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El carnaval le ganó a Milei

De pronto y sin que nadie lo imaginara el gobernador Gustavo Valdés pasó por entre medio de los millares de fanáticos que celebraban el triunfo de Sapucay. No alzó los cristales, no desvió el atasco de tránsito, sino todo lo contrario. Se introdujo con su camioneta al núcleo de los festejos e hizo sonar la bocina mientras saludaba a los comparseros. Fue antes de recibir al presidente en el aeropuerto.

Lunes, 19 de febrero de 2024 a las 22:45

Por José Luis Zampa

Y un día terminó el carnaval, esa fiesta que contagia alegría hasta a las piedras del hormigón por donde desfilan las comparsas, entre las que surgió una justa ganadora. Por calidad, entrega de sus integrantes e inteligencia en la temática elegida, Sapucay celebró a lo grande con caravana por la Costanera con un inesperado adherente: el gobernador Gustavo Valdés.

Justo cuando el camión de sonido con las autoridades y las principales figuras de la “Poderosa” se acercaba al epicentro de la algarabía, el primer mandatario pasó al volante de su camioneta por la mano opuesta. Fue reconocido por numerosos fanáticos que comenzaron a saludarlo, gesto que devolvió al reducir la velocidad para felicitar a los ganadores con la mano izquierda en alto, desde las ventanillas completamente bajas.

Fue un flash, pero en la mirada sonriente del gobernador se percibieron unas ganas locas de mezclarse con la multitud al menos por un rato para compartir una alegría que trasciende a Sapucay, pues abarca a todos los que forman parte de la enorme familia del carnaval correntino, de todas las agrupaciones, desde comparseros a dirigentes, desde vestuaristas a coreógrafos.

Una fidedigna fuente oficial reveló días atrás a este columnista que Valdés considera seriamente apadrinar el carnaval con más intensidad, incluso con la posibilidad de provincializar la fiesta que (en plena crisis inflacionaria y de caída del poder adquisitivo) demostró una fortaleza imparangonable: su magnetismo mágico, traducido en una creciente capacidad de convocatoria turística. Va un dato: el 70 por ciento del público que asistió a las nueve noches de desfile corresponde a visitantes llegados de otras latitudes.

La maquinaria turística que se pone en marcha durante las fiestas del carnestoltes (un término derivado del catalán que implica retirar la carne del menú y alude a los orígenes bíblicos de una celebración cuyo sentido es compensar con diversión el recogimiento que luego habrá de iniciarse con la pasión de Cristo) resulta un atractivo indispensable para instalar la marca Corrientes en la región.

Tanto el gobernador Gustavo Valdés como el intendente Eduardo Tassano (quien lleva la camiseta comparsera desde siempre) reconocen el valor cultural, económico y laboral que fluye de la organización de los carnavales, pero hay algo más que se despertó en esta última edición: cuando muchos pensaban que los miembros de las comparsas bajarían los brazos en la peor recesión de las última décadas, la mancomunión de fuerzas pudo más y la edición 2024 brilló como si fuera invulnerable al caos económico que golpea a los sectores medios y bajos de la pirámide social.

Valdés asistió a los programas de streaming dedicados a la farándula carnavalera, cumplió con la promesa de llevar hielo personalmente a los comparseros en la anteúltima noche y siguió de cerca las repercusiones de las fiestas del Rey Momo como si fuera uno más. De hecho, ayer por la tarde lo fue. Aminoró la marcha, se sumó a los bocinazos y agitó el brazo en medio del gentío.

¿Por qué no se quedó? Los comparseros más informados dedujeron la premura que lo impulsaba a seguir hacia el aeropuerto de Cambá Punta. Allí cumplió con la formalidad de recibir al presidente Javier Milei en un contexto de menor impacto, coronado por un grupo selecto de referentes afines al libertario.

A no dudarlo: mientras estrechaba la diestra del jefe de Estado (quien vino a Corrientes un par de horas como invitado del Club de la Libertad), el gobernador tuvo la certeza de que el pueblo estaba en otro lado. Minutos antes había pasado por ese núcleo de la alegría popular, en la esquina de Costanera y Chaco, en medio de música, bailes, banderas, nieve y silbatos.

El contraste era evidente. La pasión correntina por el carnaval fluía por otros destinos y hasta el propio Valdés fue parte del fenómeno de masas por un instante. Quedó claro: en Corrientes, un lunes cualquiera a las cinco de la tarde, el carnaval le ganó a Milei.

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