Por Eduardo Ledesma
Versión gráfica: Belén Da Costa
Traductora pública, docente y autora, Clarisa ha hecho de las lenguas un puente entre culturas. Co-fundadora de la agencia Between the Lines, combina su labor académica y editorial con una intensa tarea de divulgación del guaraní correntino en redes sociales y en el aula. Su trabajo busca preservar, visibilizar y transmitir una parte fundamental de la identidad litoraleña.
En este episodio de Eduardo Ledesma Pregunta hablamos del valor cultural y educativo del guaraní, sobre la importancia de aprender y enseñar lenguas originarias en contextos urbanos, las estrategias pedagógicas para acercarlas a nuevas generaciones y el rol que juega la tecnología en despertar el interés de los jóvenes.
Un diálogo que recorre la palabra, la identidad y la memoria, con la convicción de que las lenguas son patrimonio vivo.
Si alguien te pregunta quién sos, ¿qué respondés?
Creo que soy una persona muy curiosa de las lenguas. Investigo mucho porque me llama la atención, me gusta. Y también es algo muy personal: esto de volver al guaraní como mujer.
¿Sabés por qué?
Tengo algunos indicios, experiencias, como enseñar en el Iberá. Fui a dar clases de inglés, pero terminé rescatando el guaraní y formando algo. Creo que traje mucho más de lo que llevé.
¿Y la curiosidad se agota ahí, en el lenguaje, o sos curiosa en general?
No, soy bastante curiosa. La docencia me llevó a ese camino: querer contar eso que estoy buscando e investigando.
Tu formación de base es el inglés, al que dedicás buena parte de tu labor profesional. ¿Cómo ingresa el guaraní en tu caja de herramientas y por qué es tan relevante para vos?
Empecé a estudiar guaraní y se me ocurrió sacar el libro trilingüe “Leyendas Guaraníticas”. Está primero en español, mi lengua materna; segundo, en guaraní, porque es la segunda lengua que se escucha en Corrientes; y tercero en inglés, mi lengua de trabajo.
Cuando fui al Iberá me preguntaba cómo era que me había formado con una lengua tan extranjera y distante de nuestra cultura y no había sentido antes esa curiosidad con el guaraní. Entonces pensé: “Esto es lo que tengo, yo hago esto”. Ya traducía libros, literatura juvenil e infantil. Tenía mi primer libro y decidí que este segundo fuera un aporte, una forma de saldar una deuda con mi historia.
¿Y en ese camino descubriste algo más personal, familiar?
Sí. Me enteré de que mi bisabuela era guaraní y hablaba en guaraní con su esposo, que era alemán y además ella sabía alemán. Nunca hablaron español entre ellos. Mi abuela recordaba palabras sueltas en alemán y en guaraní, pero no aprendieron ninguna de esas lenguas. Eso me atravesó.
También presentaste tu trabajo afuera.
Sí, armamos una gira con mi traductora de guaraní, Iliana Franco Alvarenga. Presentamos el libro en Suecia, Noruega, Alemania y terminé en Austria, en la casa de mi bisabuelo. Fue un viaje muy movilizador.
Te cambio el foco: hay un prejuicio muy instalado de que en las escuelas correntinas “se debe” enseñar inglés y no guaraní. ¿Cuál es tu opinión después de tu experiencia?
Yo creo que claramente se debería enseñar guaraní, como en Paraguay, que es una nación bilingüe. El camino se empezó, pero va más lento, tal vez por esa resistencia o ese prejuicio. Yo, de hecho, lo escuché desde muy chica en el barrio, en el límite de la Ruta 12, como segunda lengua antes que cualquier otra.
¿Cuál es tu nivel de guaraní hoy?
Nivel 1.0 (risas).
¿Y el libro? ¿Qué objetivo perseguiste con esa publicación en tres lenguas?
En primera instancia, mis hijos. Me hacía ruido que aprendieran nombres de animales que nunca iban a ver en su vida o no en el corto plazo. Y que no conocieran lo propio. Después viviendo en Mercedes empezaron a aparecer palabras en nuestro paisaje lingüístico como “caá guazú”, y quería darles respuestas. También me interesaba el registro lingüístico: dejar algo escrito en guaraní correntino, que hay muy poco.
¿Qué lugar ocupa el guaraní correntino en el mundo editorial y académico?
Hace falta más promoción. Hoy se usan mis libros en escuelas, sobre todo en el Día del Libro, de la Diversidad Cultural o cuando trabajan leyendas. Creo que las ferias del libro son espacios claves para ver qué se produce y coordinarlo con las escuelas. Nosotros queremos que haya ese registro y me apareció una pregunta como existencial en cuanto a literatura infantil. Y es que en la lengua originaria hay muy poco, sobre todo nuestro. Hay textos en Paraguay sí, pero es paraguayo, yo te digo nuestro, correntino. Es necesario fomentar la enseñanza del guaraní. No sólo que sea un interés de una persona adulta porque quiere leer lo nuestro, sino de empezar desde abajo, por eso para mí el interés en la literatura infantil.
¿Y quiénes deberían generar esos espacios?
Es una pregunta que me resuena. A veces aparecen experiencias sueltas, como una cátedra de literatura regional en un profesorado de inglés. Eso me llamó mucho la atención: trabajar nuestras lenguas combinadas con extranjeras, con distintas metodologías. Pero todavía no es parte de un plan, queda a cargo de la voluntad de algunos profes.
Desde tu experiencia vital y profesional: ¿por qué es importante preservar y visibilizar las lenguas originarias, en contextos urbanos sobre todo?
Porque son parte de nuestra identidad. Aunque en la ciudad no se escuche tanto, está ahí: en los nombres de las calles, en los negocios, en el paisaje lingüístico. Es imposible desligarnos. El problema es que muchas veces se lo asocia a algo subalterno frente a las lenguas cultas o científicas. Pero se puede generar ciencia en guaraní, como en Paraguay. Hay que abrir el panorama.
En tus redes sociales compartís contenidos en guaraní. ¿Cómo elegís esos temas?
La meta más importante es achicar distancias. Visibilizar que usamos guaraní un montón y no está mal. Esa idea de que “está mal” es un prejuicio social. Intento mostrarlo con ejemplos reales, cotidianos.
¿Y cómo llegaste a Instagram como espacio de divulgación?
Fue casualidad. Era la red que estaba de moda. Hoy también tengo seguidores en TikTok aunque no sé usarlo. Lo importante es que los reels, con ejemplos orales, funcionan muy bien porque el guaraní en Corrientes es más oral que escrito. Si vos me decís que estaba en agenda, no estaba en agenda.
¿Quién es tu público?
Corrientes, sí o sí. Antes me seguían más mujeres, ahora hombres y mujeres por igual, desde los 17 años para arriba.
Ese dato es fuerte: jóvenes de 17 años mirando contenido sobre guaraní. ¿Qué te dice?
Que son las dos cosas: la forma de mostrarlo y la red que usamos. Necesitamos estas plataformas para acercarnos a la adolescencia. Es muy importante acercarnos como adultos de esa manera.
Para cerrar: ¿por qué recomendarías a alguien estudiar otro idioma, cualquiera sea? ¿Qué es lo que te da pensar en dos, tres, cuatro idiomas?
Porque es otro mundo. Te abre la forma de ver y sentir distinto. Hasta el tono de tu voz cambia. Más allá de toda la parte biológica, neurológica, por supuesto la neuroplasticidad te ayuda un montón. Me voy más a lo quizás mundano de lo que nos envuelve, que se ve de otra manera, se describe de otra manera. Es que no hay nada mejor que la precisión del lenguaje, cuando vos sabés que diste con la palabra adecuada. Es reconocerte de otra manera.