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El periodo más largo y el último mensaje como punto de partida

El gobernador volvió al palacio legislativo con un repaso de dos horas por los desafíos cumplidos, las metas por alcanzar y la dureza con la que afrontó un año de pandemia desencadenante de una crisis. Tono de agradecimiento y contenido con miras a un proyecto a largo plazo.

Con lo que le permitió la retórica, Gustavo Valdés le anticipó a la provincia que no tiene ninguna intención de que el discurso de ayer ante la Asamblea Legislativa haya sido el último de su carrera. Al menos dentro de este periodo, el más largo de institucionalidad sin intervenciones federales en Corrientes.

El Gobernador volvió después de un año duro a sentarse en el estrado de la Legislatura, flanqueado no solo por los responsables de administrar política y orgánicamente las cámaras, sino también dos precandidatos, como lo son el vicegobernador Gustavo Canteros y el presidente de la Cámara de Diputados, Pedro Cassani.

Adelante tuvo a la claque legislativa de la provincia, el orden burocrático más dificultoso de atravesar para el cumplimiento de algunos objetivos que ha tenido el mandatario, pero a la vez, el escenario en el que puede remontar su épica: hacen falta normas para alcanzar las metas que se sostienen en las columnas programáticas de la alianza, como la modernización, el desarrollo y la inclusión.

Aunque repasó las políticas de Estado obtenidas mediante su sanción de ley y el beneficio que han tributado, sin lugar a dudas el reclamo de aprobación de la norma que regula la paridad de género (tanto como el voto joven) es el más fuerte.

Y lo pidió con “urgencia”, según dijo, en un mensaje ya sin fisuras ni eufemismos pronunciado ante los jefes parlamentarios de su propia alianza y una oposición en minoría, que, de paso, le contó en Twitter cuántas ministras integran el gabinete.

Más allá de la muñeca política con la que maniobre su intención de avanzar con el programa de gobierno, Gustavo Valdés les dijo a los legisladores que no está en sus planes dejar cuentas pendientes y les mostró que el camino que se animará a recorrer es mucho más liso que el que le tocó trotar en 2020.

El ripio ingrato de la pandemia lo hizo correr contra una crisis que se reflejó en la falta de 9.000 millones de pesos que el Tesoro de la Provincia esperaba recibir y ni siquiera los pudo oler.

Con lo que tuvo, en tres meses su gestión construyó la principal arma con la que batalló al coronavirus, como el hospital de campaña, y apagó los focos sanitarios que la enfermedad despertó a lo largo de un año de pandemia.

Pero al mismo tiempo, sostuvo, despachó una porción ancha de la torta presupuestaria hacia los salarios y ratificó que en 2021 ese pedazo será del 60% del total de los recursos. Y también que cumplirá con la orden legal de convidar a los municipios.

“En Corrientes no especulamos con el color político de los intendentes, todos reciben los recursos que les corresponden, sin importar sus preferencias políticas”, dijo Valdés al promediar su mensaje.

Esa circunstancia, trasladada al plano nacional y el vínculo con la provincia, es la que no solo le ayudó a soportar el peso de un año de crisis y virus, sino también a dar un formato de política institucional a la relación con Alberto Fernández.

Al menos tres veces le agradeció al jefe de la Casa Rosada haber sostenido con recursos y acciones las promesas o pedidos generados desde el palacio de Salta y Mayo.

Ese detalle, transferido a la opinión pública, resulta en una sensación de apoyo mutuo y, por consiguiente, de continuidad, lejos de los tiempos de pertrechos políticos para diferenciarse de un modelo nacional.

hacia la clase política, el mensaje funda una posición que no da entidad a opositores y opositoras que deban salir a defender a su o sus referentes en Buenos Aires. Ergo, les quita un fundamento para trascender.

En ese sentido, Valdés se muestra hábil, indicando que no necesita más frentes externos que los que ya tiene con la crisis del virus y el peso de la burocracia legislativa barnizada con el color de su propio partido.   

Por consiguiente, sumó constancias de que le tocó capear también otros temporales, como la sequía más severa de los últimos 60 años, los incendios rurales y hasta la bajante de los ríos.

La pobreza fue un tópico ausente en su discurso, mas no las herramientas con las que ayudó el Estado a resolver el dilema de la mesa diaria en sectores vulnerables, a donde sostuvo que fueron destinados 3.000 millones de pesos.

Caminos y energía, conectividad con fibra óptica, gas natural, viviendas, más reivindicaciones en espera en el Estado nacional, escuelas y una app educativa, computadoras, comisarías, el Banco de Corrientes, una cárcel y hasta el Iberá entraron en el legajo que mostró Valdés sobre lo hecho y lo proyectado.

Todo, con un tono de agradecimiento, concepto con el que inició y con el que cerró su discurso inaugural, un tramo en el que mostró que está en la sala de preembarque para alcanzar otros cuatro años.

De hecho su frase final fue: “Hoy renuevo mi compromiso ante el millón cien mil correntinos de seguir trabajando todos los días para construir una provincia mejor para todos”.

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