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/Ellitoral.com.ar/ Especiales

Julián Zini “con alma de profeta y oficio de juglar”

Nació en “El Centinela”, departamento Ituzaingó, en 1939. Sacerdote, poeta, autor y compositor. Integró los grupos de chamamé Los Hijos del Paiubre, Los de Imaguaré, entre otros. Publicó Camino al chamamé, El árbol de nuestra identidad, Memoria de la sangre, Ñandé Roga, La pura y limpia Mamá-Ama de Itatí, La Cruz Gil, Ñandé Rekó, Pueblo Arandú y Chamamé, un modo de ser.

Por Rodrigo Galarza

Especial para El Litoral

Amigos voy descubriendo, / a un Cristo de cuerpo entero, / Un Cristo tan compañero, / que anda llevando en la villa, / la misma vida sencilla, / del Cristo de los villeros…”, cantaba Zitto Segovia hace casi cuarenta años. Su presencia, siempre comprometida, daba voz a los pynandí (descalzos), como bien lo expresa en esta letra Rogelio Baruffaldi bajo los postulados de  la Teología de la liberación, aquella corriente nacida a fines de los sesenta que de tan auténticamente evangélica puso nerviosos no solo a los perros de la noche, sino también a ciertos sectores del Vaticano.

      Nuestro asaltante veraniego de hoy, Julián Zini, “el pai”, se comprometió a poner en práctica los evangelios en esa dirección. Desde muy joven aunó su prédica con la búsqueda de nuestras raíces ancestrales, esas muy presentes en la correntinidad pero que de algún modo necesitaban ser dichas, afirmadas en la belleza, y Julián lo hizo a través del chamamé en “versos que eran para decir, no para callar” tal como dice en una entrevista. Ese decirse de “imaguaré” (no en vano el génesis guaraní se abre con Fundamentos del lenguaje humano, esa “porción de divinidad” que Ñamandú participa a los hombres) no solo parte del mito, sino revé la historia sobre todo la que habla de postergaciones y ninguneos que ha sufrido y sufre el correntino de a pie. La voz poética de Zini se alza “con alma de profeta y oficio de juglar”. Profeta (Caraí en los guaraní) por lo dicho anteriormente: porque su mensaje se cifra en la apertura de los evangelios y juglar porque el vehículo expresivo de su mensaje se asienta en lo popular. 

     Sin duda, el poeta mercedeño (por adopción) conoce a fondo la tradición poética española. Maneja con destreza los recursos propios de la poesía oral. Dota a sus figuras de una sencillez que resulta efectiva por su ahonde en la emoción y reflexión: “Y me duele el alambrado / De la pobreza que avanza”, “Y sentí la ausencia como esa paloma / que en la quinta vieja llora soledad” (…) “Tutiá de ausencia y abrojito fresco / ganaron el patio barrido de sol / una madreselva, novia de los cercos / se trepó al olvido / floreciéndolo”. 

Quizá los dos elementos más significativos de sus letras y poemas sean su poder evocativo y el despertar del sentido de pertenencia. La vieja “buena nueva” que hace más de quinientos años cantó Jorge Manrique, la del hombre-tránsito: ser de tiempo y trascendencia, revive en las palabras de Zini (música de Sheridan/Gómez) con las que todos nos hemos conmovidos alguna vez: “Ahora somos ríos que son mientras se van / que siempre están de paso y mueren al llegar”.

¡Salud para el poeta! ¡Salud para su palabra-alma!

 

MUESTRARIO MÍNIMO

Nuestros sueños y la distancia

Soy un pájaro herido de nostalgia, la distancia me ha vuelto soñador. 

Llevo el alma sangrando despedidas y un camalote azul de corazón. 

No me pidas muchacha que me quede, 

si en el fondo sabés que no me voy

yo te amé, vos me amaste y los que se aman 

eternizan el tiempo del amor.

Por el río me voy, 

con la lluvia vendré 

a besarte los ojos hasta el amanecer. 

Quiero que al despertar, 

veas el mundo feliz 

que sonábamos juntos 

y que te prometí. 

Con el tiempo muchacha yo sé que entenderás 

y verás que es difícil pero hermoso este andar, 

con alma de profeta y oficio de juglar 

cantándole y diciéndole al pueblo su verdad. 

Ahora somos ríos que son mientras se van 

que siempre están de paso y mueren al llegar. 

Después, después seremos árbol, que arraiga y que se da, 

que es sombra, aroma y fruto y se abre a la amistad. 

Recién para ese entonces volveré a desandar

esta amarga distancia que me obligó a soñar, 

y yo sé que teniéndote a mi lado serás 

la mitad que le falta a mi propia verdad 

la mujer compañera la que me hace cantar. 

 

Niña del ñangapirí

Hoy anduve por el monte de mis años inocentes 

pellizcando la dulzura roja del ñangapirí. 

Y un noviembre de hace mucho se estrujó contra mis dientes

 y sangró un bello recuerdo, de mi tiempo cunumí. 

Yo era chico, todavía, gurisito cabezudo, 

que aprendió a robarle al monte su dulzor primaveral. 

Y una siesta entre zorzales, fui pombero corajudo 

cuando te cambié un puñado, por un beso, ¿te acordás? 

Yo me fui como los ríos sur debajo de la vida, 

vos quedaste en mi Corrientes y ya nunca más te vi. 

Hoy que vuelvo niño hombre con el alma dolorida, 

te recuerdo, emocionado, niña del ñangapirí. 

Y ojalá que un viento norte de esos vientos musiqueros 

que en la noche de mi pueblo, desparrama serenata y sapucay; 

lleve lejos, no sé adónde y te deje en tu ventana, 

esta flor de mi ternura, que nació por recordar.

 

Flores del alma 

Meto mi mano en mi pecho

Y en los bolsillos del alma

Busco y rebusco ese verso

Que no sangró en mis palabras…

Compadre, quiero arrancarme

De adentro de mis entrañas

El chamamé que te debo

Mezcla de grito y plegaria…

No sé por qué pero el viento

Que en tus rodillas hablaba

Me juega de vez en cuando

Como una mala pasada;

Y me envuelve como un poncho

De lana cruda y nostalgia

Y yo me siento con Michel

Cantor de tus madrugadas.

Musiquero que te fuiste

Por la senda azul del agua,

Corazón chamamecero

Que te volviste calandria

Aquí estamos tus amigos

Parados en la barranca,

Frente al remanso infinito,

Con estas flores del alma…

Después de haber compartido

Los sueños y las distancias,

Yo sigo andando los rumbos

De esta patria chica amada…

Y me duele el alambrado

De la pobreza que avanza,

Y el viento de la miseria

Con remolinos que endiablan…

Compadre, yo sé que el “Bocha”

Cuando pulsa la guitarra,

Y el “Quique” cuando se inclina,

Sobre el fuelle que te extraña,

Sueñan verte retornando

Con el mechón en la cara

En algunos de tus hijos

Chamameceros del alma.

Musiquero que te fuiste

Por la senda azul del agua,

Corazón chamamecero

Que te volviste calandria

Aquí estamos tus amigos

Parados en la barranca,

Frente al remanso infinito,

Con estas flores del alma.

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