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¡¡¡Valdesaso!!!

Ganó el oficialismo y Juan Pablo Valdés será el próximo gobernador de Corrientes a partir del 10 de diciembre. El triunfo puede calificarse como contundente. Gustavo Valdés, obviamente el artífice institucional y electoral de un nuevo mandato radical, el séptimo, ha consolidado su carácter de líder político del espacio. Los resultados mandarán a algunos a ocupar los escaños institucionales y a otros a la jubilación.

Lunes, 01 de septiembre de 2025 a las 04:43

“Para la vigencia de un verdadero orden democrático, el ordenamiento normativo cede su preminencia a los valores internalizados por la sociedad y por la élites”
Jorge Eduardo Simonetti, “Las zonas oscuras de
 la democracia”, ed. 2020

 

El triunfo de Vamos Corrientes fue contundente, mucho más de lo que preanunciaban las encuestas. Ganaron los Valdés, Juan Pablo como futuro gobernador y Gustavo cómo líder político indiscutido.
Finalmente, la maxiserie política correntina continuará por otra temporada (la séptima), protagonizada por dos familias, primero los Colombi y ahora los Valdés, y una insignia política, la Unión Cívica Radical.
Los correntinos, nuevamente, le renovaron el voto de confianza a una simbología política que marca una vigencia inédita en su continuidad, y que viene hegemonizando casi totalmente el tiempo que ha transcurrido del siglo XXI.
Tal como se intuía y también lo indicaban las encuestas, con el dedo, el apoyo y el prestigio de su hermano gobernador, Juan Pablo Valdés fue electo como el próximo primer mandatario de la Provincia de Corrientes, a partir del próximo 10 de diciembre.
El interrogante, en estos comicios, sólo se planteó en el ámbito aritmético. ¿Le alcanzaría al oficialismo para ganar en primera vuelta? ¡Y sí, vaya si le alcanzó! No tendremos que votar nuevamente el 21 de setiembre.
Ni la división de los radicales, menos aún los intentos de batir el propio récord de un cuarto mandato, ni la promesa de limpiar Corrientes de la mano de Cristina y tampoco el sosías del presidente Milei, fueron suficientes para arañar una segunda vuelta.

“La elección tuvo su histórico porcentaje de participación, y hay que festejarlo.  En los números no hubo sorpresas, con un margen mayor para el ganador.”


La secuela de los comicios no sólo es provincial. La paupérrima elección de La Libertad Avanza, seguramente tendrá su lectura nacional y, por qué no, sus consecuencias en las elecciones venideras.
La gente no compró los espejitos de colores que intentaron venderle, votó a seguro. Fueron por las “efectividades conducentes” y no por los castillos en el aire.
Salarios pagados con regularidad suiza, obras pequeñas y medianas muy importantes,  en salud, educación, cultura, caminos, tranquilidad en el ámbito público, fueron determinantes para la renovación de la confianza.
Sueldos públicos bajos, eso sí, a pesar de los continuos incrementos, que no alcanzan a compensar la inflación y, fundamentalmente, la baja capacidad de consumo en todo el país.
Además del desempeño positivo del gobernador Valdés, en las provincias de la Argentina, especialmente en las pequeñas y de economía subdesarrollada, los oficialismos juegan la carrera electoral con un gran viento de cola,
El gobierno no sólo dispone de muchos medios para hacer, directa o indirectamente, campaña electoral, cómo la publicidad oficial, las inauguraciones de obras, la cooptación de la mayoría de los medios periodísticos, sino que, además, en el caso de Corrientes tuvo la base de su propia buena gestión.
Y en estos veinticuatro años de radicalismo, que serán veintiocho, no todas fueron rosas, ni tampoco el clima interno e institucional estuvo exento de turbulencias y de rompimientos, que pusieron en riesgo hasta el propio resultado electoral.

“Se consolidó el liderazgo político de Gustavo Valdés, que seguramente le posibilitará jugar en las ligas mayores. Hoy, a nivel nacional, debe ser el dirigente radical de mayor predicamento”.


Todo comenzó en los albores del siglo XXI, cuando un Intendente de Mercedes, a caballo de la intervención federal, pudo superar recién en segunda vuelta a quién desde el encierro mostró su vigencia política, a pesar de las condicione adversas en las que tuvo que competir.
Impedido constitucionalmente para su reelección, con Ricardo Colombi comenzó una saga en la que el sillón de Ferré se convirtió en una especie de trono hereditario. Entre familiares más o menos cercanos, el saliente “elegía” a su sucesor.
Poco tiempo le llevó al mercedeño darse cuenta de que en política no hay amigos ni parientes, debió competir en 2009 contra su propio primo y otrora delfín, Arturo. Ganó y comenzó su segundo mandato, que fue la tercera temporada de la saga, que se alargaría con su reelección en 2013.
En 2017, el actual gobernador, Gustavo Valdés fue el señalado para sucederlo. Con una muñeca política de libro, supo Valdés tener una continuidad en la gestión gubernativa, con su repetición en 2021. Al mismo tiempo, no sólo las estructuras partidarias sino la mayor parte de la dirigencia, fue cooptada por el ituzaingueño. Se consolidaba el nuevo liderazgo.
En 2025, se repitió la situación de 2005 y 2017. Sin posibilidades de reelección, Gustavo se inclinó por su hermano Juan Pablo, para legarle la corona que dejaría vacante. Y, con el radicalismo en dos listas, la oficialista tuvo un triunfo contundente.

“Juan Pablo Valdés, de la mano de su hermano Gustavo, actual gobernador, se sentará en el sillón de Ferré a partir del 10 de diciembre próximo. Siete mandatos consecutivos y la convalidación de un liderazgo”.


Los seis mandatos consecutivos de un gobernador de signo radical, en sucesión familiar, abrieron la puerta a este séptimo, que indicarán 28 años consecutivos de un mismo partido en el poder.
 Todos fueron electos democráticamente, con mayor o menor cantidad de votos, pero, salvo en 2009, el poder en Corrientes nunca perdió una elección desde la reinstauración democrática. Tampoco éste fue el caso. Y, vale la pena señalarlo, los radicales formaron siempre obesas alianzas, fueron generosos en el reparto de candidaturas, pero jamás repartieron poder.
Hay que señalar algunas diferencias entre los comicios nacionales y los provinciales. En los niveles subnacionales, el estado tiene un gran peso sobre la sociedad civil, por lo que quiénes ocupan los sillones de mando juegan con el efecto “cancha inclinada” en su favor, y raramente pierden elecciones.
No es una falla de nuestra provincia, es la impronta del federalismo argentino. Se configura así: “un gobierno muy representativo pero con débil liberalización del debate público, una “hegemonía representativa”. Los gobernantes pueden ser muy responsivos, pero los ciudadanos tienen poca participación efectiva en el ejercicio del poder” (Jorge Eduardo Simonetti, “Las zonas oscuras de la Democracia”, pag. 125).
Finalmente, la radicalocracia sigue incrementando sus números, con dos familias que se repartieron el poder por siete mandatos consecutivos, que significarán veintiocho años continuos, y marcarán, sin dudas, una época en la Corrientes del siglo XXI.
Es cierto que hay que mejorar los sistemas electorales, pero es la gente la que dio su veredicto en las sucesivas instancias. Es la democracia, y tenemos que respetarla.

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