El tratamiento del proyecto de ley de boleta única de papel en el Congreso alimentó un debate que trascendió lo parlamentario y se estableció en la agenda de diversos entornos.
Conocida la posición contraria a su aprobación que expresaron, primero, la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner y luego, el bloque de diputados del Frente de Todos.
Así, la oposición, quedó en tránsito sobre una avenida en la que necesita recoger voluntades para su aprobación sobre la base de una consigna: representa un salto de calidad a la hora de votar.
En esa sintonía, el director ejecutivo de Poder Ciudadano, e integrante del capítulo argentino de Transparencia Internacional, Pablo Secchi, afirmó ayer en una columna publicada en el diario Clarín que se trata de un desafío “que implica varios aspectos y tiene tanta relevancia institucional que requiere de una mayoría específica en la votación del proyecto como indica la Constitución nacional”.
Y continuó: “Partir desde este punto no es caprichoso. Implica señalar de entrada la importancia que va a tener la negociación entre los diferentes bloques parlamentarios.
Estamos ante una discusión compleja, técnica, y que no solamente establece pasar de un método de votación a otro, sino que involucra posibles cambios sobre la distribución de poder, especialmente dentro del Congreso nacional.
Nos encontramos ante una discusión bastante inusual en nuestro país. Buscamos cambiar un sistema que funciona bien por otro que funcione mejor y ante todo que cuente con mayor legitimidad en la ciudadanía. Es inédito porque generalmente analizamos instituciones que funcionan mal o que entregan resultados mediocres para los objetivos que se buscan.
Esto no sucede con la institución ‘elecciones’, que más allá de reclamos puntuales y coyunturales, son confiables, robustas, y vienen garantizando la alternancia en el poder desde 1983 hasta la actualidad sin mayores inconvenientes. Por eso esta discusión es innovadora, sana, y oportuna en nuestro país.
Hagamos una afirmación tan necesaria como urgente en este momento: en las elecciones nacionales en Argentina no hay fraude. Afirmar que lo hay es faltar a la verdad, peligroso, y deslegitimar miles de representaciones que se han elegido mediante un sistema que está conformado por la participación de autoridades de mesa, fiscales partidarios, ciudadanos votantes, y la Justicia electoral. Nunca en la justicia avanzó una causa sobre fraude o existieron elementos suficientes para considerar que una elección no reflejó la intención de voto de la ciudadanía.
Sin embargo, que no haya fraude no significa que el procedimiento sea perfecto, o que no pueda mejorar, y/o que no necesite buscarse ante todo la mayor legitimidad posible de parte de la ciudadanía. Un sistema de votación tiene que ser integro, pero también la ciudadanía y los participantes de la contienda tienen que confiar en él.
Llevar adelante esta discusión requiere de más conocimientos técnicos y menos lugares comunes. Toda reforma del instrumento de votación va a afectar la representación.
Eso no es malo de por sí, sino que requiere de un estudio de modelos de boletas que terminen impactando en el sistema de representación de la forma que se quiera que impacte en ese sistema.
La discusión no es boleta única sí o no, sino qué boleta única queremos, sabiendo que tiene ventajas con respecto a la papeleta tradicional, pero conociendo sus efectos.
La sola existencia de la boleta única garantiza la oferta electoral a la ciudadanía como no lo hace la papeleta actual. También quita de las manos de los partidos políticos la impresión de boletas. Ya no más esa partida presupuestaria que muchas veces termina en negocios partidarios o individuales.
Esto también tiene como resultado equiparar la cancha entre los partidos políticos de mayor capacidad logística y los competidores más pequeños. La reposición de boletas no existirá más. Sin embargo, esto no significa que se van a necesitar menos fiscales. Los fiscales siguen siendo necesarios siempre.
Algunos aspectos positivos colaterales: menos papel impreso y eliminación del sobre, que redunda en menos impacto ambiental.
También, lugares de votación más ordenados, al no existir una gran cantidad de boletas, y hasta la posibilidad de achicar o eliminar los cuartos oscuros, o readaptarlos para el voto en simultáneo de varias personas. Argumentos abundan. Es hora de dar el salto”.