En el segundo episodio del ciclo de entrevistas #ELPregunta, hablamos nuevamente de carnaval. Nuestra invitada fue Stella Maris Folguerá, una apasionada del carnaval con una enorme trayectoria en el mundo comparsero, artístico y directivo, conocida no solo en su comparsa, Ará Berá, sino en toda la comunidad carnestolenda.
En esta entrega, comparte su vasta experiencia carnavalera, los elementos que inspiran su trabajo y cómo el carnaval se ha convertido en un poderoso medio para expresar nuestra identidad cultural y comunitaria. Además, nos deleita con anécdotas inolvidables de celebraciones pasadas y comparte su visión sobre la evolución del carnaval.
Al día de hoy, con todo tu recorrido, si te tenés que presentar con alguien, ¿qué le decís? ¿Quién sos?
No tengo la menor idea.
¿En serio?
Sí, porque no sé si realmente esa cuestión de haber estado en tantas cosas al mismo tiempo me permite definir una, aunque siempre he sido yo en todo lo que hacía. Yo soy Stella Maris Folguerá, formada en un hogar de clase media tirando a baja, hija de un médico inmigrante que se formó prácticamente solo porque no tenía como respaldo un hogar pudiente que lo respaldara y de una mamá maestra en el Normal Nacional. Muy apegados a la cultura española en casa, todos.
Entre otras cosas, involucrada hace mucho en el carnaval, que es una vidriera de mucha popularidad.
Desde el año 62, que es cuando ingresé por primera vez a Ará Berá en el segundo año de la comparsa. En el 63, yo ya estaba involucrada con Teresita García en el área de vestuario y ya metida dentro de la comisión directiva, acogida por los mayores.
Investigaste, escribiste sobre la evolución de la fiesta, sobre sus comparsas, personajes, el impacto cultural que en Corrientes es muy grande. El asunto es ¿por qué?
El carnaval de Corrientes sigue un modelo que estaba ya inaugurado en Paso de los Libres. La idea del carnaval en la Capital viene importada de Paso de los Libres, a punto tal que Copacabana, la comparsa que sale junto con Ará Berá en aquel año 61, trae como figura invitada a una reina de comparsa de Paso de los Libres. De manera que es indiscutible que el origen está allí, pero en Corrientes hay carnaval de corsos desde épocas inmemoriales. Yo tengo registros fotográficos del año 32 y del año 24 y de muchos años anteriores. Según el libro de Marcelo Fernández hay manifestaciones de festejos de carnaval a fines del siglo XIX.
¿Era el permitido de una fiesta popular un poco regida por la iglesia?
Eso no lo sé. Seguramente regido por la iglesia, sí, porque se respetaban las fechas. Incluso a nosotros, al comparsero, nos costó mucho vencer la batalla de la Cuaresma. Me acuerdo una vez en un programa de radio, el conductor del programa dijo: “Y habrá que pedirle permiso al arzobispo”. Y yo dije: ¿por qué al arzobispo? Porque es un precepto que rige para los creyentes, pero que no es de cumplimiento universal. Entonces el que sienta que en la época de Cuaresma no debe concurrir, que no concurra fiel a su precepto. Pero los que queramos ir, sí. Porque si la elección para mí es ir al corso o al cielo, capaz elijo el corso.
Hay un celo que tenemos los correntinos muy particular en esta fiesta y es que nos molesta que nos vean como nos ven, nos molesta el desconocimiento. ¿Qué ves de cómo nos ven? Y en todo caso, ¿cómo deberían vernos?
El Carnaval de Corrientes tiene mucho de teatral. Tiene mucho de búsqueda de temas. Por ejemplo, en el último año las dos comparsas grandes se volcaron a lo identitario con sus variantes. Y eso tiene valor también. Es un enfoque absolutamente no frívolo de la fiesta. Aunque la apariencia de la fiesta, en cuanto a vestimenta y a manera de desarrollarse pueda manejarse dentro del ámbito de la frivolidad, el fondo no es frívolo. Lo que se dice no es frívolo. Entonces, mírenla con un poco más de detenimiento. Y no se queden solamente con las muy buenas figuras y los muy buenos trajes. Porque eso es lo que menos importa del carnaval. Está lindo que todas las chicas sean lindas, que todas las chicas se cuiden, que se ocupen de bailar bien y de ponerse buenos trajes. Está lindo. Pero el fondo de la cuestión está en el tema y en cómo se hizo el tema. Y en el compromiso artístico que se asumió para lograr ese nivel que se logró.
Acá la forma le gana al fondo.
Pero no en todas las miradas. Pero a veces sí, mayoritariamente, en la mirada del que tiene el micrófono. Pero no sé si es tan auténtico y tan sincero, sino que es lo que factura.
Vamos a la pregunta de orígen ¿por qué sos de Ará Berá?
Si te tengo que contestar, es una trivialidad. Porque el que era mi novio en ese momento estaba en Ará Berá.
Más que nada, una situación fortuita.
Nosotras fuimos invitadas, mi hermana y yo, a integrar Copacabana. En aquel momento las dos conversamos y dijimos, vamos a mirar primero qué es esto. Porque no teníamos idea. Nosotros no habíamos ido nunca a Paso de los Libres, así que no sabíamos cómo era esto. Y las dos, bordamos trajes de dos amigas que entraban en Copacabana ese año. Y mi hermana dijo, esto no es para mí y yo seguí.
Vos fuiste dirigente y me gustaría saber ¿por qué? y ¿qué significa ser dirigente de comparsa?
Mortificarse muchísimo. Mucha responsabilidad porque se asumen responsabilidades de todo tipo, inclusive económicas, sobre un compromiso de un determinado desempeño y de unas determinadas actuaciones que en realidad el dirigente de comparsa no tiene cómo asegurar que realmente las va a poder cumplir. Porque cumplirlas o no cumplirlas depende absolutamente de la voluntad del comparsero. La comparsa no tiene ningún poder disciplinario sobre el comparsero. Lo más que puede hacer a uno que tenga un comportamiento evidentemente díscolo o rebelde, es decirle: “Mira, el año que viene buscate un lugar donde te sientas más cómodo”; pero que venga o no venga depende de él. Pero también está sustentado sobre la voluntad pasional.
Ahora, si son más las pérdidas que las ganancias, ¿por qué?
Porque es un virus incurable que se aletarga un poquitito cuando hace frío, pero un poquitito nomás, y se brota violentamente en cuanto comienza a hacer calor.
Una pregunta que siempre quise hacerte es: ¿por qué se pelean tanto los dirigentes de las comparsas, los comparseros, cuando discuten un reglamento o cuando están realizando el escrutinio?
Hay razones de fondo. Si se va a abrir una urna, vos no tenés la menor idea de cómo va a resultar la última planilla. Hay que pelear punto por punto. No se puede dejar pasar ninguno. Todo el que vos puedas rescatar tiene que ser rescatado. De entre los indios, pero rescatado. Ese es un tema. Ahora, ¿por qué se prolongan las discusiones? Y a veces porque el que tiene la aptitud de resolver no está allí. Debería estarlo, pero no está.
Y 60 años después, ¿no podemos normalizar todavía eso?
Y 60 años después nosotros hemos hecho muchos retrocesos, como por ejemplo privatizar un carnaval en el cual una persona paga el traje de un hijo que va a bailar gratis para un empresario que recauda.
¿Vos creés que se puede modificar esa lógica en algún momento?
No se puede, se debe modificar. Porque debería alguna vez considerarse el carnaval como una inversión más en cultura.
¿Te gustó el carnaval de este año?
El carnaval de este año para mí subió mucho de nivel respecto de los de años anteriores y Ará Berá es la que más subió. No obstante, sigo sosteniendo que hay elementos que ya no tendrían que estar en el carnaval y que a la fiesta hay que replantearla, porque no puede tener la longitud que tiene. Hay agrupaciones y hay entidades que desfilan y que no se terminan de redondear, no se terminan de definir los temas que agotan al público y sobre todo agotan al jurado, que es lo más peligroso de todo.