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El auténtico Artigas

Un monumento extraordinario en homenaje al Artigas de 1810 y no al auténtico Artigas que defraudó.


n La historia real de nuestra Argentina pone los puntos sobre la “íes” con respecto a este oriental que termina haciendo un flaco favor a las Provincias Unidas del Río de la Plata, poniendo en riesgo la emancipación y deshilachando su propia figura que en los inicios de los sucesos de Mayo se había ganado un lugar de admiración y respeto. 
Dejó al descubierto su compleja personalidad con su franca declaración de guerra al poder nacional. 
En líneas coherentes con la historia se ha señalado que Genaro Perugorría, estando en Entre Ríos, se incorporó a las tropas del coronel Hilarión de la Quintana. Este militar a los pocos meses, cuando San Martín confía al Directorio sus planes de cruzar los Andes, busca incorporarse al Ejército de los Andes y casi llega tarde: el 24 de enero de 1817 se incorpora cuando el Ejército del Libertador ya estaba en marcha integrándose al Estado mayor. 
Es que el coronel Hilarión de la Quintana estaba en Entre Ríos frenando las primeras arremetidas de Artigas y sus indios. Esta es la muestra palmaria de que el pensamiento de Genaro Perugorría estaba más en la causa grande que en distraer nuestras energías en saldar caprichos e imponer proyectos internos descabellados. Este es uno de los tantos ejemplos que se multiplicaban en todo nuestro territorio nacional. 
En Corrientes, con la mayoría de nuestros hombres incorporados a regimientos nacionales en Buenos Aires, en el norte y con San Martín, quedamos casi huérfanos para defendernos de Artigas cuando se alzó contra el Gobierno Patrio y abrió un nuevo frente de lucha desatando una guerra civil en el litoral.
Admiramos al prócer uruguayo en todo lo bueno y constructivo que hizo por la libertad de su país y del nuestro. Es decir cuando actúa como patriota. Pero no tiene nuestra simpatía y no podemos pasar por alto los correntinos, en honor a la verdad histórica, ciertas actitudes que han dejado un saldo negativo, como cuando abandona el sitio de Montevideo con 2000 hombres el 14 de enero de 1814, favoreciendo los planes del enemigo común, que eran los sespañoles. 
Se va Artigas dejando desguarnecida el ala izquierda de la línea  porque no se accedió a sus caprichos de carácter político. Lo que es peor en los momentos más difíciles en la lucha contra los españoles: se alza contra el Gobierno Patrio y avanza sobre Entre Ríos, Santa Fe y Corrientes. 
No puede tener nuestra aprobación Gervasio de Artigas cuando al frente de los indios misioneros invade nuestras tierras en las que pretende imponer una federación de horca y cuchillo, y cual nuevo Atila mira con complacencia y hasta pareciera que fomenta, la licencia que en todos los órdenes desatan sus “barbaros” tenientes.
 No estamos con él cuando impide el envío de los diputados de Corrientes al Congreso de Tucumán a proclamar nuestra Independencia, privándonos de la gloria de que nuestros representantes signaran aquel histórico documento.
El artiguismo pasó por Corrientes como una masa anárquica, que todo lo destruyó al influjo de su acción estéril. Artigas reclutó bajo sus órdenes a todos los que se movían en el litoral sin consultar si coincidían con sus propósitos o no. 
Es por esa circunstancia que también Elías Galván y Genaro Perugorría, desconociendo los “auténticos” propósitos del oriental se incorporan a la fuerza de Artigas. No lo hacían para servir al caudillo, sino a la Patria y en su suelo natal. Porque Artigas jugaba un rato con los Patriotas y otro rato con su egoísmo. 
Perugorría llega a Corrientes: El 30 de mayo de 1814 es recibido el capitán Genaro Perugorría, quien, en representación del oriental José Gervasio de Artigas, llevaría adelante la gestión de organizar políticamente a la provincia. El objetivo fundamental era la puesta en marcha del Congreso Constituyente Provincial, que el propio Perugorría lo presidió a partir de su primera sesión llevada a cabo el 9 de junio de ese año 1814.
Perugorría había nacido en Corrientes y pertenecía a una de las principales familias de la ciudad, habiéndose educado en el Colegio San Carlos (hoy Nacional de Buenos Aires). Se había alistado en la infantería de milicias patrióticas de Corrientes con el grado de teniente, comandándolas a fines de la campaña de Belgrano al Paraguay. Estuvo en el primer sitio de Montevideo. 
Los sucesos de 1814 lo encontraron en el campo artiguista, donde se lo distinguía. Sobre esta posición de Perugorría dice Mantilla: “Se asombraron de ello los que lo conocían patriota de orden, porque ignoraban el secreto de su conducta. Él pensó que le sería posible y, aun probable, servir eficazmente a los intereses de la patria y los muy comprometidos de su suelo natal, actuando en el orden de sus ideas sanas al lado del perturbador del país ya que de la impotencia y del abandono del gobierno nada se esperaba. No abrazó la causa de Artigas ni tomó parte en desquiciadoras empresas. Expuso transitoriamente su crédito bien sentado, comprometiendo acaso su cabeza, dominado por este pensamiento patriótico: enfrentar la anarquía desde sus mismas filas”.
Convenio con el oriental: a principios de julio de 1814, Artigas manda una delegación a Montevideo para buscar tratativas de paz ante el general Alvear. Se firmó un Convenio el día 11 de julio de 1814, que fue aprobado por el director Posadas, en el que a) Buenos Aires reivindicaría a Artigas: b) quedaría como comandante de campaña del Uruguay; c) le será devuelto el regimiento de Blandengues; d) se elegirán nuevos diputados a la Asamblea; c) Artigas deja que Entre Ríos disponga de su gobierno; f) el gobierno de las Provincias Unidas será reconocido en todo el Uruguay.
Artigas vs. el Directorio: Soler es gobernador de la Banda Oriental para controlar a Artigas. No se puede ocultar las diferencias.
 Sesión secreta de Perugorría. El 4 de septiembre el coronel genaro Perugorría, delegado de Artigas en Corrientes, invitaba a los miembros del Congreso Provincial y del Cabildo para una reunión conjunta y extraordinaria, que llamó la atención a todos por lo anormal del hecho. La razón era el pedido de ayuda hecho a Corrientes por Manuel Artigas, secretario de su hermano, porque las fuerzas militares directoriales situadas en la Banda Oriental y otras mandadas de Buenos Aires a Entre Ríos, se aprestaban a abrir hostilidades contra José Gervasio Artigas, luego del fracaso de las negociaciones entre él y el Directorio.
Después de los primeros momentos de indecisión y temor, el Congreso correntino sancionó el reconocimiento y el pedido de auxilio a Buenos Aires, aunque guardándose el más riguroso secreto sobre lo ocurrido en la sesión, que fue a puertas cerradas, postergándose la publicidad del hecho, las comunicaciones del reconocimiento y el pedido de auxilio a Buenos Aires, hasta ver como evolucionaban los acontecimientos de Entre Ríos. 
Corrientes es provincia: el 10 de septiembre de 1814 el Director Supremo de las Provincias Unidas del Río de la Plata, Gervasio Antonio de Posadas, crea por decreto las provincias de Corrientes y Entre Ríos. Para ello divide el territorio de Corrientes y nombra capital de la provincia de Entre Ríos a la población de Concepción del Uruguay.
Artigas vs. Buenos Aires: el 4 y 6 de octubre Manuel Dorrego, oficial de las tropas alvearistas, cayó sobre el segundo de Artigas, Ortogués, en Marmarajá, derrotándolo completamente. Posadas dicta un decreto determinando que sean tratados como “asesinos e incendiarios” los que sigan al caudillo oriental.
Se levanta Perugorría el 19 de octubre de 1814 e inicia desde San Roque la campaña contra el caudillo oriental, quien lideraba, desde hacía un año, el Protectorado de los Pueblos Libres, que incluía a las provincias de Corrientes, Santa Fe, Entre Ríos y parte de la Banda Oriental. Artigas le había confiado la organización política de Corrientes a Perugorría, quien cumplió con la tarea, pero simultáneamente, y en forma secreta, comenzó a elaborar un plan diferente con los hermanos Fernández Blanco, Pedro Ferré, García de Cossio y otros.
El propósito oculto era una posición intermedia a las que sostenían. Artigas, por un lado, que quería un federalismo a ultranza y que la capital de las Provincias Unidas del Río de la Plata estuviera en el interior y la postura del flamante Director, en otro sentido, que pretendía continuar gobernando desde Buenos Aires.
De San Roque Genaro Perugorría se dirigió a Curuzú Cuatiá y tras tomar la ciudad encaró nuevamente hacia el norte atravesando el río Corriente hasta trabarse en lucha con las huestes de Blas Basualdo que envió el oriental. 
Perugorría, al frente de 150 hombres, no pudo contra la fuerzas cinco veces mayor de los artiguistas y se rindió pidiendo por la vida de sus hombres. La decisión final de Artigas fue ordenar el fusilamiento de Perugorría, lo que se cumplió en su campamento de Abalos.
Pedro Ferré en sus memorias: “No quisiera recordar la abyección en que se halló mi patria cuando después de haber sacudido el yugo del rey de España quedó uncida  al de Buenos Aires, y a la vez al de don José Gervasio de Artigas y al de don Francisco Ramírez, que cualquiera de los tres hacían desear el primero; pues la libertad y demás derechos del hombre sólo se leían en las proclamas y gacetas y se oían en los versos patrióticos: mientras tanto éramos, como nunca, despreciados, oprimidos, y hechos de ludibrio de nuestros opresores.
  “Me es un tormento no poder olvidar -dice Pedro Ferré-, y más el tener que referir, lo que sufrió mi patria en las tres épocas que acabo de señalar, más un hecho sólo de cada una de ellas bastará para poder formar algún concepto sobre el particular.” 
“Se vio en Corrientes una sociedad pública de ladrones, que salían de noche con música, y al son de esta robaban almacenes, pulperías, tiendas y casas particulares de la ciudad, teniendo a esta en consternación, y obligando a muchos a ocultar sus intereses en los templos y conventos, y ni estos estuvieron seguros de su rapacidad, pues una noche, con engaños, le hicieron abrir la puerta de su celda a fray José de la Quintana, y sorprendiéndole, le vendaron los ojos y le robaron los intereses que allí habían tratado de asegurar, sin que contuviese su desenfreno la veneración que siempre mereció de todo Corrientes ese ejemplar y benemérito español franciscano”. 

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