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A 180 años del Pacto Federal, una inspiración de Pedro Ferré

Por El Litoral

Martes, 03 de enero de 2012 a las 21:00
Padro Ferré.
Por Juan Carlos Raffo


Cuando el sentido común y el análisis conceptual de la historia prima por encima de los archivos públicos, se desprenden cosas como éstas: que Pedro Ferré fue sin dudas la mente más esclarecida durante la organización nacional y el dirigente que tuvo los propósitos más elevados en todo el Río de la Plata en procura de constituir una Nación con todas sus letras.
Fue el gobernante ¬estadista- de Corrientes, cuyo ejemplo debemos admirar hoy, después de 180 años de haberse firmado lo que él pergeñó desde su primera gobernación, cuando transcurría el año 1828 y concluía su primer mandato constitucional, el que se le extendió, contra su voluntad, por un año debido a la guerra con el Brasil. En esos tiempos Pedro Ferré, cuando aún no había amanecido la triste y célebre figura del tirano Rosas, vislumbró cuál era el camino republicano que debíamos transitar los rioplatenses en beneficio de nuestras comunidades.
Lo entusiasmó primero la convocatoria de la Asamblea de 1824 para darnos una Constitución, la que rechazó luego y desautorizó después a nuestros constituyentes correntinos cuando en su transcurso apoyaron la presidencia de Rivadavia sin contemplar los requisitos federales que auspiciaba Corrientes y por considerarla centralista y portuaria.

Sin la firma de Corrientes

Ferré por entonces era el representante de Corrientes, la que estaba gobernada por Pedro Dionisio Cabral, quien lo había sucedido. Por eso fue que el 4 de enero de 1831, hace 180 años, cuando firmaban el Pacto Federal en la ciudad de Santa Fe los representantes de las Provincias de Buenos Aires (José Maria Rojas y Patrón), Santa Fe (Domingo Cullen) y Entre Ríos (Antonio Crespo), estuvo ausente Corrientes. Porque Juan Manuel de Rosas, constituido ya en Gobernador de Buenos Aires, envió a su representante con instrucciones que saboteaban el espíritu republicano y federal que encerraba el originario propósito de Pedro Ferré.
Primeramente se decidió confiar a Roxas y Patrón (enviado de Rosas) y a Pedro Ferré la redacción de un proyecto de tratado. El diputado correntino planteó tres puntos: Que debía permanecer la representación de las provincias ligadas, hasta tanto se organizase la nación, con atribuciones determinadas; que esa misma representación debía hacer lo imposible para conseguir la organización general del país, y que la misma representación arreglase el comercio extranjero y la navegación de los ríos
Roxas y Patrón, que era el Ministro de Hacienda de Rosas, un hombre ilustrado pero con obediencia debida al tirano porteño, se opuso a estas ideas, alegando no poseer las facultades para tratar esas cuestiones, por lo que el 24 de julio el diputado por Buenos Aires presentó su proyecto de tratado.
En un memorándum explicativo señalaba que era cierto que los habitantes de las demás provincias debían pagar, en la aduana de Buenos Aires el precio de lo que consumían y además los derechos de exportación de productos. Pero alegaba que Buenos Aires afrontaba la deuda nacional, velaba por la seguridad en las costas y vigilancia del río, mantenía agentes y cónsules en países extranjeros, atendía las relaciones exteriores y respondía a los perjuicios causados por los corsarios de la república. Sin decir que todo ese beneficio era exclusivamente para Rosas y su proyecto hegemónico.

Ferré defiende la industria incipiente

Ferré le contestó con otro memorándum donde criticaba la libre importación de productos y la exclusividad del puerto de Buenos Aires, bases del comercio de esa época. Proponía la habilitación de otros puertos, entre ellos el de Santa Fe, la prohibición de la importación de algunos productos y que los ingresos de la aduana beneficiasen a todas las provincias.
En su proyecto Ferré proponía que la comisión de diputados de todas las provincias tuviera a su cargo las tareas de hacer la paz y declarar la guerra, organizar los ejércitos, decidir la utilización de los fondos para sostener a éstos e invitar a todas las provincias a un congreso general que las organizara y declarara una constitución.
Hasta que llegara ese momento, la comisión atendería el comercio exterior, regularía la navegación de los ríos Paraná y Uruguay y promovería el desarrollo industrial.
Roxas y Patrón permaneció inflexible y Ferré optó por retirarse de las negociaciones.

La firma

Rosas envió instrucciones a Roxas y Patrón para que aceptara la constitución de una comisión compuesta por un diputado por cada una de las provincias litorales. El gobernador santafesino Estanislao López comunicó a sus colegas de Entre Ríos y Corrientes que nombraran sus representantes para continuar con la labor.
Era una estrategia de Rosas para demorar y engañar a las restantes provincias, como lo hizo siempre. Porque finalmente los representantes de Buenos Aires, Santa Fe y Entre Ríos se pusieron de acuerdo y firmaron el 4 de enero de 1831 el Pacto Federal. Corrientes se adhirió al tratado más tarde, incorporando su diputado el 19 de agosto de 1831 a la comisión representativa de los gobiernos de las provincias litorales creada por el pacto y establecida en la ciudad de Santa Fe.
Prueba de que el Pacto Federal, una pieza de lujo cuasi-constitucional, fue una letra muerta, está explicitado en las luchas que tuvo que liderar Corrientes durante 20 años hasta que después de Caseros nos pudimos dar nuestra primera Constitución Nacional. Este brillante instrumento fue utilizado por Juan Manuel de Rosas de acuerdo a sus fines. Utilizaba parte de él cuando debía justificar determinadas acciones y hacia caso omiso de las obligaciones que estipulaba cuando contrariaban sus métodos.
El Pacto determinaba la formación de un Congreso Constituyente, la iniciativa se fue postergando por la negativa de Rosas.
Prueba de ello, es que excepto Pedro Ferré en sus gobiernos, y Joaquín Madariaga en el suyo, no hubieron gobernadores en el país que no hayan estado “cooptados”, por ser suave en el término, por el tirano porteño que usó todas las prácticas habidas y por haber para continuar con su proyecto de enriquecimiento personal, de sus pariente y amigos serviles y mantener una supuesta nación sin instituciones que le permitiera continuar con sus manejos despóticos. Una oscura etapa argentina que concluyó el 3 de febrero de 1853 cuando todos entendieron que la lucha de Corrientes era el camino a seguir.
Prueba de ello es que cuando se convocó al Acuerdo de San Nicolás todos los gobernadores, excepto el correntino, estaban en el poder de sus provincias desde hacía no menos de 15 años, reelegidos por sus legislaturas complacientes.

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