Rezo de madre por una nena perdida hace 18 años

FRANCISCO MALDONADO

DE LA REDACCION

Una historia que toda-vía no tiene final. El 17 de mayo de 1994, en una esquina del barrio Nue-vo, una nena de 7 años, Nata-lia Soledad Falcón, fue vista por última vez antes de las 8 cuando se dirigía a la escuela. Se cree que fue secuestrada, pero lo cierto es que pasaron 18 años de su misteriosa desaparición y desde entonces nada se sabe de ella. La buscaron en toda la provincia, en países vecinos y nun-ca la encontraron.

Para su mamá, Yolanda Noemí Falcón, desde entonces hay un ante y un después. “Sin Natalia, para mi no hay día de la madre ni hay Navidad”, dijo con esa es-peranza de madre de encontrarla algún día.

Con el correr de los años, Natalia hoy tendría 25 años y el Juzgado de Menores dejó de buscarla por tener ma-yoría de edad trasladando el caso a la División de Perso-nas Buscadas.

La larga historia que aún no tiene ningún final ocurrió hace 18 años atrás. Na-talia Soledad tenía 7 años y cursaba el segundo grado de la escuela “La Telechea” del barrio 17 de Agosto. Un 17 de mayo alrededor de las 7.45 salió de la casa de su abuela, ubicada por calles Los Ala-mos y Paiubre, del barrio Nuevo con destino al establecimiento educativo. Desde ahí su paradero se desconoce.

Nunca llegó a la escuela, tampoco en la esquina donde siempre se juntaba con una amiga y juntas iban a la es-cuela. Se presume que fue raptada y subida a un au-tomóvil. El único testigo en ese entonces era un vecino, quien por su edad y con el correr de la investigación fi-nalmente falleció. Sin em-bargo, logró aportar datos del sujeto que supuestamente alzó a la niña en un auto-móvil rojo, aunque finalmente el aporte fue casi anecdótico.

El hecho ocurrió en medio de una seguidilla de casos de chicos desaparecidos: Carli-tos de un año, Natalia de 7 y Bejarano de 9 años fueron las pequeñas víctimas de ese fenómeno.

La triste historia del ‘94 remite hoy a varios casos de chicos desaparecidos de sus hogares, algunos fueron lo-calizados en localidades del interior y otros con fines luctuosos. El caso de Natalia nunca más se supo y pasaron los días, semanas, meses y largos 18 años y la historia aún no tiene un final.

“Cada noche rezo por su vida pero termino llorando, desde que no la tengo a mi lado no soy feliz”, dijo su madre quien con el documento de identidad y una ca-ja de recuerdos revive la es-peranza de verla algún día.