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Distinguir lo humano de lo artificial: nuevas herramientas para verificar textos

Por El Litoral

Miércoles, 24 de septiembre de 2025 a las 16:00

En 2025, el consumo de información atraviesa un momento bisagra. La irrupción de la inteligencia artificial generativa transformó la manera en que se producen noticias, se escriben ensayos académicos e incluso se redactan correos empresariales. El problema es que, junto con esta revolución, aparece un interrogante urgente: ¿cómo saber qué contenido fue escrito por una persona y cuál por un algoritmo?

La expansión de los contenidos sintéticos

Un informe de la consultora Gartner estima que, para 2026, el 80% de los textos publicados en internet tendrá algún grado de participación de IA. Esto no significa necesariamente manipulación o fraude, pero sí plantea un desafío de confianza. En el ámbito académico, por ejemplo, universidades de Estados Unidos y Europa ya reportan un crecimiento del 40% en el uso de generadores automáticos de ensayos entre estudiantes.

En paralelo, las campañas políticas y de desinformación encontraron un terreno fértil: desde publicaciones virales hasta artículos falsos diseñados para influir en la opinión pública.

Verificadores en primera línea

Ante este panorama, diversas startups y laboratorios de investigación comenzaron a desarrollar detectores que analizan la estructura del texto, la probabilidad estadística de las palabras y otros patrones sutiles que permiten identificar si un escrito proviene de una IA. Entre las opciones más buscadas por usuarios individuales y medios de comunicación se encuentran los servicios de AI detector free, que permiten acceder a pruebas iniciales sin costo, una manera accesible de comprobar la autenticidad de un documento.

Si bien no son infalibles —ya que la propia IA aprende a esquivar patrones de detección—, estas herramientas marcan un camino necesario para quienes deben resguardar la veracidad de lo que publican.

Un dilema ético y cultural

La discusión excede lo tecnológico. Para muchos, la inteligencia artificial representa una oportunidad de democratizar la creación de contenidos, mientras que otros la ven como una amenaza a la originalidad humana. El filósofo coreano Byung-Chul Han llegó a advertir que estamos entrando en una “sociedad de lo transparente”, donde cada expresión debe ser validada o certificada.

En América Latina, periodistas y docentes coinciden en que la clave no es demonizar la tecnología, sino aprender a convivir con ella, estableciendo criterios de uso responsable. Así como en el pasado se introdujeron verificadores de plagio o correctores ortográficos, hoy los detectores de IA parecen un paso lógico en la evolución del ecosistema digital.

¿Qué esperar a futuro?

La carrera es doble: mientras las inteligencias artificiales perfeccionan su capacidad de imitar el estilo humano, las herramientas de detección deben evolucionar al mismo ritmo. Expertos sugieren que el futuro inmediato será un escenario híbrido, en el que la validación humana y la tecnológica se complementen.

En definitiva, el desafío no radica solo en saber si un texto lo escribió una máquina o una persona, sino en preservar la confianza en un entorno informativo saturado. La pregunta de fondo es otra: ¿seguirá importando quién escribe, o lo relevante será únicamente la calidad y la utilidad de lo que se lee?

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