Deseo expresar públicamente mi profundo agradecimiento al señor Intendente de la Ciudad de Corrientes, Dr. Eduardo Tassano, por las gestiones realizadas para que los donantes del Primer y Segundo Patio del Cementerio “San Juan Bautista” reciban el digno reconocimiento que su memoria merece.
Hoy, gracias a su intervención, es posible rendir homenaje a tres hombres ilustres, cuya generosidad y compromiso marcaron la historia de nuestra ciudad y de la Patria: Don José María Durán, español naturalizado argentino. La Asamblea del año XIII a través de una disposición especial, le dio la ciudadanía por su valioso aporte a la Campaña del General Belgrano al Paraguay.
Pionero de la industria naval correntina y colaborador espontáneo de la causa de Mayo, constructor de la Zumaca “Itatí”, nave comandada por el Almirante Brown en la histórica Batalla de El Buceo, considerada fecha de origen de nuestra Armada Argentina.
Su hijo, José Anselmo Durán, continuador de las actividades comerciales en las costas del Paraná y donante del terreno que dio origen al Primer Patio del Cementerio.
Su nieto, Don Pedro Sebastián Durán Altolaguirre, quien participó muy joven en las batallas de Caá Guazú y Caseros, defendió el federalismo, sufrió siete años de cautiverio durante la Guerra del Paraguay, y aún así mantuvo una vida de servicio y entrega. Pese a las dificultades económicas derivadas de deudas impagas del Estado, donó generosamente a la Municipalidad la fracción que conformó el Segundo Patio del Cementerio San Juan Bautista. Hoy, sus restos descansan junto a los de su hijo mayor, Blas.
Estas vidas —colmadas de entrega, generosidad y sentido del deber— constituyen un legado espiritual digno de toda admiración. Por ello, valoro profundamente que el Intendente Tassano haya dispuesto un espacio digno para los restos de mi bisabuelo, Pedro Sebastián Durán Altolaguirre, y de sus descendientes.
Quiero también recordar a mi madre, María Ofelia Flores Durán, quien con admirable dedicación preservó la documentación histórica que permite reconstruir y comprender estas trayectorias ejemplares.
En tiempos complejos, ejemplos como los de quienes nos precedieron —hombres íntegros, valientes y generosos— nos recuerdan que la verdadera grandeza radica en la formación ética y espiritual, en la solidaridad y en el compromiso con la comunidad. Ese es el espíritu que debemos honrar y transmitir a las nuevas generaciones.
Como dice sabiamente el Eclesiastés: “Generación viene y generación va y la tierra siempre permanece". Aún en lo efímero de la existencia, las vidas significativas logran dejar un legado permanente.
Por Martha Cheme de Pérez Ruiz