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Andretti, a los 82, como si el tiempo no hubiera pasado

El campeón de F1 de 1978 volvió a acelerar un Fórmula 1 hace pocos días. Pero no un monoposto vintage, sino un auto de la generación moderna, con caja secuencial y toda la potencia del motor Mercedes. Fue en Laguna Seca, donde el público volvió a corear “¡Andretti, Andretti!”.
 

Por El Litoral

Sabado, 22 de octubre de 2022 a las 01:00

José Luis Zampa

La vejez representa para muchas personas un tiempo de cadencias parsimoniosas. Canta Piero: “ahora ya caminas lento”. Pero los tiempos cambian y la calidad de vida se prolonga hasta producir demostraciones sorprendentes como la que estampó en las retinas de miles de fanáticos el gran Mario Andretti, campeón de Fórmula 1 de 1878 y reciente estrella de un festival del motor realizado en California.
Andretti tiene 82 años, pero su apariencia física es la de un caballero de 70. Con la agilidad de tiempos idos, hace seis días deleitó a los aficionados de la F1 que se dieron cita en el evento “Velocity Invitational”, en el circuito de Laguna Seca, donde aceleró hasta aproximarse a los 300 kilómetros por hora frente a un público lo aplaudió a rabiar mientras hacía de las suyas al volante de un McLaren de la temporada 2013, el último modelo previo a la era de las motorizaciones híbridas.


El italiano nacionalizado estadounidense aceptó el desafío propuesto por el actual CEO de McLaren, Zak Brown, quien reservó el McLaren MP4-28 que en la temporada 2013 condujeran Jenson Button y Sergio “Checo” Pérez, un monoplaza con motor Mercedes Benz V8 que Andretti elogió: “Fue una sensación muy dulce volver a manejar un Fórmula 1 y en especial, con respecto a este auto, tengo que decir que hace lo que debe hacer pero a lo grande, en comparación con los que corrí en mi época”.
Hasta el locutor oficial del circuito californiano de Laguna Seca, donde tuvo lugar la exhibición, deliró cuando Andretti aceleró el McLaren hasta las 18.000 revoluciones por minutos, con un relato vibrante, como si fuera que el tiempo no hubiera pasado y el campeón de 1978 hubiera regresado a la alta competencia.


No es para menos. Difícilmente un hombre de 82 años, por más gran piloto que haya sido en sus tiempos de juventud, pueda hacer lo que el gran Mario demostró en la pista hace pocos días, para dejar en claro que el talento y las cualidades jamás se pierden. Máxime si la salud física y psicológica acompañan, como es el caso de este piloto nacido en Mantova (una región de Italia que hoy forma parte de Croacia), donde atravesó todo tipo de penurias con su familia hasta que emigró junto con sus padres a Pensilvania, a los 15 años.
Andretti, como en su momento han sido convocados otras glorias de la Fórmula 1 (así lo hicieron Carlos Reutemann con Ferrari en 2004 y varios años antes Juan Manuel Fangio con Maserati), es asiduo participante de encuentros y actividades relacionadas con el mundo motor. El año pasado, también por iniciativa de Zak Brown, piloteó en Silverstone el legendario Lotus 79 con efecto suelo, con el cual se consagró campeón mundial en 1978.
Como queda claro, el ítaloamericano que en la temporada 79 fue compañero de equipo de nuestro Lole Reutemann, no está retirado de las pistas ni mucho menos. 
Por el contrario, planea junto con su hijo Michael (otro gran piloto con éxito en la Indy) formar un equipo propio de Fórmula 1 para la temporada 2024. Si todo va bien, veremos a los autos “Andretti” en la grilla de partida de la máxima categoría en poco tiempo más.

El gemelo

Mario Andretti comenzó a correr en Estados Unidos en la década del 60, pero no era el más veloz de la familia. Su hermano gemelo Aldo Andretti (quien falleció en 2020 a los 80 años) solía ganarle en los primeros años de competencia al volante de precarios midgets. 
Luego escalaron hacia el Nascar para debutar con un Hudson Hornet preparado por ellos mismos, y una vez más Aldo fue el más veloz. 


Pero un grave accidente dejó a Aldo en coma, con varios huesos rotos. El otro Andretti volvería a correr, pero sin la performance de antes. Al cabo de un tiempo, luego de un segundo accidente, el propio Mario le rogó que colgara el casco. 
Desde entonces Aldo se dedicó a ser el gran escudero de su hermano, al punto de que en 1969 posó para las fotos ante la prensa, en la parrilla de largada de Indianápolis. ¿El motivo? Mario se había quemado el rostro y no quería aparecer con cicatrices en los medios. Nadie se dio cuenta del truco.

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