Dr. Jorge Gorodner (*)
Especial para El Litoral
Las enfermedades emergentes según la OMS son de naturaleza desconocida o de nueva aparición hasta el momento, generalmente de tipo infeccioso o transmisible.
Epidemiológicamente deben consignarse chagas, dengue, malaria, leishmaniosis, esquistosomiasis, leptospirosis, fiebre amarilla, fiebres hemorrágicas; fiebre por virus del Nilo Occidental, encefalitis de San Luis, hantavirus, etc; habida cuenta del papel que cumplen en su transmisión los agentes vectores. También deben tenerse en cuenta, desde el punto de vista multimicrobiano, las diarreas y las neumopatías, particularmente en desnutridos; además de otras patologías no infecciosas como las cardiovasculares por estrés, las oncológicas por cancer de piel, entre otras.
La presencia o conminación de patologías como las mencionadas, que se estiman en unas 300, están influenciadas por el calentamiento global, que constituye un factor de indudable significación. Pero no es la única causa que determina el compromiso sanitario en toda su complejidad, sino que deben tenerse en cuenta otros componentes que inciden en la magnitud de la problemática y son en gran medida responsables del impacto ambiental resultante, por lo tanto existe una multifactoriedad epidemiológica.
Un estudio llevado a cabo en el nordeste de Argentina hace unos años nos permitió afirmar que todas las transformaciones producidas sobre el medio ambiente y sus formas de vida producen crisis en los organismos que no pueden adecuarse a los cambios a que se encuentran expuestos. Por eso, los cambios introducidos por el hombre en el medio aumentan los problemas de salud. Algo semejante ocurre cuando la transmisibilidad de patógenos ocurre en forma global ocasionados naturalmente por la acción del cambio climático, creando ambientes propicios para la aparición y diseminación de enfermedades emergentes..
Se ha comprobado que la intervención humana modifica el ecosistema, ocasionando un impacto ambiental de magnitud con un incremento de la temperatura, la humedad ambiental y el volumen de lluvia, y su correlato sanitario se constata en el incremento de la incidencia de patologías infecciosas emergentes y las ocasionadas por estrés. En tal sentido, cabe la especulación de que no solo el compromiso atmosférico por gases contaminantes es la causa absoluta del calentamiento global, sino que la multifactoriedad por intervención humana conformarían ingredientes de cambio climático y aumento de enfermedades emergentes. Estos factores serían, entre otros, el establecimiento de numerosas represas en el curso de grandes ríos, extensión de fronteras agropecuarias, deforestaciones, crecimiento desordenado de comunidades, insuficiencia de servicios de agua potable y eliminación de excretas, ignorancia, pobreza e indigencia, desnutrición, carencia de políticas educativas y sanitarias, etc., elementos que se conjugan con el aumento de las variables climáticas y ambientales para constituir una situación preocupante y de compleja solución.
Finkielman J. y col., señalaron que “con frecuencia observamos que al alterar las condiciones naturales de una región, se alteran algunas de las condiciones de otras zonas que pueden estar muy distantes de la primera. Los efectos diferidos, tanto en el tiempo como en el espacio, demuestran de manera palmaria la estrecha vinculación que existe entre todos los ecosistemas del planeta. Por ello se considera que los ecosistemas terrestres se encuentran alterados por la acción del hombre”.
Weissembacher M. y col., han manifestado que “en los albores del siglo XXI las enfermedades emergentes plantean un serio desafío para su control. Para controlar estas patologías, dentro de una ecología tanto global como local, que poseen carácter dinámico por estar moduladas por cambios tecnológicos, sociales, económicos, ambientales y demográficos, además del biológico propio de los microorganismos, requiere de una estrategia integrada, donde la vigilancia epidemiológica juega un rol fundamental”.
La vigilancia epidemiológica es una de las herramientas fundamentales en un programa sanitario, donde la aplicación del sistema de información geográfico tiene sus antecedentes en los trabajos de Gesler en 1986. Desde entonces y combinado con el desarrollo de instrumentos matemáticos y tecnología informática se han llevado a cabo experiencias y sistemas de vigilancia y análisis de patologías basados en la perspectiva geográfica. Esto resulta inevitable ya que la salud y la enfermedad se hallan condicionadas por una gran variedad de factores, entre los que debe incluirse el lugar de residencia de la población. Las características de esa localización, incluyendo variables sociodemográficas y medio ambientales, no son sino una expresión de la dimensión espacial. Siendo por lo tanto de gran interés explorar el potencial explicativo que las técnicas topográficas pueden aportar en la comprensión de la dinámica espacial de las enfermedades, particularmente teniendo en cuenta la expansión territorial de vectores.
Estimamos que el hombre es en gran medida responsable de la prevalencia de las enfermedades emergentes, por lo que se considera que a los fines de mitigar el problema planteado debería atenderse una serie de premisas, entre otras se destacan:
*Dotar al sistema asistencial de recursos suficientes.
*Colaborar con diferentes servicios epidemiológicos y asistenciales mediante interconsultas para investigación, control y eventual erradicación.
*Coordinar actividades científicas y académicas en enfermedades emergentes con centros o institutos de investigación.
*Promover pautas normatizadas de diagnóstico y tratamiento.
*Contribuir con la asistencia médica, capacitación y adiestramiento del recurso humano y la investigación médica en enfermedades emergentes.
*Promover la prevención es económicamente más redituable que apelar a la lucha para eliminar una noxa establecida. Por ende, encarar la problemática infectológica de las enfermedades emergentes, además de tratarse de un serio problema sociosanitario también lo es económico y, en circunstancias, de elevado monto. Las acciones que se proyecten deben tener en cuenta la dinámica biológica y ambiental que exigen una estrategia acorde para el eficaz tratamiento de la situación.
Encarar la prevención y lucha con programas sanitarios a largo plazo, enmarcados en una política de Estado, y con la participación responsable de la comunidad atendiendo a sus distintos niveles de competencia, es una medida imprescindible llevar a cabo ante el serio desafío que ello implica.
Bibliografía consultada
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Gorodner J. O. y colaboradores. Las zoonosis y su magnitud epidemiol{ogica. Problermatica del cambio cllimático 1921/ Libro digital, PDF-Archivo Digital: descarga y online Isbn 978-987-86-2910-0
(*) Médico y doctor en Medicina (UBA). Diplomado en Medicina Tropical (USP-Brasil). Profesor honorario de Medicina (UBA). Exprofesor titular de Infectología (Unne). Miembro de la Academia Nacional de Medicina de Buenos Aires. Miembro del Tribunal de Honor de la Asociación Médica Argentina. Excoordinador nacional de Zoonosis y secretario del Comité Coordinador del Centro Panamericano de Zoonosis (OPS/OMS). Exdirector investigador del Instituto de Medicina Regional (Unne). Exdirector de la carrera del Doctorado de la Unne en Medicina.