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/Ellitoral.com.ar/ Cultura

Los Alonsitos llenaron el Cocomarola de jóvenes y fueron ovacionados

La noche del viernes tuvo de todo y entre los que resaltaron se puede mencionar a Antonio Tarragó Ros, el homenaje a Félix Chávez y la excepcional presentación del Ballet Oficial de la Fiesta Nacional del Chamamé.

Verónica Echezárraga 

@veroechezarraga 

La Fiesta Nacional del Chamamé, que este año volvió a convocar a la nación chamamecera al pie del escenario Osvaldo Sosa Cordero, ingresó el viernes en la recta final y lo hizo con potencia, emotividad, diversión, risas y mucho baile. A diferencia de veladas anteriores, esta vez el anfiteatro Mario del Tránsito Cocomarola estuvo poblado en su mayoría por jóvenes, y eso es porque en la grilla figuraban Los Alonsitos, el grupo que, después del recientemente retirado Mario Bofill, tiene más llegada con las nuevas generaciones. La presencia de Félix Chávez y el homenaje a este ícono del género fue el momento más emotivo de la velada, mientras que Antonio Tarragó Ros volvió a conquistar al público con sus cualidades artísticas, pero sobre todo con su espontaneidad y humor. El Ballet Oficial impactó con una puesta en escena teatral, musical y de danzas que incluyó historia, un vestuario de excelencia y juegos de luces e imágenes de primer nivel.

Corrientes arde en muchos sentidos, primero porque las altas temperaturas superan durante el día la capacidad que tiene el cuerpo humano de soportar el calor. Segundo porque la naturaleza está siendo destruida por los incendios que avanzan de manera imparable sobre la flora y la fauna. Lo tercero que complica la situación es la falta de lluvias y un pronóstico poco alentador. Y el cuarto drama es el aumento irracional de la cantidad de positivos de covid y fallecidos en el Hospital de Campaña.

La situación es dramática y la cantidad de personas que la fiesta convoca noche a noche es cuestionada por muchos que entienden que podría ser un foco de contagios, aunque otros entienden que, al haber protocolos como carnet de vacunación, distanciamiento y uso de tapabocas, el problema no sería tal. Este último grupo además considera que la fiesta es necesaria para llevar alegría a los hogares, pero también para que los artistas que estuvieron dos años sin poder trabajar tengan la posibilidad de comenzar a recuperar (muy lentamente) sus economías.

En este contexto, se cumplió el viernes con el octavo sapucay chamamecero en el anfiteatro y el público fue distinto al de noches anteriores. Es que esta vez, los jóvenes volvieron a colmar el predio, mejor dicho, las zonas de atrás realizando allí sus reuniones sociales esperando a Los Alonsitos, el grupo que conquistó a este sector de la población.

Favoritos de los jóvenes

Ariel, Marco y Marcelo, acompañados de una banda que es pura potencia, ingresaron a escena 15 minutos después de la medianoche y su espectáculo superó las expectativas. Los artistas regalaron al público nuevas canciones (paridas en pandemia), reversionaron clásicos del chamamé, se lucieron con esos temas que hacen estallar en alaridos y hasta se animaron a proponer un improvisado “bailando por un sueño”, “Bailen con su pareja, no se vayan a confundir de burbuja”, dijeron.

Con nuevos arreglos, “Todo el mundo a cantar” fue el tema elegido por el conjunto para iniciar un espectáculo que no paró hasta después de la 1 de la madruga cuando entre gritos, sapucays y aplausos el grupo se despidió de la fiesta hasta el año que viene.

“Eterno amor” fue la canción nueva presentada y también hubo una versión inédita de los Alonsitos de “Mi estrella perdida”, de Los Hermanos Barrios. “El lunes puede esperar” es garantía de éxito en cada show de este conjunto, y el viernes no fue la excepción. Los artistas recordaron su premio Gardel con la canción “Puente Pexoa”, grabada años atrás con Los Nocheros y se bajaron del escenario para tocar con Lautaro Bazante, el gaucho guitarrista de 7 años que todas las noches conquista al anfiteatro con su dulzura mientras acompaña entre zapateo y zapateo a su madre que vende chipá mbocá y chori mbocá.

Los Alonsitos están entre los favoritos de las nuevas generaciones y ellos lo saben, por eso seguramente sus espectáculos apuntan sobre todo a los más jóvenes de la nación chamamecera.

Historia viva  

Félix Chávez es uno de los grandes compositores del chamamé y el lunes fue homenajeado durante el espectáculo de su hijo Félix Gabino Chávez. 

Fue un momento clave para los fanáticos del género, de esos que llegan al corazón y allí se quedan. Además de cantar y recibir un reconocimiento de Sadaic, el artista plástico Guido Dieringer terminó de pintar en vivo un cuadro con el rostro de Félix Chávez y se lo entregó durante el show.

“Abrazo a todo el mundo y especialmente a mi tierra colorada, a mis amigos, a mis parientes. Les voy a ofrecer un tema que nació a través de una melodía que me mandó Alfredito Almeida y con ella le escribí a un pueblito que amo mucho, que es Santa Rosa”, dijo para presentar “Jardin correntino”.

Con nombre propio

Antonio Tarragó Ros, hijo del gran Tarragó, supo hacerse camino en el chamamé y convertirse en un artista con nombre propio. A Antonio no lo presentan como el hijo de Tarragó, lo presentan como Antonio Tarragó Ros y punto, y ese es el resultado de un trabajo comprometido realizado durante toda su vida.

No es un artista más y lo tiene muy claro. Sus espectáculos siempre dan que hablar, a veces bien y otras no tanto. Esta vez las críticas fueron buenas, Antonio se divirtió en el escenario y divirtió a la gente, se permitió burlarse de una interpretación de Los Alonsitos del tema “Caraicho”. “Escuché que decían no le tengo miedo a la pora ni tampoco a la salmuera”, y agregó: “No es salmuera, es a la anguera”.

El curuzucuateño tuvo este año un invitado al que presentó después de cantar “El cielo del albañil”. “Cante este tema porque mi invitado es albañil, pero además estudia arquitectura y ganó dos concursos tarragoceros. El es Emanuel Morienega, del Impenetrable, y la próxima vez que venga ya va a ser arquitecto”, vaticinó y tuvo la humildad de darle al joven el acordeón de Tarragó Ros para interpretar algunos temas. “Antonito” como le suelen decir recordó que a Ramona Galarza le divertía mucho la historia del lobizón. Es por eso que cantó ese tema con humor (como es habitual) y se lo dedicó al cielo.

Ballet

El momento más sublime de la noche lo dio el Ballet Oficial con un cuadro que expuso ciertos momentos de antaño, que incluyeron los orígenes del carnaval, lo que pasaba con los radioteatros y la muerte del Gauchito Gil, entre otros temas. Para este espectáculo el ballet contó con el asesoramiento de reconocidos historiadores y estudiosos locales, y el resultado fue maravilloso.

El viernes volvió a quedar expuesta la calidad de los bailarines que también demostraron ser buenos actores. El vestuario fue impecable y bien pensado, y completaron la presentación los juegos de luces, sonidos y las imágenes reflejadas en las pantallas gigantes.

La grilla

La grilla del viernes fue extensa, como la de todos los días, y tuvo puntos fuertes temprano, pero también tarde. En las primeras horas de la noche fue la voz de Patricia Gómez la que enamoró al auditorio que le cantó al río.

Otro de los momentos importantes fue la presentación de Lucas, Micky, Sebastian y Carlitos, “Los Sheridan”, que rindieron culto a su apellido con un show para el recuerdo.

Al cierre de esta edición se esperaba el inicio de la novena noche musiquera con artistas como Los de Imaguaré, Chingoli Bofill (que finalmente llegó a un acuerdo con el Instituto de Cultura) y Gabriel Cocomarola, entre otros.

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