Por Carlos Lezcano y Fernanda Toccalino
Gloria Polo es artista visual, licenciada en Artes Plásticas, doctora en investigación artística y académica delegada en Formosa de la Academia Nacional de Bellas Artes, docente jubilada y una incansable gestora cultural.
Desde 2008, la conocemos como “Lagloria”. Dice que la jubilación le daba la oportunidad de empezar de cero y “sin portación de apellido” que la ligara al Instituto de Arte y la gestión. Aunque sabemos que eso era difícil por el prestigio ganado, ella quería fortalecerse como artista y se propuso enfocarse en la producción. Y así es como la conocimos: comprometida con la práctica artística, curiosa y confiada, experimentando con los colores, las formas y texturas, expresando ideas que reflejan la realidad social en la que vive o que nos conectan con su universo más íntimo.
Estuvo en Corrientes y en Resistencia innumerable cantidad de veces porque es de las artistas que participa con entusiasmo y nos conecta con la escena de su provincia.
Naciste en un pequeño poblado llamado Ibarreta. ¿Cómo fue tu infancia allí?
Sí, nací en Ibarreta, en el interior de Formosa. Y de pequeña fui a vivir a la capital porque mis padres se trasladaron. Pero todas las vacaciones volvíamos con mis hermanas a pasar varios meses al pueblo, así que conservo hermosos recuerdos de esas vivencias.
Soy el resultado de la interacción de dos culturas: por parte de mi madre, mi familia es de inmigrantes ucranianos, por parte de mi padre, criollos.
¿Quién te motivó a seguir este recorrido de artista?
Yo me acerqué espontáneamente a la Escuela de Bellas Artes de Formosa. Previamente tuve la intención de cursar derecho en la UNNE, y como posibilidad de mejorar mi cultura general, fui a Bellas Artes. Allí me estimularon mucho para seguir en ese ámbito, y fue como encontrar mi lugar en el mundo. Fui la primera cohorte del magisterio y del profesorado.
Mi madre cuando era joven y estudiante de magisterio en Salta, había tomado clases particulares de dibujo y pintura, conservamos sus obras de aquella época.
¿Vos empezaste pintando?
Empecé estudiando dibujo y pintura. Durante mucho tiempo me dedique a la pintura. Ahora estoy en el textil, pero siempre voy y vuelvo, también hago objetos e instalaciones. Tengo ganas de volver a la pintura, en cualquier momento puede ser.
Habitas un mundo lleno de fronteras, ¿cómo se cuelan en tu obra?
Yo siempre fui bastante rebelde a todas las imposiciones del sistema, yo no tengo ningún problema de arriesgarme a hacer todo lo que a mí me gusta fuera de los interesas o las marcas que te indiquen no solo el campo institucional, el mercado de las artes y el mismo público receptor. A mi mucho tiempo me dijeron: “Que lástima que dejaste de pintar” porque estaba haciendo textiles, pero en realidad yo nunca me alejé del color, porque cuando hacía textiles yo trabajaba con el color también. Entonces hay cosas que la gente mucho no entiende, pero yo trato de ser coherente conmigo misma fundamentalmente, para estar feliz.
Hay algo del pago de uno, del lugar de uno, que de algún modo se manifiesta. ¿Cómo crees que eso sucede en tu obra?
En términos de la temática, a mí me gusta el paisaje, el monte, me gusta instalarme en la imaginería infantil de mis ocho años, donde esa dimensión era maravillosa y es una dimensión en el monte. A pesar de que hace muchos años que yo vivo en la ciudad, y aunque anduve por todos lados, viajé ocho veces a Europa, hice mi doctorado allá, pero siempre sentí que mi lugar existencial es ese lugar de los ocho años donde yo estaba rodeada de un monte que parecía gigante.
Experimentas muchísimo con los materiales que son diversos y que adoptan distintas formas. Trabajas en la bidimensión, pero también haces esculturas textiles, blandas, y hay elementos que se repiten. ¿Son buscados o son encontrados los elementos que incluís en tu obra?
Tengo inventarios y archivos de materiales, que me regalan todos mis amigos y mi entorno y demás, porque saben que yo trabajo siempre con elementos reciclados. O sea, que tengo bolsas de juguetes viejos, bolsas de tela, bolsas de materiales que no sabes para qué van a servir, pero están, y trabajo a partir del material, o sea, trabajo con materiales que yo voy reciclando, pero buscándole dar otro sentido cuando uno se manifiesta con ellos. Por un lado, parece medio loco, trato de no distorsionar el sentido de un material, y si es una tela que tenga la calidad de tela, que se pueda ver su textura, su color, sentir, pero, por otro lado, tergiversar también su destino, porque se trata de transformar. Y que en esa transformación tenga un sentido.
¿La idea se anticipa a la elaboración de la pieza?
Nunca trabajo con una idea previa de qué es lo que va a ser. Trato de que la obra encuentre su destino, se configure y yo, por lo general, trato de seguir a la obra y no imponer un concepto en una obra.
Es muy colorido, muy laborioso y me llama la atención el uso de algo tan nuestro, tan de nuestra región, que es el abanico. ¿Cómo llegas al abanico?
Sí, porque el abanico se usa muchísimo en nuestra zona. Todo el mundo lo usa, lo usan en Paraguay, lo usan acá. Hay abanicos que son más elaborados y abanicos que son muy sencillos, muy prácticos y todas las mujeres usan abanico, por las condiciones climáticas de nuestra zona.
Lo que pasa es que hay también algo escondido detrás del abanico.
Sí, hay toda una relación que uno puede hacer con el abanico de encuentros, sentidos, desencuentros, etcétera. Yo no soy una persona que en mi vida diaria use abanico, pero todas mis amigas lo usan. En verano todas usan abanico, y como soporte de un concepto de obra puede ser muy interesante.
Tal vez ustedes vieron una obra que yo trabajé con un abanico muy grande, ese sentido del juego, porque hay que ponerse un abanico para esconderse y jugar, es porque los adultos no nos animamos mucho a jugar, nos avergonzamos. En cambio, a través de un abanico es mucho más fácil jugar, porque de alguna manera es como una máscara donde se esconde, uno se esconde y puede ser más libre para jugar.
¿Fuiste parte de algún grupo de artistas? En Corrientes recibimos con mucho gusto varias exposiciones colectivas gestionadas y curadas por vos, lo hiciste en el Centro Cultural Universitario en una oportunidad con otras mujeres.
Sí, esas mujeres son artistas de Formosa. Lillyan Noriega, que fue una de las fundadoras de la Escuela de Bellas Artes, Elvira Suárez, una colega, y Lili Polo, que es mi hermana, que es artista plástica y que vive en España, pero constantemente va y viene por acá. Entonces, yo siempre tengo obras de ella y trato de mostrarlas en la zona cuando llevo obra mía a exponer. Recientemente, formo parte del Grupo Pasionaria y hace poco expusimos en Resistencia en el Centro Cultural Nordeste.
Con el grupo Pasionaria exponen desde hace un par de años, ¿no?, es un grupo de cuatro mujeres.
Ese grupo, sí. Yo en realidad participaba de un montón de grupos previo a la pandemia, de grupos de artistas que eran de artistas de todo el país. Había uno, por ejemplo, con el que expusimos en siete lugares en un año, siete lugares importantes de todo el país. Lamentablemente eso con la pandemia es como que se quedó latente y no se volvieron a rearmar esos grupos hasta ahora, salvo este de Pasionaria, que a lo mejor por cercanía geográfica nos permite estar más activos. En este momento, si uno no quiere depender de una galería, está muy difícil circular con la obra, incluso por razones económicas. Por ejemplo, yo este año no me presenté a ningún salón, ni concurso porque entras a pensar a ver cómo te cierran los costos, para llevar y traer la obra.
En vos es algo excepcional porque habitualmente participas, estuviste en La Gran Sombra, en el Premio UNNE y en otros salones.
Y en Buenos Aires, en el Salón Nacional participé muchas veces. Pero tampoco es un lamento, yo pienso que un artista tiene que serlo en su territorio también. Yo en casa tengo Casa de Artistas, que es un espacio expositivo que llevo desde hace casi tres años, desde el 2022, donde acá se hacen muestras con entrada libre, gratuita, visitas guiadas, espectaculares, con atención al público, etcétera. Esa es una manera de salir, y de no estar esperando que te reconozcan afuera, que te acepten, etcétera.
Es muy importante el vínculo con la sociedad, no quedarse con el público erudito. Abrir la casa y que todos puedan disfrutar.
Fíjate que este año yo monte la muestra de, creo que eran 23 mujeres de la región, acá en mi casa, que fue incluso auspiciada por la Academia Nacional de Bellas Artes, y habrán venido alrededor de 70, 80 personas en tres visitas guiadas. Es un espacio que evidentemente era necesario.
Gloria, ¿cómo ves la escena formoseña hoy? ¿Qué está pasando allí? ¿Estás en contacto con otras escenas, con otros artistas?
Yo tengo más fe en grupos de artistas jóvenes que veo que se están moviendo y que buscan también espacios alternativos. Así como yo voy exponiendo en mi casa, habilito, pongo muestras mías, muestras ajenas u obras de mi colección privada. Veo que otros jóvenes están haciendo lo mismo, y también me invitan y yo participo. Arman muestras en sus propios domicilios y hacen actividades culturales, una fiesta, van músicos. Es muy interesante, hay un agite donde entran las artes visuales, pero entran otras actividades también.
¿Ves estas cosas que suceden como algo regional, o meramente local? ¿Existen vínculos con el Paraguay?
Estos chicos todavía no tienen vínculo con Paraguay. Yo creo que en algún momento lo van a tener, pero por ahora todavía no lo tienen porque es un grupo que empezó a trabajar recientemente, son egresados de Bellas Artes algunos y otros están terminando la carrera. Es gente muy joven.
Sos delegada académica de Formosa, de la Academia Nacional de Bellas Artes desde hace varios años. ¿Hubo un fortalecimiento de la escena formoseña gracias a este vínculo?
Soy delegada desde el 2008 más o menos. Hace unos cuantos años.
Fui directora del Instituto de Arte muchos años. En esa época y post mi jubilación, seguí vinculada con el instituto a través de la academia, llevando y trayendo gente muy destacada, como Matilde Marín que vino varias veces, hubo interesantes aportes de la academia hacia el instituto de arte, entre otras cosas: libros.
Yo gestiono sin fondos propios y sin ningún otro cargo, siendo delegado, la Academia te habilita una gestión más fluida. Ser un referente en la academia es un soporte que te permite gestionar más.
A mí me gusta mucho la gestión, es como la otra carrera que uno hace en simultáneo. Me completa, como artista.