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/Ellitoral.com.ar/ Sociedad

El “Tuco” De Bustos, estudiante universitario y canillita de El Litoral en pleno Correntinazo

Gustavo Lescano

glescano@ellitoral.com.ar

 La vida del estudiante universitario en la ciudad de Corrientes no era para nada sencilla a fines de los 60. Vivir a cientos de kilómetros de la casa natal, a la que se volvía sólo una vez al año, por costos y complicados viajes, se le sumaba el hecho de tener que ajustarse constantemente en los gastos para llegar a fin de mes. El aporte de los padres muchas veces sólo cubría la mitad y un poquito más: el resto había que rebuscarlo. Eran tiempos convulsionados en el país y la situación económica asfixiaba a una gran porción de la población.  

En este escenario de carencias se encontró Jorge Antonio de Bustos, un joven salteño estudiante de la Facultad de Ciencias Veterinarias de la Universidad Nacional del Nordeste (Unne), a quien se le hacía difícil costearse los estudios. Tanto, que en un momento se encontró frente a la disyuntiva de seguir o no la carrera. Su fortaleza interior lo llevó a buscar nuevos ingresos para continuar estudiando.  

Con este plan en mente, sus amigos correntinos le sugirieron vender diarios y hacerse de unos pesos para poder cerrar cuentas.  

El “Tuco”, como lo apodaban en la familia, llegó entonces a la sede del diario El Litoral, que por esos años estaba en Belgrano casi Santa Fe. Allí se puso el traje de canillita y salió a repartir el diario todas las mañanas. Pronto se hizo de una importante cartera de clientes en el barrio Berón de Astrada y alrededores, llegando a vender hasta 30 ejemplares por día, suficiente recaudación para completar el porcentaje de recursos que quedaba al descubierto.  

En paralelo, en la Facultad también se vivía la efervescencia que caracterizó la segunda mitad de los 60 y que terminó de hacer eclosión en el Correntinazo, una movida estudiantil que en la dictadura de Onganía encendió la mecha de lo que posteriormente -en 1969- sería el Rosariazo y luego el Cordobazo: el principio del final del gobierno de facto.  

En el caso correntino, todo comenzó con un programa de privatización del comedor universitario, concesión que implicó que casi triplicara el costo del servicio diario. 

El “Tuco”, como otros estudiantes, no podía soportar ni en sueños este incremento: todo era una pesadilla y salieron a la calle a reclamar. La represión policial fue terrible durante la cual asesinaron a Juan José Cabral, estudiante de Medicina, quien luego se convertiría en mártir de las luchas estudiantiles.

Esta semana, al recordarse el 50º aniversario del Correntinazo, De Bustos volvió una vez más desde su Salta natal a la ciudad que lo cobijó durante siete años. En una entrevista con El Litoral recordó esa etapa de alumno de Veterinarias, canillita, militante y hasta futbolista de la Liga local en el Club Libertad.  

    

Pedaleando  

“El Litoral ya era palabra mayor, el más vendido de Corrientes, y de esa manera me resultó fácil venderlo. Fui casa por casa ofreciéndolo y le contaba a la gente que era estudiante y me rebuscaba para costearme los estudios. Al final me ayudó todo ese vecindario e incluso llegué hasta el Aero Club. Yo tenía una bicicletita, así que todas las mañanas salía con ella a cargar los diarios y repartirlos. Lo hacía muy rápido: arrancaba a las 6 de la mañana, a las 6.15 estaba en el diario y para las 8 de la mañana ya me desocupaba para ir a estudiar y seguir la vida normal de un alumno”, contó Jorge. Después acotó: “También fui jugador del Club Libertad, era lateral izquierdo y con eso me defendía bien porque también me pagaban algo. Y cuando me robaron la bici, el club me la repuso. Coseché muchos amigos y colegas en ese tiempo”, recordó.  

En aquella época “primero vivía en San Lorenzo al 500, en la casa de la familia Barrientos, y después me mudé a San Lorenzo al 1300, cerca de la plaza Torrent”, indicó.   

En la Facultad militaba en el integralismo: “Era militante, nunca ocupé un cargo en el centro de estudiantes, era filoperonista, con una visión entre humanista y peronista”, indicó.  

“Cuando se produce el Correntinazo, nos estábamos movilizando porque todo el estudiantado estaba muy enojado. Después de varios días de lucha, nos juntamos en la plaza Cabral: éramos más de mil. En un momento determinado viene la Policía y nos corre, balas de por medio. Ahí cae Juan José Cabral, yo estaba cerca de él, a unos 30 metros. Entonces, en medio de los disparos salimos corriendo: yo fui hacia calle San Lorenzo, por donde vivía”, relató De Bustos.  

“Me acuerdo que la CGT se acopló a nuestra lucha. Y cuando murió Cabral, la gente salió a la calle apoyando la lucha estudiantil. Fue algo realmente tremendo que trascendió: generó la caída de un presidente”, subrayó. 

Al cumplirse medio siglo del Correntinazo y relacionándolo con el contexto actual, Jorge dijo que “esa misma economía liberal de aquel tiempo es la que hoy está de nuevo aplicándose. El mismo momento que se vivió en ese entonces, con Alzogaray, continuó con Martínez de Hoz, Cavallo y el grupo de economistas que hoy se desempeña bajo el mando de Macri”.  

    

Matrícula Nº 7  

“Fui el primer salteño que se recibió de veterinario en esta Facultad de la Unne: tengo la matrícula número 7 en Salta, cuando hoy andan en el orden de los 550, así que imagínate la cantidad de gente que se recibió. Me recibí en el año 70, hace 49 años”, resaltó con orgullo.  

“Para llegar a Corrientes era toda una odisea. Tomábamos un tren, porque no había rutas asfaltadas, a la mañana -como a las 10- salíamos y llegábamos acá al otro día, a las 22 aproximadamente. Era un largo viaje que ahora lo hacés en nueve horas”.  

Al vivir en la capital correntina, “para nosotros era diferente. Corrientes estaba prácticamente aislada por no tener puente y sólo estaba la Universidad, que le dio mucho empuje y convocaba a mucha gente de afuera: había del Perú, de Tucumán, Santa Fe, Córdoba, Entre Ríos, incluso algunos venían de Buenos Aires. Era un conglomerado de estudiantes de todo el país”, rememoró.  

“Así, nosotros nos fuimos acoplando socialmente, a tal punto que había un centro de estudiantes salteños, uno tucumano, otro peruano, otro de Córdoba y hasta de estudiantes patagónicos”, acentuó.  

  

La vuelta a Salta  

Cuando De Bustos apenas se recibió de veterinario recuerda con especial cariño una cena de festejo que le preparó una familia amiga. Fue un espaldarazo importante para el inicio de su flamante carrera en su regreso a Salta. Primero trabajó en el Inta y al poco tiempo, en 1973, el gobernador Miguel Ragone lo convocó para hacerse cargo de la Dirección de Bromatología. “Después vino el golpe del 76, me echan de la función pública y ahí instalo una veterinaria y, además, me incorporaron como veterinario en el Jockey Club: me hice especialista en caballos de carrera, hasta el 83”, señaló.  

“Cuando vuelve la democracia, regreso a la actividad pública como intendente de un pueblo, Vaqueros, hasta el 87. Después fui legislador de ese departamento hasta el 91, hasta que perdimos el gobierno. Así, retomo mi trabajo como veterinario y voy a regentear un campo. En el 96 vuelve a ganar el peronismo y ocupo el cargo de director de Agricultura y Ganadería, y posteriormente fui administrador del Fondo Especial del Tabaco, hasta el 2000”.  

En esos años, “paso a ser veterinario municipal de un pueblito de los Valles Calchaquíes, al lado del Cachi, que se llama Payogasta. En ese lugar empiezo a manejar un campo de ganado caprino, donde pongo en funcionamiento un tambo y una fábrica de queso de cabra: llegué a producir 15 mil kilos, lo cual fue todo un récord. Dejé la actividad en el año 2013”, apuntó y agregó: “Quiero aclarar algo. Me jubilé, no como legislador ni como intendente, sino como veterinario de la Provincia y tengo un ingreso moderado, no de privilegio”, resaltó.  

Jorge tiene cuatro hijas y un hijo, pero ninguno estudió Veterinarias. “Vos sabés que no. Lo más cercano es una ingeniera agrónoma y una bióloga, jaja. Tengo un chango que estaba por estudiar para veterinario, pero no sé por qué al final se fue a estudiar ingeniero en informática”, planteó entre risas.  

Actualmente en “Tuco” afloran múltiples recuerdos al volver a Corrientes. “Es un sentimiento muy especial el que tengo con esta provincia porque el haber vivido la universidad, haber hecho muchos amigos, haber logrado un objetivo tan importante en la vida como es tener un título universitario, te provoca un acercamiento muy importante. Tanto que venimos muy seguido...”, concluyó emocionado.

 

El rudo marcador central y 

el amigo del bodegón salteño

Acompañaron en la entrevista a “Tuco”, Miguel Chammé y Horacio José Erceg. El primero, oriundo de Santa Fe, también se recibió de veterinario en Corrientes, pero un año después que Jorge. Además, fue jugador de fútbol en la liga local, vistiendo la casaca de Sportivo. “El día que debuté ante Huracán Corrientes, también lo hacía en ese equipo un grande: Pancho Sa”, indicó recordando sus años de marcador central con la 2 en la espalda.   

Por su parte, Erceg es amigo de ellos en Salta e integra una mesa que se pone todas las noches, como desde hace 38 años, en un bodegón ubicado frente al popular “Balderrama”, y al que asisten diversos profesionales.

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Anécdota: una espina en la garganta

Jorge también recordó que una noche de julio del 66 cenaba pescado con unos amigos, pero en un momento determinado se le clava una espina en la garganta. De urgencias es llevado al hospital público, donde lo atienden, pero como no tenían el instrumental necesario para extraerla le recomiendan acudir a otro médico especialista. Acompañado por sus amigos llegan hasta el médico y este empieza a atenderlo, anestesiándole la zona. Mientras, le pide abonar una abultada cifra por honorarios, pero él apenas tenía la mitad.   
Lejos de tener un acto gentil, el doctor les impuso que pagaran sí o sí. No podían creer lo que les planteaba el profesional. Fue entonces que sus amigos correntinos lo auxiliaron y consiguieron el dinero.   
Ya sin la espina en la garganta, el enojo de Jorge no se quitó nunca.