El Dr. Tomás Luis Pozzi una personalidad de Curuzú Cuatiá, a quien de niños todos lo hemos conocido, tratado y fuimos su paciente alguna vez. Él nos contaba historias del pueblo, de la provincia y del país. Su esposa Catalina Imaz nos servía el té y era muy atenta.
Él había conocido a dos de los Coroneles que voy a tratar de rescatar del olvido. Eso sí, no guardo datos de mis encuentros infantiles, sino de libros que los ha publicado. El Coronel Antonio Llopart y el Coronel Valerio Insaurralde, quien el 5 de enero de 1872 se levanta abiertamente en rebeldía y desconoce al gobierno legal del Dr. Agustín Pedro Justo, liberal. La ardiente disputa electoralista entablada con ciega intemperancia, obstruyó el camino de las soluciones prudentes. La lucha se entabló áspera, torpe, sañosa. En medio de la anarquía política y con una población de briosa índole guerrera, el resultado de esa elección forzada por el Coronel Santiago Baibiene llevó inevitablemente al vértigo de sangre y lágrimas que todos avizoraban pero nadie atinaba a frenar.
El 9 de enero estalla el movimiento en la Capital, dirigido por el Coronel Desiderio Sosa. El Coronel Baibiene asumió el mando de las tropas gubernistas, casi todas de infantería, reunidas en Goya y marchó sobre Curuzú Cuatiá, primer foco levantisco.
El Coronel Desiderio Sosa salió a campaña y se le une el entusiasta Clementino Fernández Reguera de San Roque, que tenía tan sólo 12 años, hijo del famoso Coronel Raymundo Fernández Reguera. Las cosas se precipitaron el 11 de enero en “Paso del Medio” y pocos días después en “Laguna Candé”, donde triunfaron los revolucionarios, entre los que se encontraba el Mayor Antonio Llopart. Animados por estas acciones, se reúnen los jefes insurrectos Valerio Insaurralde, Juan Carlos Romero, Ireneo Ávalos “Hacha huesera”, por sus mandobles - (mandobles era un golpe cortante dado con un arma blanca, especialmente con una espada, agarrándola con las dos manos). Antonio Llopart, además del el formidable lancero mercedeño Marcos Azcona y jefe en “Ibabiyú” designan al Coronel Fernández Reguera Jefe del Ejército.
El 6 de febrero chocan por sorpresa con las tropas del Coronel Baibiene en los campos propiedad del Coronel Hilarión Ávalos, conocidos por “San Gerónimo”, hoy de la familia Rossiter Erro, a la entrada de un bosque fragoso. Baibiene sale victorioso. Las pérdidas humanas no fueron más que unos pocos efectivos. El desaliento cundió en las filas de los insurrectos y todos miraron a la figura del Coronel Desiderio Sosa para que los comandara.
Este jefe ubica sus tropas sobre las orillas del Norte de los tres pasos del río San Lorenzo. El ejército de Baibiene llegó el 4 de marzo a la loma del “Tabaco” que emerge del bañado vecino. Allí forma a los suyos frente a los revoltosos. En primera línea estaban los infantes a las órdenes de excelentes jefes como el Coronel Ciriaco Torres y los Mayores José Martínez, Enrique Romero, Crisóstomo Quiroz y Antonio Llopart. El Comandante Plácido Martínez con el legendario Batallón Goya ocupaba el centro de la línea. A retaguardia la caballería con jefes como Luis Azula y Juan D. Torres esperaban las órdenes del Comando.
Entre los oficiales revolucionarios cabalgaba el Coronel Luciano Cáceres (hijo del legendario General Nicanor Cáceres) y las caballerías de los Coroneles Valerio Insaurralde y Manuel “El Pájaro” Vallejos impacientes todos por desquitarse de la caída sufrida en San Gerónimo. La situación la fue definiendo la artillería revolucionaria y el ala derecha, colocada en escalones, anticipaba la tragedia. Baibiene se decide y los tambores tocaron paso de carga, descendiendo la infantería la loma mientras su caballería se lanzaba hacia la derecha enemiga. El ejército insurrecto entró en acción como un solo hombre. Las caballerías de Insaurralde y Vallejos lancean por la espalda a la de Baibiene que se dispersan. La lucha se hace encarnizada y sin cuartel. Pero un suceso inesperado abrevia la carnicería. El Coronel Santiago Baibiene y sus dos ayudantes se encuentran frente a frente con el Coronel Valerio Insaurralde y su escolta. El vencedor de “Siete árboles” (campo de su propiedad a pocos kilómetros de Curuzú reconoce al jefe legalista y lo atropella al galope lanza en ristre, gritándole: “¡Así te quería encontrar, Gringo!”. Baibiene que ya se imagina ensartado por la infalible lanza, reacciona tirándose del caballo. Clavó su lanza en el suelo y gritó: “¡Lancéeme Coronel!”.
Insaurralde sofrena su potro y clavando a su vez la lanza le dice: “Yo no asesino compadre, yo peleo. Ríndase que le garantizo la vida y su honor.”
Esto me relató un descendiente del Coronel Valerio Insaurralde, el Farmacéutico Mateo Maciel. Otra vez, al imponer los autonomistas el 25 de diciembre de 1877 a Manuel Derqui como Gobernador, estalló la revolución. Plácido Martínez salió de los montes y sorprende a las guardias ubicadas sobre el Batel y el Corriente. Se le incorpora el Coronel Raymundo Fernández Reguera y vencen en Cañada Mala a las fuerzas legalistas.
En Mercedes el Coronel Marcos Azcona (apellido que significa venablo “Lanza corta y arrojadiza) con la colaboración de los jefes Juan C. Romero, Eustaquio Acuña, Demetrio Araujo, Ireneo Ávalos, Manuel Reyna y Antonio Llopart de Curuzú Cuatiá y otros de Mercedes, se interponen entre las que organizaba el Coronel Luciano Cáceres en su estancia “El Paraíso” y las del centro de la Provincia.
Las fuerzas revolucionarias llegaron a 3.000 efectivos. Las leales a su vez alcanzaban a 2.500 soldados a las órdenes de los Coroneles Luciano Cáceres y Onofre Aguirre. El primer choque se produjo sobre el Batel entre las fuerzas al mando del Coronel Valerio Insaurralde y las de Acuña, Ávalos y Llopart, que arrollan a cuantas se ponen a su alcance. El 18 de febrero de 1878 se enfrentan en el estero Ifrán. Luego de más de una hora de contemplarse ambos ejércitos, Fernández Reguera da la orden de ataque generalizado y 5.000 soldados avanzan dando vivas al Partido Liberal. Cuando ya se estaba decidiendo la lucha solo quedaban la infantería leal de José Toledo “El Bravo”, formadas en cuadro y un escuadrón de 400 guerrilleros de Cáceres con el Sargento. Juan “Colorado” Sosa, espléndido de coraje. Su jefe Luciano Cáceres carga impetuoso y al cabo de un tremendo duelo salvaje de jinetes, Cáceres cae lanceado por un soldado de Fernández Reguera. El Coronel Onofre Aguirre corre igual suerte. Los infantes de Curuzú Cuatiá cuando ven todo perdido, preguntan por Azcona y ante ese jefe se rinden. Cuando la retirada llega a los esteros, Toledo levanta bandera de parlamento. El Teniente Coronel Llopart se encarga de apresar a los rendidos y de recoger la lanza rota de Luciano Cáceres.
Un Ejército Liberal - En 1880 el Coronel Plácido Martínez organiza las fuerzas provinciales. En Curuzú Cuatiá el Tte. Coronel Antonio Llopart incorpora todos los ciudadanos liberales que quisieran tomar las armas para realizar ejercicios de combate. Esto se realizaba en su estancia “La Luz” sobre el Río Miriñay, donde el casco era una verdadera fortaleza (En esa casa, enorme y lujosa que aún se mantiene poco modificada, el estanciero Vicente Llopar, padre de este coronel, lo recibe a Juan Lavalle y a Pedro Ferre en 1839 para que organicen el Segundo Ejército Libertador).
El gobierno liberal dio su apoyo a Carlos Tejedor para Presidente de la Nación. Este le envió gran cantidad de armas para los 10.000 efectivos que se incorporaron en toda la provincia. Todo terminó en otra intervención federal.
A fines de 1887 el Coronel Llopart se reúne en Buenos Aires con otros liberales residentes allí para considerar la situación política con vistas a las candidaturas para Presidente de la Nación.
El 22 de febrero de 1888 en la Parroquia del Pilar contraen matrimonio “legal” Antonio Llopart, de 46 años, propietario, natural de Caá Catí, hijo legítimo de José Venancio Llopart y de Rosario Ávalos; con Margarita Hidalgo, viuda de Celedonio López, natural de Corrientes, propietaria, de 49 años.
El 5 de agosto de 1908 asume el Gobierno Fermín Goitía Liberal y su vicegobernador autonomista Juan Resoagli. El ya Coronel Antonio Llopart es designado Jefe de Policía de la Provincia. El 20 de enero de 1902 el Cnel. Antonio Llopart es designado Juez de Paz y al mismo tiempo Encargado del Registro Civil de Curuzú Cuatiá. Hombre probo y austero, su honradez y hombría de bien nunca estuvieron en tela de juicio.
El 16 de mayo de 1914, a las 7 de la mañana fallece en su domicilio urbano, el hacendado Antonio Llopart, según denuncia hecha ante del Jefe del Registro Civil Rodolfo Portillo por Hortensio Llopart, de 34 años, casado. El Certificado del Dr. Tomás Pozzi dice que el occiso era de 73 años de edad, viudo, afectado de “Reblandecimiento Cerebral”. Testó ante el Escribano público Justo Pastor Pintos. Testigo Onías Gauna, de 34 años, soltero y Albino Llopart, de 33 años, soltero. Está enterrado en el panteón familiar con frente de piedra rojiza, que tiene en el frontispicio la leyenda: “Rosario Ávalos a su esposo José V. Llopart”, ubicado en la avenida del Cementerio que lleva hacia la Cruz Mayor.
El 26 de enero de 1896 contrajeron matrimonio Agustín Dalmiro Llopart, de 27 años de edad, propietario, hijo legítimo del Coronel Antonio Llopart y de Margarita Hidalgo; con Carmen Eduarda Díaz, de 20 años, hija legítima de Daniel Díaz y de Carmen Ramírez. Testigos: Dr. José Rafael Gómez y Dr. Gerónimo Canessa.
El 9 de marzo de 1948 fallece Carmen Eduarda Díaz de Llopart, a los 64 años de edad. Era nieta del legendario General Manuel Vicente Ramírez.
La antigua casa de Daniel Díaz y luego de su yerno, Dalmiro Llopart, aún se conserva en calle Gobernador Gómez 733 al 741, casa de mi amiga Sara Rojido. Allí Dalmiro reunió a un grupo de amigos correligionarios el 3 de julio de 1918 donde fundaron y organizaron el Comité Radical de Curuzú Cuatiá y en donde falleció el 10 de junio de 1930 a los 62 años.