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/Ellitoral.com.ar/ Opinión

La jugada del Papa que desconcertó al Gobierno

Si uno se guía por lo que dicen en el Vaticano, sólo Dios y unos pocos saben qué pasó con la fallida nominación de Luis Bellando. Dicen: el pedido de plácet para el embajador nunca llegó. O sea: el problema no fue de ellos sino de otros. En este caso, del Gobierno.

Hay otras explicaciones, más terrenales: con Bellando pasó algo parecido a lo que pasó con Alberto Iribarne en tiempos de Kirchner. Se gestionó su nombramiento y el Vaticano dejó pasar meses y meses y nunca contestó. Una fórmula que aplican desde hace siglos para vetar sin vetar. El motivo: Iribarne estaba divorciado.

Bellando también lo está. Aunque con una diferencia: se casó por civil, se divorció y se casó con otra mujer por Iglesia, que es el casamiento que verdaderamente importa para el Vaticano. ¿Es posible que en pleno siglo XXI la Iglesia aún considere inaceptable que una persona divorciada sea embajador o embajadora allí? Sí, está claro, clarísimo que es posible. Tan posible como que haya decisiones que son pura hipocresía: la misma Iglesia que impugna divorciados cobija abusadores a todos los niveles.

Aquí le ventilaron a Bellando no sólo que era divorciado sino también que había sido sumariado por el ministro Taiana por desfilar sin permiso en una comparsa cuando era cónsul en Rio. Buscaron exponerlo como un fiestero y sumarle otro problema a su candidatura. Lo cocinaron internamente. Y eso que Bellando se convirtió en católico fervoroso y practicante y es un diplomático profesional, como aconsejó Francisco que enviaran a Roma. En Palabras de un hombre de Bergoglio: después de la experiencia del lobista Eduardo Valdés, el Papa no quiere un político que monte ahí una unidad básica. Incluso, ordenó retirar unas 200 sillas para invitados argentinos en las audiencias públicas.

¿Quién se opuso a Bellando, un desconocido? Hay una o varias internas y todas nos pertenecen casi por completo. El canciller Solá delegó la designación en Gustavo Béliz, hoy mano derecha de Alberto Fernández y también un católico fervoroso y practicante. Alguien que no lo quiere o quiere otro embajador en el Vaticano operó contra Béliz, que dentro de la Iglesia es más Sánchez Sorondo que Francisco. Sánchez Sorondo es un cardenal conservador que cumplió los años para jubilarse y fue enemigo de Bergoglio hasta que Bergoglio fue ungido Papa. Vio el nuevo poder y cambió rápido de bando. Pero los bergoglistas puros no lo han perdonado. La mayoría de ellos habla seguido con el Papa aunque estos días tienen problemas para hacerlo. Francisco jubiló a su secretario argentino Pedacchio que lo acompañó cinco años y lo reemplazó por un egipcio que habla varios idiomas pero no sabe contestar mails y mensajes en español. Pedacchio respondía desde el celular. Ahora, el Papa que recibe unos 3.000 correos por día tiene que escribir los textos y el egipcio los escanea.

El embajador en el Vaticano tiene más valor simbólico que real: pocas veces ve al Papa. Ocasionalmente recibe mensajes que el Papa quiere que transmita. El Presidente es el verdadero embajador como el Papa es acá el verdadero Nuncio, cargo ahora vacante.

Ni el divorcio ni la batucada explican por qué el Papa decidió voltear a Bellando. Es algo grave: el Papa argentino sancionando al gobierno argentino. ¿Quiso dar el mensaje de que Béliz no maneja la relación con el Vaticano? ¿O sintió que le imponían un candidato y reaccionó ante las desprolijidades en el trámite? Pero estando su país de por medio, la decisión no pudo pasar por la burocracia vaticana sin consultarlo. Eso hubiera sido un milagro. Y esto, por ahora al menos, es más bien un misterio.

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