“Si el edificio tiene dos tercios en buenas condiciones quizás el resto se puede arreglar; sino es probable que haya una implosión”, estimó el ingeniero Carlos Lloi, de la Dirección de Obras Particulares de la Municipalidad.
El funcionario explicó en declaraciones radiales que la próxima tarea será apuntalar la parte delantera del edificio y luego se comprobará el estado de las propiedades contiguas y las de enfrente.
El riesgo principal justamente es ese: que el edificio no esté apuntalado. “Ya se derrumbó un pedazo; está todo atado con alambre”, afirmó.
La decisión sobre si se realizará la implosión definitiva será luego de consultar a los técnicos más importantes del país, sostiene el diario local Rosario3.