El corazón del Camino Francés

La silueta del castillo de Castrojeriz rompe el cielo castellano desde hace milenios. No es un lugar de paso cualquiera. Corazón del itinerario francés hacia Santiago de Compostela, este es un pueblo-camino, hecho al andar por peregrinos. Desde este año es también uno de los Pueblos Más Bonitos de España. "Vaya primicia", dirán con ironía los viajeros que han conocido el municipio burgalés.

Para casi todos, el primer encontronazo con Castrojeriz es el antiguo monasterio de San Antón, unas ruinas que se han convertido en uno de los puntos más icónicos de la ruta jacobea. Cruzar bajo sus arcos ojivales, apenas un leve trazo de lo que fueron, es uno de esos ritos que llenan de emoción al peregrino. Un hospitalero burgalés, Ovidio Campo, lleva más de una década embarcado en la titánica (y altruista) tarea de mantener San Antón en pie. De paso da de comer y de dormir al peregrino a cambio de un donativo.

Junto a Ovidio, un aliado perfecto para seguir la visita de la villa burgalesa, es Cristóbal, al frente del cotarro en la oficina de turismo, que es otra parada indispensable del Camino porque comparte escenario con la Iglesia de Santo Domingo y, al mismo tiempo, con el Centro de Interpretación del Peregrino (video mapping incluido).

Ya en pleno casco medieval, un caserío largo y estrecho en la ladera del cerro. Allá en lo alto, el castillo conserva una torre romana. Aquí abajo, cada piedra es producto del paso de peregrinos durante mil y pico años. Tanto así que la plaza mayor es simplemente un ensanche de la ruta, estos días decorada con unos facsímiles que recogen los privilegios del primer y más antiguo fuero de Castilla, concedido a Castrojeriz en el año 974. Siguiendo la calle Real se llega a la iglesia de San Juan, un espacio que relata maravillosamente un capítulo crucial de la villa.

Un solo pastor

Hoy, el único pastor que queda en Castrojeriz está a punto de jubilarse. Pero en los siglos XV y XVI, este fue el epicentro de la exportación de la lana hacia los Países Bajos. "Familias de aquí como los Gallo o los Castro Mújica, todos con capillas en San Juan, se codearon con los banqueros más importantes de Europa. Pero, además, aprovecharon el tornaviaje de todas esas pacas de lana para traer de vuelta valiosas obras de arte flamencas", apunta Cristóbal. Además de sus retablos y el claustro del siglo XIII, el templo atesora una colección espectacular de tapices de lana diseñados por un discípulo de Rubens.

El gran robo

Curiosamente, a uno de ellos le falta un trozo cuadrado. Se trata del último retazo que quiso vender Erik el Belga, el mayor ladrón de arte sacro de Europa, cuando en 1980 hurtó de madrugada estos tapices flamencos. "Gracias a la Interpol aparecerían todos, pero faltaba ese trozo que devolvió el abogado del fallecido ladrón el año pasado".

No se puede continuar el Camino de Santiago sin conocer también la ex colegiata de Santa María del Manzano, una joya más. En ella se encuentra el sepulcro de la reina Leonor de Castilla, asesinada en 1359. Otra historia rocambolesca entre mucho arte. Castrojeriz deja el listón bien alto a la siguiente etapa del Camino.