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/Ellitoral.com.ar/ Opinión

El raro caso del bergantín Mary Celeste

Uno de los misterios marítimos más enigmáticos lo constituye el de esta embarcaciónque fue encontrada a la deriva y sin ningún miembro de su tripulación. Nunca pudo ser aclarado por los investigadores, que infructuosamente intentaron hacerlo.
Embarcación. El Mary Celeste, según pintura de la época.

Por Francisco Villagrán

villagranmail@gmail.com

Especial para El Litoral

A lo largo de la historia de extraños sucesos ocurridos en el mar, el caso del velero “Mary Celeste” es uno de los más famosos y reconocidos, sin que nunca se pudiera haber descubierto ningún indicio de lo que pudo haber ocurrido a bordo. El bergantín, de bandera norteamericana, fue hallado el 4 de diciembre de 1872, en alta mar y a la deriva, por el navío británico Dei Gratia, a aproximadamente unos 480 km de la costa de Portugal, cuando navegaba con buen viento por el Atlántico. En esa circunstancia, el contramaestre Oliver Deveau, avistó un velero más pequeño que llevaba una ruta que lo llevaba directamente al camino del Dei Gratia. El velero llevaba las velas arriadas y no aprovechaba del todo el fuerte viento a favor, cosa que extrañó al contramaestre y al capitán Morehouse.

Conforme se iban acercando los navíos, los marinos del Dei Gratia usando su megáfono de latón, una especie de trompeta, hablaron al Mary Celeste, pero no le contestaron. Lo que es más, no veían gente a bordo, ante lo cual, el capitán Morehouse, intrigado, ordenó que su barco navegara paralelamente al velero para indagar qué ocurría, mientras seguían hablándole por el megáfono. Pero no había respuesta. Por momentos el misterio aumentaba. No sólo no había nadie sobre la cubierta del Mary Celeste. Ni siquiera había nadie manejando el timón. No había en absoluto, señales de vida en el velero. No quedaba otra cosa que abordarlo, cosa que hicieron los marinos del Dei Gratia.

En los testimonios posteriores dados en la corte de Gibraltar, todos los que abordaron el velero estuvieron de acuerdo en lo que presenciaron en aquella nave abandonada: no había persona alguna a bordo, había más de un metro de agua en la bodega, las escotillas principales estaban abiertas, la brújula estaba rota y el tragaluz de la cabina del capitán estaba abierto. El contramaestre Deveau le dijo a la corte que “la ropa del capitán estaba ordenada y guardada en su lugar. El diario de a bordo estaba colocado sobre el escritorio del contramaestre, en su cabina. Por la disposición de las cosas, daba la impresión de que el buque había sido abandonado aprisa, pero estaba en su lugar. Por otra parte, los marinos que abordaron el velero, hallaron en sus bodegas 1.700 barriles de alcohol desnaturalizado. Esa carga representaba una pequeña fortuna para el barco que llevara al Mary Celeste a puerto y reclamara el pago por salvamento.

Una carga muy valiosa

Por ello, el capitán le ordenó al contramaestre, que reuniera una tripulación mínima y que llevara el barco hallado a la deriva al puerto de Gibraltar, para registrar su hallazgo y reclamar los derechos de salvamento. Pero se toparon con problemas desde el momento mismo que atracaron en Gibraltar, nueve días después de haber dejado en alta mar al Dei Gratia. En el puerto británico, el Almirantazgo consideró que la carga y el valor del Mary Celeste eran mucho y nadie que estuviera en su sano juicio abandonaría en alta mar un cargamento valuado en aproximadamente 75.000 dólares de esa época sin un motivo aparente, calificando al caso como de piratería y criminal. Cuando el capitán Morehouse llegó al puerto algunos días después con el Dei Gratia, encontró al contramaestre y los demás marineros en prisión, acusados de bucaneros. El mismo capitán Morehouse quedó bajo sospecha con el resto de sus hombres y estrechamente vigilados. Sin embargo, costaba mucho fundamentar esta acusación en la corte, no era fácil. Lo primero que se hizo fue buscar evidencias de un crimen a bordo del Mary Celeste. No hallaron nada a bordo, La corte nombró un médico que analizó algunas manchas encontradas en la cubierta, pensando que podían ser de sangre. Pero no fue así, las manchas no eran de sangre y por otra parte no había señales de violencia a bordo ni evidencias que había habido un combate. 

Cambió entonces la especulación judicial en torno al Mary Celeste. ¿Acaso la tripulación lo abandonó en un momento de pánico provocado por causas desconocidas? Al fin de cuentas, ¿por qué los ocupantes del Mary Celeste, el capitán Briggs, su esposa y su pequeña hija y los nueve marinos de la tripulación, habían abandonado el barco a mitad del océano?

Pero una cosa sí estaba bien clara: los botes salvavidas del velero no estaban a bordo del navío. También se pensó que quizás el cargamento de alcohol había comenzado a emitir gases y en tal cantidad que el capitán, considerándolo peligroso, ordenó abandonar el barco ante el potencial peligro que representaba algún incendio o posibilidad de explosión. Asimismo, también se especuló que, una vez en las lanchas de salvamento, el mal tiempo había impedido al capitán y su familia, como así también a los marinos, volver al Mary Celeste, que quedó entonces completamente solo a la deriva.

Los jueces e investigadores oficiales del puerto se devanaron los sesos tratando de explicar el misterio del velero, pero no encontraron nunca una hipótesis sustentable, por lo cual decidieron venderlo al mejor postor, y así fue pasando de mano en mano, pero ya traía sobre sí el trágico designio que era una nave maldita, destinada a atraer la tragedia y la muerte sobre todos los que tenían algo que ver con ella. Tuvo muchos dueños y todos terminaron mal, o muriendo o en bancarrota. Todas estas historias constituyen la extraña y pocas veces igualada historia de un navío con mala suerte. Lo último que se conoce de su trágico final, fue que el barco encalló en las costas de Haití, en medio de una tormenta, muriendo la mitad de su tripulación y el resto se salvó llegando a duras penas a la costa en los botes salvavidas. Fue la última noticia sobre el Mary Celeste, el barco maldito.

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