, colabora con el Comité contra la Tortura y forma parte de la Comisión Organizadora del 38° Encuentro Plurinacional de Mujeres, Lesbianas, Travestis, Trans, Bisexuales, Intersexuales y No Binaries.
En este episodio hablamos sobre el significado de que el Encuentro Plurinacional se realice en Corrientes, los desafíos actuales del movimiento de mujeres y diversidades, la memoria, la organización colectiva y la lucha contra la violencia de género en un contexto de retrocesos sociales y políticos. Una conversación sobre feminismo, derechos humanos y el poder transformador de la militancia que no se rinde.
Si tuvieras que definirte más allá de la presentación, ¿quién es Caro González?
Creo que Caro González es, básicamente, una militante. Trato de ser coherente en mi vida, tengo un compromiso con los derechos humanos, con la lucha por la justicia, con colaborar para hacer una sociedad más justa, donde podamos vivir mejor todos y todas.
¿Y desde cuándo te viene esto, el mirar por el otro?
Creo que empezó en mi adolescencia, en la época de la primavera democrática. Tuve docentes que me inculcaron ese compromiso en la secundaria, y después en la universidad, durante el menemismo, cuando se estaban recortando derechos. Era una época difícil, y la militancia era pequeña, pero necesaria. Ahí empezó el camino orgánico, que con el tiempo se fue diversificando hasta llegar a los espacios feministas y de derechos humanos.
Estamos grabando esta entrevista en vísperas del Encuentro Plurinacional y en un contexto donde ya se registran más de 180 femicidios en Argentina. ¿Qué acciones podemos exigir o hacer para proteger a las víctimas?
Los últimos números hablan de un femicidio cada menos de 36 horas. Tenemos que comprometernos, cada uno desde el lugar que le toca. No dejarlo pasar. Esta semana fue terrible: un femicidio tras otro. Y tenemos que exigir. La responsabilidad es tanto social como estatal. Con un Estado ausente, la problemática se agrava. Este gobierno ha sido muy cruel con las mujeres, los niños, las personas mayores y con discapacidad. Cerró programas, quitó recursos y tiene un discurso muy violento hacia el feminismo.
¿Creés que esos discursos habilitan la violencia?
Sí. Grupos que fomentan el odio hacia las mujeres encuentran respaldo en esos discursos. Muchos de los que se presentan como “víctimas de madres que no dejan ver a sus hijos” tienen denuncias y perimetrales. Cuando el mensaje violento baja desde la máxima autoridad, se legitiman las conductas más crueles.
En Corrientes, ¿cuáles son los espacios que contienen a las mujeres víctimas de violencia?
Hay muy pocos. En Capital hay un solo refugio, una oficina jurídica y psicológica del Ministerio de Justicia y otra del Consejo de la Mujer. Pero eso es todo. Y en el interior, prácticamente nada. La Nación financió el refugio en su momento, pero ya no hay recursos nacionales.
¿Qué debería hacerse desde las instituciones?
Hay que aplicar la ley. Tenemos una ley provincial que prevé un equipo interdisciplinario —médica, abogada, psicóloga— en cada cabecera policial. Pero nunca se implementó. Entonces, cuando una mujer denuncia, tiene que peregrinar durante días para conseguir atención. La respuesta no es inmediata, y eso puede hacerla desistir. Además, necesitamos justicia con perspectiva de género y capacitación institucional. Hoy todo eso lo suplen las organizaciones sociales.Y todo esto tiene que llegar al interior provincial.
¿Por qué sigue siendo importante hablar de “femicidio” y no de “homicidio”?
Porque es un hecho político. Las matan por el hecho de ser mujeres. Nombrarlo así visibiliza la desigualdad estructural. No es lo mismo ser varón que ser mujer en esta sociedad. El término denuncia esa desigualdad. En el Código Penal es solo un agravante, pero nombrarlo es indispensable.
En todos estos años, ¿viste cambios profundos respecto a la cuestión de género?
Sí, decir que no sería no dimensionar lo que hemos avanzado. A fuerza de lucha colectiva logramos leyes, espacios de participación, visibilidad. Hoy podemos presentarnos como organizaciones feministas, hablar con fiscales, ser escuchadas. Falta cumplimiento, pero se avanzó. Y la sociedad también reconoce que es necesario.
Falta poco para el Encuentro Plurinacional. Contanos qué significa y cómo se está organizando.
Este año se hace en Corrientes, es la edición número 38. Es un espacio único en Latinoamérica, autogestivo, horizontal, sin partidos. Participan mujeres, lesbianas, trans, travestis, intersex, bisexuales, pueblos originarios, afrodescendientes. Nos juntamos tres días a debatir, a compartir experiencias y a fortalecer luchas.
¿Cuántas personas esperan?
Aproximadamente setenta mil, tal vez más. Hay veinte mil inscriptas que necesitan alojamiento gratuito, que históricamente se hace en escuelas.
¿Y el cronograma?
La apertura será el viernes 22 de noviembre al mediodía, en el anfiteatro Cocomarola. Habrá talleres durante el fin de semana, una marcha por los travesticidios el sábado y la marcha principal el domingo. El lunes se leen las conclusiones y se elige la próxima sede, por aplausos.
¿Por qué es tan valioso este espacio?
Porque ninguna mujer vuelve igual. Nos transforma. Nos hermana. Nos da ganas de seguir organizándonos. Lamentablemente, los medios no reflejan eso: muestran episodios aislados, pero no los talleres, las marchas, la potencia cultural y comunitaria que se genera.
¿Cómo es el movimiento de mujeres de Corrientes y qué cambios ves a partir de este Encuentro?
Ya se notan. En la comisión organizadora trabajamos mujeres de distintas generaciones y trayectorias. Hay chicas muy jóvenes, universitarias, de barrios, organizaciones. Nos estamos conociendo, articulando, fortaleciendo. Eso ya es un cambio.