La historia muestra la fuerte interacción entre los fenómenos políticos y económicos. Las grandes revoluciones de impacto global, como la estadounidense en 1776, la francesa en 1789 y la rusa en 1917, evidenciaron esa estrecha relación: el impuesto al té en el primer caso, la carestía de la vida en el segundo y el hambre en el tercero.
El factor social tampoco estuvo ajeno: la burguesía naciente de las colonias inglesas de Norteamérica, constituida por los productores y exportadores de té, la clase media-baja parisina en Francia y la minoría de trabajadores industrializados en Rusia.
En Argentina, en la segunda mitad del siglo XIX, la llamada Revolución del 90 —posiblemente la más grave de esa mitad— es un claro ejemplo de esta relación entre política y economía. El exceso de deuda tomada por la Argentina puso al borde de la quiebra a la Banca Baring-Brothers de Londres, no sólo el mayor acreedor de la Argentina, sino también uno de los grupos financieros más importantes del mundo en este momento.
La crisis económica se desata. Las nacientes clases medias de la Ciudad de Buenos Aires participan del movimiento que lleva a un alzamiento cívico-militar que será derrotado. El vicepresidente, Carlos Pellegrini, asume la Presidencia. Con inteligencia y valentía, tiene que llevar adelante lo que hoy llamaríamos un “ajuste”: la reducción de gastos para recuperar la confianza de los inversores y los agentes económicos. Como Carlos Pellegrini, Silvina Batakis anunció un plan fiscal para recuperar la confianza de los inversores. En la primera mitad del siglo XX, la crisis económica global que desata la caída de Wall Street en 1929 genera crisis políticas en todo el mundo, pero en particular en Occidente, incluida América Latina. La recesión global voltea gobiernos y promueve autoritarismos.
En la Argentina tiene lugar el primer golpe militar exitoso desde la organización nacional. Siete décadas de sistema institucional se quiebran el 6 de septiembre de 1930. El malestar de las clases medias generado por el ajuste económico y la caída de las exportaciones en el campo crean un manifiesto descontento. Sobre esta situación, el golpe que tuvo el menor apoyo militar de la historia argentina resulta exitoso.
En el mismo mes, septiembre de 1930, se produce en Brasil el primer golpe militar desde la caída de la monarquía en 1889. El mismo mes se quiebran los dos sistemas institucionales. El 10 de diciembre de 2023 se cumplirán 40 años desde el restablecimiento de la democracia. Será el periodo más largo de vigencia de la ley de voto universal, secreto y obligatorio.
Esto da un marco para el análisis de la política contemporánea, en el tránsito de fines del siglo XX y las primeras décadas del XXI.
En este periodo han tenido lugar dos crisis políticas, económicas y sociales de envergadura histórica: la hiperinflación de 1989 y el default de 2001. Ellas permiten un modelo de análisis del que surgen tres variables. En lo político, el adelantamiento de la renuncia presidencial. En lo económico, el descontrol de las variables. Y en lo social, la pérdida del control de la calle por parte del Estado.
La Argentina de 2022 muestra:
1. En lo político, un poder frágil. Las últimas semanas, el Gobierno se ha visto obligado a desmentir la posibilidad de la renuncia del Presidente, que por otro lado ha tomado estado público desde el mismo entorno presidencial.
2. En lo económico, se registra la mayor tasa de inflación en tres décadas. Puede decirse que algo similar está sucediendo a nivel global. La diferencia es que en Argentina se multiplica por 8 o 10 veces lo que sucede en el mundo.
3. En lo social, el nivel de pobreza supera ampliamente el que existía previamente a las dos crisis contemporáneas mencionadas. El país ha tenido retrocesos graves en temas como la educación y la seguridad.
Pero es la interacción entre las tres variables lo que hace la situación más compleja e incrementa los riesgos. Un desequilibrio en una de las tres se proyecta y enlaza con las otras dos. Es decir, una ruptura en una de ellas puede precipitar la de las otras dos.
En este marco, nadie puede decir hoy en la Argentina “cómo no me di cuenta antes”. Tanto la historia como la experiencia muestran que la Argentina hoy enfrenta riesgos importantes que requieren una acción decidida y concertada. No es lo que parece darse en este momento y ello debería generar una reacción a tiempo.