Una tarde de octubre de 2021 Gabriel Romero, presidente del Instituto de Cultura de Corrientes, visitó como otras veces el laberintico anticuario de los Raso Monte. Allí Virginia, hija del mítico “Tatin” Raso Monte le mostró dos obras de un artista correntino llamado Benicio Nuñez, desconocido hasta ese momento.
A partir de esa experiencia inesperada, Romero comenzó una búsqueda de datos que derivó en una nota en este diario publicada el 31 de enero de 2022 titulada “Un encuentro inesperado, la obra de Benicio Núñez o el desconocido de la historia del arte de Corrientes”, donde daba información hasta entonces desconocida del artista.
Luego, desde una página de Instagram le dijeron que un señor llamado Jacobo Fiterman tenía intenciones de donar obras de Nuñez al Museo de Bellas Artes de Corrientes.
Las gestiones fueron llevadas adelante por Romero y la generosa donación llego a Corrientes y será mostrada desde el jueves próximo en el Bellas Artes.
Las donaciones incluyen ilustraciones originales del artista de la versión criolla de Fausto, para la icónica obra del poeta Estanislao del Campo públicadas en la década del 60.
La historia del libro de Fausto
La Fundación Alon editó en 2019 el libro “El Fausto Criollo” de Estanislao del Campo con ilustraciones del correntino Benicio Nuñez, hecho que constituye un hito en la recuperación de la obra de nuestro comprovinciano prácticamente desconocido en nuestra provincia.
El antecedente de esta edición es la del Centro Editor de América Latina bajo la dirección del prestigioso Boris Spivacow que publicó el texto en diciembre de 1966 bajo la Dirección de colección de Horacio Achával y su equipo de trabajo: Susana Zanetti (secretaría de redacción); Oscar Díaz (diseño y diagramación). Se trataba de textos clásicos, ilustrados y para tener idea de que hablamos lo señalamos:
El viejo Vizcacha – José Hernández. Grabados: Norberto Onofrio. El matadero – Esteban Echeverría. Dibujos: Carlos Alonso. Estampas de Buenos Aires – César Hipólito Bacle. Fausto – Estanislao Del Campo. Ilustraciones: Benicio Núñez. Versos de Rubén – Rubén Darío. Ilustraciones: Rebeca Guitelzon. El licenciado Vidriera – Manuel de Cervantes. Ilustraciones: Carlos Gorriarena.
Los tres malditos burlados – Tirso de Molina. Ilustraciones: Hermenegildo Sábat. Dos amores con muerte – Ricardo Palma. Monocopias: Gabriel Zelaya.
La canción del barrio – Evaristo Carriego. Ilustraciones: Alfredo Plank. Maese Pérez el organista – Gustavo Adolfo Bécquer. Ilustraciones: Julio Alfredo Martínez Howard.
La Dorotea – Félix Lope de Vega. Ilustraciones: Américo Balán. Un 25 de mayo – Bartolomé Hidalgo. Ilustraciones: Isaías Nougués.
El mecenas
Jacobo Fiterman fue amigo de Benicio, integra la Fundación Alon y en la introdución del libro sostiene que “durante los años 80, Benicio Nuñez fue conocido en todo el ambiente cultural de Buenos Aires durante mucho tiempo. Era un personaje hermético, “de quien nunca se esperaría una pintura a la vez naif y expresiva. Fue fundamentalmente un bohemio, aunque siempre vistiera formalmente con su traje gris, camisa y corbata”.
También escribe: “Benicio es uno de los tantos artistas argentinos no reconocidos. Su arte consistió en trasformar simples dibujos en obras admirables”.
Rosa Faccaro en una breve pero iluminadora biografía de Benicio Nuñez recuerda que nació el 23 de agosto de 1924 en Corrientes, Ita Caabó. Luego se traslada a Entre Ríos para vivir en una estancia de campo, en una región rodeada de “palmeras y ríos”.
“Esta será su primera estadía rural donde se conectará con personajes entre la fábula y el mito. La fantasía creada en esta tierra inigualable, en la que imagineros rescataron lo mejor de sus orígenes será un material cultural que el futuro arista considera en el repertorio de su producción artística”.
Después de esa estadía en el campo entrerriano, viaja a Buenos Aires y en Avellaneda donde toma sus primeras clases con el maestro Amare.
Faccaro dice algo central cuando señala que “en la Capital Federal, podrá extender si formación plástica y teórica dentro de la no-figuración geométrica que a finales de los años cuarenta, conformará un grupo de artistas destacados internacionalmente. Esta participación y conocimiento de la no-figuración y las leyes de la percepción visual enriquecerá su acervo lingüístico. El artista tendrá nuevas posibilidades en el campo artístico”.
“Tomas Maldonado (argentino) sucesor de Max Bill en la dirección de la Escuela de Diseño de Ulm (Alemania)-posterior a la Bauhaus-, fue su mentor artístico en la Capital Federal. Este acercamiento en Buenos Aires con Maldonado será definitivo en cuanto a su capacidad de entendimiento y práctica de un arte que toma los elementos plásticos y compositivos de las vanguardias históricas. El Arte Concreto Invención, con sus figuras descollantes, le otorgará el sustento compositivo y racional de sus obras”.
Estas vinculaciones y su circulación en el ámbito artístico de la ciudad de Buenos Aires le permitieron la participación de la Segunda Bienal Internacional de San Pablo en 1952, en la que obtuvo el tercer premio.
Faccaro finaliza el texto contando que Nuñez murió a los 73 años, aunque no informa donde, pero sostiene que deja una “obra multifacética y de valiosa documentación. Debemos ver en ella no solo a un artista culto, sino también a un artista que señala un género que demuestra la jerarquía de un arte popular en el cual América posee una riqueza inigualable”.
En la entrevista que hicimos para El Litoral Jacobo Fiterman cuenta algunos detalles de la vida de este desconocido y genial artista correntino.
¿Quién fue Benicio Núñez?
Él era un personaje habitual en el mundo de la pintura de los años 60, del arte, siempre modesto, silencioso con sus trajes gris, su corbata; deambulaba tratando de vender sus obras. Cuando lo conocí me entusiasmo su iconografía, sus personajes y sus historias y por eso organicé una exposición en el Centro Cultural Recoleta. En realidad, soy un modesto coleccionista de arte, aunque tengo una colección importante de obras de Carlos Alonso, que doné al museo Alonso de Mendoza. Benicio trataba de vender sus obras, sus libros, dibujos y yo le compré el primero en 1960 y así iniciamos una amistad.
En ese momento yo tenía una empresa constructora y cuando llegaba fin de año regalaba dibujos de Benicio a los clientes que me acompañaban. Traté de ayudarlo mucho, lo llevé a Europa.
En realidad, no tuvo una incidencia importante en el mundo comercial del arte ni fue reconocido en vida. En un momento determinado él había preparado para una serie de ilustraciones del “Fausto criollo”, y le compré toda la colección, incluso hice una edición y una exposición en la sala de exposiciones de la Secretaría de Cultura de la Nación y fue difícil siempre poder instaurar la obra de Benicio con éxito. Toda esa obra de ilustración del “Fausto criollo” la doné al Museo de Bellas Artes de Corrientes.
¿Porque hace esto?
Porque creo que es un deber como ciudadano conservar una colección enorme de un artista y en un determinado momento poner al servicio de la gente; eso me ha llevado a donar esas ilustraciones. Para mi va a ser un orgullo que esto esté en el Museo de Bellas Artes de Corrientes.
¿Qué otra actividad tenía Benicio que usted conozca?
Él vivía ilustrando. Era coleccionista de libros antiguos. Buscaba muchas cosas en anticuarios que luego vendía. Es decir, se las rebuscaba como podía. Creo que le di a mi hija un cuaderno con ilustraciones y dibujos antiguos muy lindos.
¿Qué es la fundación Alom para las artes?
En el momento determinado sobre la base la colección de obras que compré hicimos una fundación que se dedicó fundamentalmente a editar libros sencillos de capítulos de la vida de distintos artistas argentina. Realizamos 12 títulos reivindicando a artistas con el objetivo de hacer conocer los distintos personajes de la pintura argentina y eso también me gustaría donar a la Biblioteca del Museo de Bellas Artes de Corrientes.