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Recomiendan extremar los cuidados con los niños en las piletas

Los ahogamientos constituyen una de las primeras causas de muerte en niños de uno a cinco años, según datos de la Sociedad Argentina de Pediatría (SAP). La entidad elaboró un Consenso Nacional de Prevención del Ahogamiento, que advierte que con la primera bocanada de agua que traga el chico ya queda imposibilitado de gritar por auxilio. Por ello, la segunda recomendación consiste en que el cuidador evite ser presa de cualquier distracción, como mirar el celular, cebar mate, leer, etcétera. 

De cara al verano, inician las vacaciones y las colonias, la Sociedad Argentina de Pediatría (SAP) recomendó garantizar una vigilancia atenta y permanente de un adulto responsable, eliminar o tapar reservorios de agua como pozos, baldes, cisternas o barriles e instalar cercos perimetrales en las piletas. Consenso Nacional de Prevención del Ahogamiento elaborado por la SAP: 

Prevención del ahogamiento en aguas claras sin movimiento

Las “aguas claras sin movimiento” incluyen las piscinas (de todo tipo, dimensiones y ubicación), bañeras familiares para niños o adultos, “tanques australianos” y recipientes diversos donde pueda introducirse un niño. Para que la actividad acuática se pueda realizar y disfrutar con seguridad, la familia debe ser guiada e instruida:

• Incentivar la enseñanza de la natación 

• Explicar y publicitar los “factores de riesgo”.

• Evitar brusquedades o violencia, en todas sus formas, sobre todo en adolescentes.

• Jamás ingresar al agua en el período pos ingesta de alimentos. 

• Pedir auxilio ante la menor señal de riesgo o dificultad, en la forma más accesible. El método de “visión directa permanente” es el más efectivo y menos costoso. 

• Estar en condiciones físicas e intelectuales para socorrer.

• Nadar perfectamente y poder sumergirse sin equipo hasta el fondo máximo de una piscina (3-4 metros).

• La distancia al niño debe ser “largo del brazo”.

• Debe estar entrenado en reanimación cardiorrespiratoria (RCP) elemental.

Proporción segura entre número de cuidadores y niños:

• Lactantes: 1 a 1.

• De 1 a 2 años: 1 a 2.

• De 2 a 3 años: 1 a 3.

• Luego de los 4 años: de acuerdo al grado de aprendizaje de la natación que tengan los niños.

Casos que requieren una vigilancia especial en calidad o en número:

• Niños de cualquier edad que ya tuvieron un episodio de riesgo en la piscina.

• Niños que atraviesan cualquier tipo de estrés psicológico personal, familiar o comunitario.

• Niños con capacidades diferentes, aun en grado leve.

• Son más frecuentes los accidentes en varones (proporción de 3-1 a 4-1 respecto de las niñas). 

Las condiciones para una “pileta segura” constituyen, en la práctica, una de las normas menos observadas en nuestro país, tanto en clubes como en natatorios privados:

• Cerco perimetral completo de 1,30 m de alto como mínimo, enterizo o con barrotes verticales separados por una distancia máxima de 10 cm (jamás barrotes trasversales que faciliten el “efecto escalera”).

• El cerco debe tener una puerta única con un mecanismo de apertura-cierre no accionable por niños pequeños.

• No dejar mesas, sillas o reposeras próximas al cerco, que faciliten su escalamiento.

• Los “cobertores de piscina” de material rígido o flexible, manuales o automáticos, no excluyen en absoluto la presencia del cerco (se usan muy poco en nuestro país).

• Los bordes y el piso de la piscina deben ser de material antideslizante, para todos. 

Las escalinatas de acceso deben ser de poca pendiente y tener escalones anchos, rectos, con baranda al menos de un lado y piso antideslizante.

• Las piletas “inflables” o “desarmables” que no cuenten con cerco, deben ser siempre vaciadas totalmente luego de su uso diario.

• Los recipientes de “tipo piletón” (especialmente para menores de 2 años) como bañeras inflables, palanganas, baldes y tambores, deben permanecer siempre vacíos.

• Las bocas de succión de piletas medianas o grandes deben estar recubiertas por una rejilla de trama estrecha (deben impedir que entre la mano o el pie de un niño).

• Para uso nocturno, la piscina debe tener una iluminación aérea “a giorno”. Las luces en las paredes de la piscina jamás las reemplazan y requieren una instalación absolutamente hermética y eléctricamente segura.

Todo niño menor de 4 años, o que no nade con eficiencia, debe tener colocado el chaleco salvavidas en toda área cercana a la piscina. Para ser considerado eficiente, el chaleco debe mantener a flote al niño, con la cabeza fuera del agua, aun inconsciente. Si no cumple este requisito su utilidad es totalmente relativa. Se elige de acuerdo al peso y no a la edad (tanto en niños como en niñas) y, por lo tanto, requiere un cambio periódico. El modelo universalmente más aceptado posee las siguientes características:

• Material enterizo de alta flotabilidad.

• Formato de chaleco, con abertura anterior.

• Abertura anterior con 3 broches de seguridad, como mínimo.

• Correa inextensible que une la parte anterior con la posterior del chaleco, pasando por la ingle del niño y asegurada con broche de seguridad.

Todo otro tipo de flotador símil-salvavidas, y más aún si son inflables (brazaletes, colchonetas, cámaras de automóvil o animales), no ofrecen ninguna garantía y deben desecharse. Los salvavidas anulares clásicos de embarcaciones no tienen utilidad para los niños. No dejar juguetes u objetos atractivos que floten en la piscina, pues llaman la atención de los más pequeños, que no tienen “noción del peligro”. Jamás se debe nadar o simplemente introducirse en una piscina “en soledad”. Es inexcusable la presencia de los guardavidas o al menos de mayores responsables que sepan nadar.

Siempre debe tenerse un teléfono inalámbrico o celular con, en lo posible, al menos dos números de servicios médicos de emergencia. Ante la menor señal vocal, gestual o duda, el cuidador o el guardavida procederá a llegar rápidamente al niño y retirarlo del agua como primera medida. La evaluación, posibles causas y eventuales preguntas, se harán siempre después de sacar al bañista “dudoso” del agua. 

El cuidador no profesional debe recordar que no están permitidas las distracciones “mínimas” mientras se ejerce la “visión directa” de un niño en el agua: mensajes de texto, cebar mate, hojear un periódico, etc. Las superficies mojadas favorecen los resbalones y caídas, tanto descalzos como con ojotas de goma, más aún si en vez de caminar se corre o se salta.

Nunca empujar a otros niños que estuvieran sentados o parados al borde de la pileta, pues se los puede lesionar seriamente con el propio borde de la piscina o al caer sobre otros bañistas. La calidad del agua (más aun en piletas comunitarias) es esencial para la seguridad y la salud de los niños. 

La transparencia que garantiza la visión del niño y sus movimientos, depende de un mantenimiento adecuado y la contribución de la conducta de los bañistas.

El control bacteriológico debe ser realizado por un profesional idóneo (bioquímico o bacteriólogo), quien según los resultados que se van dando, determina cuál debe ser su periodicidad. Las piletas calefaccionadas (alrededor de 30 ºC) y sin luz solar (“cubiertas”) son las que tienen mayor riesgo de contaminación.

El uso de cloro o derivados como bactericida debe ser realizado por personal idóneo y supervisado por un profesional experto en el tema. 

El exceso de cloro para “asegurar” la antisepsia, trae diversos efectos colaterales no deseados:

• Con agua caliente se desprenden los vapores de cloro que quedan sobre la superficie del agua.

• El agua superclorada es agresiva para: el cabello; la piel; las mucosas ocular, nasal, faríngea y vulvar, y los tímpanos.

• Su ingestión involuntaria puede causar cólicos o diarrea leve de causa química.

El cloro se agrega siempre a la noche, al cerrar la piscina (privadas o comunitarias). Los nuevos antisépticos “no clorados” son de alto costo, pero sumamente eficaces y al parecer carentes de efectos colaterales. Su uso está poco extendido en nuestro país. 

Más información: 

www.sap.org.ar 

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