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¿Pena de muerte?

Por José Ceschi

¡Buen día! Un sujeto que viola y mata a una chiquita de 5 años ¿merece vivir? En la Argentina cualquier encuesta responderá que al menos el 70 por ciento de los entrevistados piensan que merece la muerte. Y claman para que la pena de muerte se reimplante en el país. Alguna vez, muchas décadas atrás, yo pensaba lo mismo. Hoy hago una distinción bastante clara: Hay personas que merecen morir; pero nadie tiene derecho a matarlas.

Creo que esto necesita alguna explicación. Hay personas tan malvadas y siembran tanto horror con sus crímenes, que no merecen el título de seres humanos. De acuerdo. Pero hay una segunda parte que, para entenderlas, requiere de nosotros un crecimiento interior que nos obliga a respetar a esas personas, por el sólo hecho de ser personas. Y ese respeto excluye totalmente la posibilidad de la condena a muerte. ¿Respeto? ¿Respeto a quien no respetó vidas inocentes? ¿Respeto a un sujeto que viola y mata? Usted puede agregar todas las preguntas que quiera, que serán muchas y muy razonables. Pero me temo que, aun cuando sea el Estado el que aplique la pena capital, no se haga justicia sino venganza. Que son cosas bien diferentes.

Por otro lado, desde el punto de vista jurídico, es impensable que pueda reintroducírsela. Nuestra Constitución lo prohíbe. Y aunque queramos reformarla, no podremos incluir esa pena por acuerdos previos con organismos internacionales que la prohíben. Pero más allá de lo jurídico, lo importante es que sepamos contener nuestros impulsos, por muy razonables que sean, y generar espacios de reflexión que nos ayuden a superar, definitivamente, el arcaico principio del “ojo por ojo, diente por diente”.

Por supuesto, la justicia deberá aplicarse en todo su rigor. Estamos cansados de ver que tantos graves delincuentes, por “buena conducta” penitenciaria (o por “buenas influencias” de gente poderosas) terminan volviendo a la calle, para reincidir en el mismo delito, o cosas peores. Una cárcel de pena máxima es, para ciertos delincuentes, todavía peor que la condena a muerte.

¡Hasta mañana!

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