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Jorge Leonidas Escudero o “el umbral de otro mundo”

Nació en San Juan en 1920 y murió en 2016. Abandonó sus estudios de agronomía para dedicarse a la minería. Comenzó a publicar a los 50 años. Fue incluido en la Antología de la Poesía Argentina publicada por Raúl Gustavo Aguirre en 1979. Algunos de sus poemarios pubicados son: La raíz en la roca (1970), Le dije y me dijo (1978), Piedra sensible (1984), Basamento cristalino (1989), Elucidario (1992), Jugado (1993), Cantos del acechante (1995), Viaje a ir (1996), Caballazo a la sombra (1998), Aguaiten (2000), Senderear (2001), A otro hablar (2001), Verlas venir (2002), Andanzas mineras (2004), Endeveras (2004), Divisadero (2005), Tras la llave (2006), Caza nocturna (2007) y Dicho en mí (2008). Poesía Completa (2011). 

Por Rodrigo Galarza

Especial para El Litoral

Desconozco si nuestro asaltante de hoy, Jorge Leonidas Escudero, conoció al poeta pampeano Bustriazo Ortíz, pero me gusta pensarlos juntos, ardiendo, emponchados ambos de vinos púrpuras, mientras perforan la noche, cada uno, con sus secretos buriles de silencio; mientras hacen de la periferia, como siempre lo hicieron, el más exquisito centro del mundo: ¿de espalda a qué?, ¿de frente a qué? Aquí y ahora la urgencia de la palabra para decirse de sí en sí para el otro.

El poeta sanjuanino vivió ajeno a su generación de poetas, a los círculos literarios y académicos. Publicó su primer poemario a los 50 años, pero nunca dejó de buscar el oro de la palabra (también buscó el metal, fue minero) tal como expresara alguna vez: “El asunto de la palabra única es la que va a expresar lo que uno realmente siente, pero no alcanza la palabra contra la palabra única, entonces yo por ahí en un poema digo, que entonces hay que hundir el lápiz en el papel y hacer un agujero para el otro lado a ver si está ahí la palabra única. Todavía la sigo buscando, y no la encuentro, ni la encontraré parece, porque creo que nadie la puede encontrar, porque lo que sentimos nosotros debe ser inenarrable”.

Escudero explora la oralidad en su poesía, hace hablar el verso provocando a las posibilidades expresivas del castellano. Nada hay de impostado en su pulso con la lengua, más bien una sencillez a la que llega tras su arduo trabajo de minero.

¡Salud, poesía y libaciones!

Muestrario mínimo

ANTE LA INMENSIDAD

Fue alguna de esas noches en que 

    [miraba cielo

en lejanías sobre campo oscuro y vi

cruzárseme un relámpago lejano. Fue tal

como ver chispear una idea

en el umbral de otro mundo.

Es como si en el fondo del desierto     [hubiera

querido hacerse luz una verdad pero pasó fugaz y quedé a oscuras.

Parece que la inmensidad

quiere decirme un secreto y al ver

que todavía falta mucho en mí

queda muda.

A OTRA COSA

¿Pongámonos bien la vida

que nos pusimos del revés?

En vez de alimentar historias 

    [de plomo

digamos cosas fáciles.

En vez de hacer de perro 

    [del hortelano,

o llorar a la luna porque 

    [no nos quieren,

echemos pájaros en el jardín de las 

    [preciosidades.

Probemos saludar a desconocidos

a ver si aparece el amor,

pues qué delgado está el mundo,

qué pálido, y necesita apoyo.

Aventa una palabra uno y afecta 

    [al tiempo futuro;

por eso hay que hablar con cuidado

y sonreír más.

Pongámonos bien la vida 

    [a ver qué pasa,

pues así como estamos se han 

    [desequilibrado

los bancos de las plazas

y si no intervenimos

¿a dónde va a ir la gente a tomar aire?

APRIETE

Atiéndanme a esto que les digo         [aunque

antes ya lo dije, pero

sean buenos porque necesito

compañía neste asunto.

Que otra vez fui a dormir a campo     [abierto

y al despertarme al rato veo

al cielo echado sobre mí.

La Cruz del Sur clavándome el pecho,

las Tres Marías ciñéndome 

    [la frente y

un lucero espantoso apretándome     [la garganta.

E me exigían hablara que 

    [qué relación

tenía con sus esplendores,

que si sentía la inmensidá en mí,

la presión del Universo, dijera algo.

Cerré ojos y estuve desvelado

pensando que les decir qué

si no sabía nada de nada. 

    [Pero musité:

Señoras estrellas yo soy un humilde

buscador de piedras que vine a la         [montaña

y soy inorante de vuestras 

    [grandiosidades.

ATISBOS

Veces me alejo caminando lejos

en divergencia de mis propios pasos.

¿Busco lo perdido hace miles 

    [de años?

Un hombre oscuro pervive, late

como crisálida o un algo

que pide abrir alas en mí. Siento

que desde la penumbra me empuja pan que regrese

¿a dónde?

De modo que divago y fluctúo

en la ciudad bullicio y abatido

me derrumbo en los bancos 

    [de las plazas,

espero no sé qué.

El hombre misterioso 

    [se aproxima, intenta

religarme a su mundo indefinido pero no doy chispa, no accedo

a su fervor de vida más allá de todo.

La vislumbre de Eso me perturba.

Hombre oculto no insistas,

ya es demasiado tarde, no puedo

volver a donde nunca estuve.

BOLICHE

Esperando a su huérfano 

    [en la ruta sombría

Alguna de vacía silla totora está.

Mugre de viejos días ensucia 

    [las paredes,

las moscas se pegan a los vasos.

Sale afuera diez pasos el vino 

    [y refermenta

junto a la acequia orina 

    [y yerbamota.

Un uú de paloma callejonera 

    [impulsa

la brisa en los poemas últimos 

    [del verano.

Cuatro flacos atados a la vara 

    [dormitan y cabizbajos

sueñan que los pialan con pasto.

Por cuestiones de alcohol llega a         [veces la muerte,

ese “bicho que pica sin remedio 

    [en botica”.

Veces sale un borracho y explica,

lo inexplicable

con un grito en la noche.

Lo inescrutable

Si usted toma la punta 

    [de un conocimiento

y empieza a tirar el hilo

va a sacar una sombra.

Es tremendo y espanta,

porque si todo está unido a todo

uno piensa extraer un pez gordo

y termina vencido con 

    [la boca gusto a nada.

Mi caso es el de siempre, 

    [siempre el mismo.

Ya no puedo callar y más tranquilo

vivir sino que indago 

    [e inmerecidamente

caigo en la oscuridad.

Tras el fuego sagrado a si pellizco

me levanto alta noche y sigiloso

pongo la caña de pescar en vano.

Sin embargo insisto.

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