Todos necesitamos ser validados
Por Bernardo Stamateas
Colaboración Especial
“A mí, parece que siempre todo me sale mal”, me ha comentado mucha gente. Una de las razones por la que algunos no consiguen avanzar en la vida es porque les falta validación. ¿Qué sucedió con estas personas? Por lo general, crecieron en un hogar donde los adultos los descalificaron. Entonces, no recibieron fortaleza o firmeza de los suyos y no les fue transmitido el mensaje que todos deberíamos escuchar desde chicos: “Vos llevás en tu interior un potencial extraordinario que es ilimitado”.
Quien no ha sido validado desde los primeros años, tarde o temprano, experimentará conflictos con los demás. Probablemente sea alguien que viva peleando, maltratando y oponiéndose a todo el mundo. En el fondo, esa persona, mediante su accionar negativo, está expresando lo siguiente: “Quiero que me digas que valgo”.
Las siguientes tres acciones son formas prácticas de practicar la validación con otros:
A. Darles el rol de protagonistas
Esto significa permitir que los demás se expresen, lo cual incrementa su autoestima. Cuando dejamos que alguien sea protagonista, logramos tener una mayor conexión con él o ella. Hoy disfrutamos de gran conectividad y, aun así, la gente precisa que le brinden atención.
B. Mirarlos a los ojos
Mirar al otro a los ojos nos brinda la posibilidad de crear intimidad emocional, algo que también muchas personas piden como muestra de afecto. Hay gente que se siente invisible para los demás y procura la mirada ajena. A menudo, mediante acciones negativas.
C. Hallar las coincidencias
Descubrir qué tenemos en común con los demás es otra manera de validar. Esta actitud tiende un puente imaginario y nos acerca, en lugar de separarnos. Es altamente recomendable con nuestros seres queridos y con cualquiera que requiera afecto y contención.
¿Dónde nace nuestra necesidad de validación?
La baja estima es la raíz de esta necesidad. ¿Cómo te ves y te valoras a vos mismo, a vos misma? Esto determinará cuánto necesites que otros te validen. A las personas con baja estima se les dificulta reconocer sus fortalezas. Para poder cambiar esta situación, deberíamos comenzar por validarnos (honrarnos) a nosotros mismos. ¿Cómo?
Fundamentalmente, reconociendo nuestros puntos fuertes. Todos somos buenos en algo y podemos aportárselo al mundo. También teniendo presente que no tenemos que demostrarle nada a nadie. Únicamente deberíamos procurar superarnos a nosotros mismos cada día un poco más.
De este modo, nos quitamos al traje de Súper Hombre, o Súper Mujer, y no tenemos problema en mostrarnos vulnerables alguna vez. Recordá que, cuando uno es débil, se transforma en una persona más fuerte que sabe quién es y se ama a sí misma.
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