Jorge Leonidas Escudero o “el umbral de otro mundo”
Por Rodrigo Galarza
Especial para El Litoral
Desconozco si nuestro asaltante de hoy, Jorge Leonidas Escudero, conoció al poeta pampeano Bustriazo Ortíz, pero me gusta pensarlos juntos, ardiendo, emponchados ambos de vinos púrpuras, mientras perforan la noche, cada uno, con sus secretos buriles de silencio; mientras hacen de la periferia, como siempre lo hicieron, el más exquisito centro del mundo: ¿de espalda a qué?, ¿de frente a qué? Aquí y ahora la urgencia de la palabra para decirse de sí en sí para el otro.
El poeta sanjuanino vivió ajeno a su generación de poetas, a los círculos literarios y académicos. Publicó su primer poemario a los 50 años, pero nunca dejó de buscar el oro de la palabra (también buscó el metal, fue minero) tal como expresara alguna vez: “El asunto de la palabra única es la que va a expresar lo que uno realmente siente, pero no alcanza la palabra contra la palabra única, entonces yo por ahí en un poema digo, que entonces hay que hundir el lápiz en el papel y hacer un agujero para el otro lado a ver si está ahí la palabra única. Todavía la sigo buscando, y no la encuentro, ni la encontraré parece, porque creo que nadie la puede encontrar, porque lo que sentimos nosotros debe ser inenarrable”.
Escudero explora la oralidad en su poesía, hace hablar el verso provocando a las posibilidades expresivas del castellano. Nada hay de impostado en su pulso con la lengua, más bien una sencillez a la que llega tras su arduo trabajo de minero.
¡Salud, poesía y libaciones!
Muestrario mínimo
ANTE LA INMENSIDAD
Fue alguna de esas noches en que
[miraba cielo
en lejanías sobre campo oscuro y vi
cruzárseme un relámpago lejano. Fue tal
como ver chispear una idea
en el umbral de otro mundo.
Es como si en el fondo del desierto [hubiera
querido hacerse luz una verdad pero pasó fugaz y quedé a oscuras.
Parece que la inmensidad
quiere decirme un secreto y al ver
que todavía falta mucho en mí
queda muda.
A OTRA COSA
¿Pongámonos bien la vida
que nos pusimos del revés?
En vez de alimentar historias
[de plomo
digamos cosas fáciles.
En vez de hacer de perro
[del hortelano,
o llorar a la luna porque
[no nos quieren,
echemos pájaros en el jardín de las
[preciosidades.
Probemos saludar a desconocidos
a ver si aparece el amor,
pues qué delgado está el mundo,
qué pálido, y necesita apoyo.
Aventa una palabra uno y afecta
[al tiempo futuro;
por eso hay que hablar con cuidado
y sonreír más.
Pongámonos bien la vida
[a ver qué pasa,
pues así como estamos se han
[desequilibrado
los bancos de las plazas
y si no intervenimos
¿a dónde va a ir la gente a tomar aire?
APRIETE
Atiéndanme a esto que les digo [aunque
antes ya lo dije, pero
sean buenos porque necesito
compañía neste asunto.
Que otra vez fui a dormir a campo [abierto
y al despertarme al rato veo
al cielo echado sobre mí.
La Cruz del Sur clavándome el pecho,
las Tres Marías ciñéndome
[la frente y
un lucero espantoso apretándome [la garganta.
E me exigían hablara que
[qué relación
tenía con sus esplendores,
que si sentía la inmensidá en mí,
la presión del Universo, dijera algo.
Cerré ojos y estuve desvelado
pensando que les decir qué
si no sabía nada de nada.
[Pero musité:
Señoras estrellas yo soy un humilde
buscador de piedras que vine a la [montaña
y soy inorante de vuestras
[grandiosidades.
ATISBOS
Veces me alejo caminando lejos
en divergencia de mis propios pasos.
¿Busco lo perdido hace miles
[de años?
Un hombre oscuro pervive, late
como crisálida o un algo
que pide abrir alas en mí. Siento
que desde la penumbra me empuja pan que regrese
¿a dónde?
De modo que divago y fluctúo
en la ciudad bullicio y abatido
me derrumbo en los bancos
[de las plazas,
espero no sé qué.
El hombre misterioso
[se aproxima, intenta
religarme a su mundo indefinido pero no doy chispa, no accedo
a su fervor de vida más allá de todo.
La vislumbre de Eso me perturba.
Hombre oculto no insistas,
ya es demasiado tarde, no puedo
volver a donde nunca estuve.
BOLICHE
Esperando a su huérfano
[en la ruta sombría
Alguna de vacía silla totora está.
Mugre de viejos días ensucia
[las paredes,
las moscas se pegan a los vasos.
Sale afuera diez pasos el vino
[y refermenta
junto a la acequia orina
[y yerbamota.
Un uú de paloma callejonera
[impulsa
la brisa en los poemas últimos
[del verano.
Cuatro flacos atados a la vara
[dormitan y cabizbajos
sueñan que los pialan con pasto.
Por cuestiones de alcohol llega a [veces la muerte,
ese “bicho que pica sin remedio
[en botica”.
Veces sale un borracho y explica,
lo inexplicable
con un grito en la noche.
Lo inescrutable
Si usted toma la punta
[de un conocimiento
y empieza a tirar el hilo
va a sacar una sombra.
Es tremendo y espanta,
porque si todo está unido a todo
uno piensa extraer un pez gordo
y termina vencido con
[la boca gusto a nada.
Mi caso es el de siempre,
[siempre el mismo.
Ya no puedo callar y más tranquilo
vivir sino que indago
[e inmerecidamente
caigo en la oscuridad.
Tras el fuego sagrado a si pellizco
me levanto alta noche y sigiloso
pongo la caña de pescar en vano.
Sin embargo insisto.
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