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Goya tiene el teatro más viejo, y con fantasma

Es histórico y llena de orgullo tener el teatro más viejo del país. Está en Goya, la segunda ciudad de la provincia, y como casi todos los edificios de este tipo, tiene también sus historias de fantasmas y fenómenos paranormales, que se manifiestan en distintas oportunidades.
GENTILEZA

Por Francisco Villagrán

Especial para El Litoral

Goya fue conocida antiguamente como “la petit París”, en especial por el teatro que tiene la ciudad, el más viejo del país, fundado en 1877, y con una historia digna de destacar por donde desfilaron desde bailarines del Lido de París hasta destacados y reconocidos artistas nacionales como Luis Sandrini, Pepe Arias, los hermanos Podestá, Paulina Singerman, Libertad Lamarque, Enrique Muiño, Norma y Mimí Pons, Soledad Silveyra, China Zorrilla y Carlos Barbieri, entre otros.

En cierto modo, ellos fueron responsables de la movida cultural que llevó a que Goya sea considerada a nivel país como “la petit París”. Pero el Teatro Municipal Solari, al cual hacemos referencia, ubicado en la calle Juan Esteban Martínez 357, de Goya, además de registrar la visita de figuras mundiales, tiene también en su historial, la presencia y manifestación de fenómenos paranormales, fantasmas y apariciones que en su momento causaron sensación y asombro entre quienes conocieron su sorprendente historia.

Su construcción se inició en 1873 bajo el nombre de “Teatro Club 25 de Mayo” y tiene una capacidad de 600 butacas. Fundado en 1877, es el más antiguo del país, seguido por el teatro San Martín de Córdoba capital, fundado en 1910 y en tercer lugar, nuestro coliseo mayor, el Teatro Oficial Juan de Vera, fundado en 1913. En cuanto a la acústica, el Teatro Vera es el segundo mejor del país, detrás del Teatro Colón de Buenos Aires, otro orgullo para los correntinos. 

El teatro de Goya es conocido también por sus historias de fantasmas, ya que la tradición indica que en todos los teatros del país existen historias de este tipo, como los de Buenos Aires, Maipo, Astros, El Nacional, Cervantes, Lola Membrives y Blanca Podestá, por nombrar sólo algunos. Las tareas de construcción comenzaron a principios de 1873 por iniciativa del tipógrafo italiano don Tomás Mazzanti; en esa época Goya era una próspera comunidad de inmigrantes italianos y, sumado esto, con el apogeo de la producción tabacalera fueron el sustento económico de aquella “época dorada”.

Mazzanti comprendió la necesidad de que la ciudad contara con un centro cultural acorde a su importancia, entonces transmitió su inquietud a un grupo de vecinos que se interesaron por el proyecto y así fue que comenzó a ponerse en marcha este sueño. El tipógrafo no escatimó en gastos para la construcción del flamante centro cultural. La obra se realizó con arquitectos traídos de La Plata, la madera utilizada era de Canadá, los materiales eléctricos de Alemania, los muebles de Viena, los apliques italianos, y las chapas estampadas de los palcos, tertulias y pulman, se confeccionaron en Buenos Aires. A tanto llegaba el esplendor, que el telón del escenario y las cortinas se realizaron en terciopelo francés, con sellos bordados en oro. Fue una obra avanzada para la época, un lujo que jamás Goya soñó con tener y  ser pionera en el país.

Los dueños

En 1919 fue adquirido por Amancio Cirrea que en honor a su hija lo llamó “Teatro Elsa” y después fue comprado por un señor de apellido Brest quien lo rebautizó con el nombre de su señora esposa y pasó a llamarse “Teatro Isabel”. En 1927 un inmigrante italiano, Santiago Lorenzo Solari, residente en Chile, lo compró por la suma de 5.000 pesos fuertes y cuando este fallece en 1949, sus tres hijas deciden cambiarle el nombre y queda “Teatro Solari” hasta que en 1994, su actual propietario, Aníbal Olivetti, nieto de Santiago Solari, lo cede en alquiler al municipio desde el 1 de julio. La Fundación Amigos del Teatro colabora en su mantención y es sede permanente de los ensayos del Ballet Municipal de Goya. 

Extraños habitantes

Sin duda que todo edificio antiguo guarda entre sus paredes presencias desconocidas, entidades que alguna vez pertenecieron a este mundo físico y que hoy habitan en el mundo espiritual. Los habitualmente llamados “fantasmas” son en realidad entidades desencarnadas que por distintas causas se apegaron a este mundo físico y del cual se resisten a partir definitivamente viviendo como si no hubieran muerto, en los lugares más queridos por ellos. En Goya circulan numerosas historias referidas a “Los fantasmas del Teatro”, muchos testimonios dan cuenta de ruidos y pasos espectrales durante los ensayos, incluso en algunos eventos importantes y también hay firmes versiones de quienes afirman haber visto extrañas figuras circulando por el teatro, incluso entre las plateas, cuando el edificio está vacío. No faltan testimonios de quienes afirman haber escuchado voces, risas, pasos y cuchicheos en la soledad del teatro, cuando no hay nadie aparentemente.

Más allá de las manifestaciones con las cuales los fantasmas se hacen presentes, aquellos que dicen haber hecho contacto con seres fantasmales, los describen como una figura difusa o sombra monocromática. 

Pueden tener algunas de estas características entre las más comunes: ser transparentes o nebulosas, flotar en el aire, emitir un ruido, pueden tener cuerpos casi reales, pero sin pies, esta es una característica, los fantasmas no tienen pie, nadie sabe explicar por qué pasa esto, además, no caminan, se desplazan. También pueden provocar que baje la temperatura en el lugar donde aparecen (termogenésis), pueden parecer sólidos y mover cosas, etcétera. En cuanto a su vestimenta, pueden ser vistos con la ropa que utilizaban al momento de morir o con la que fueron enterrados o usando una sábana como mortaja.

Uno de los espíritus que habitualmente se manifiesta, es el que se atribuye a una bailarina que se suicidó en el sótano del teatro, en la década de los 80. Fue “bautizada” por la directora del teatro como “Ana” en homenaje a la gran bailarina rusa Anna Pavlova, y ella afirma haberse encontrado de frente con el fantasma en los pasillos del teatro en más de una ocasión, hecho que también habría sido protagonizado por personal del teatro.

Según comentarios de los más antiguos, “Ana” estaría acompañada por el fantasma de un hombre del cual no se sabe nada, más allá de las anécdotas de pianos que suenan aún estando cerrados, especialmente por las noches como así también los eternos pasos errantes en determinadas horas de la noche. Algunos creen, otros temen y hay quienes optan por el escepticismo burlón, pero pocos dejan de hablar de los “fantasmas del Teatro” en Goya.

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