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/Ellitoral.com.ar/ Sociedad

El Litoral, el hijo de papel de Don Juan Romero, cumple 61 años de vocación

“En la historia de Corrientes, muchos diarios salieron ocasionalmente durante ciertos gobiernos o en épocas de bonanza, peroEl Litoral salió por vocación de dos personas: Juan Romero, mi padre y propietario, y Don Gabriel Feris, su cuñado, mi tío que fue el director del diario y que era el periodista”, recordó Carlos Romero Feris el director propietario. 

El diario El Litoral cumple hoy 61 años de una trayectoria marcada por la vocación que supo infundir su creador: Don Juan Romero. Aquel visionario que proyectó para Corrientes una tribuna con pluralidad de voces, condición indispensable para una férrea democracia. Su “hijo de papel” es el resultado de una vocación y no de una ocasión y oportunismo del que algunos usufructúan. 

“En la historia de Corrientes, muchos diarios salieron ocasionalmente durante ciertos gobiernos o en épocas de bonanza, pero El Litoral salió por vocación de dos personas: Juan Romero, mi padre y propietario, y Don Gabriel Feris, su cuñado, mi tío que fue el director del diario y que era el periodista”, recordó Carlos Romero Feris el director propietario.

“En estos 61 años pasamos muchísimas cosas, momentos buenos, momentos malos, tanto en épocas de democracia como en otras épocas”, agregó Carlos Romero Feris.

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“Estamos proyectados en el tiempo con la rectitud de las ideas y la fortaleza de las convicciones”. Así reza una placa que en 1985 (cuando cumplíamos 25 años) fue colocada en la pared del hall de nuestra casa. Parecía entonces una presuntuosa afirmación, sólo justificable más que por la emoción del acontecimiento celebrando un cuarto de siglo transitando la provincia, por la inocultable esperanza de seguir avanzando hacia otros horizontes.

Las ciudades, como las instituciones y los diarios, se diferencian y se parecen mucho a las personas, que tienen la mala costumbre de cumplir años.

En las personas, el avance del tiempo por caminos plagados de canas, achaques y arrugas, va colocando piedras de resistencia al veredicto inexorable del almanaque, porque la parábola de la vida las conduce hacia la estación final. Después de la juventud, la adultez, la madurez y la ancianidad son los hitos que van marcando la marcha indetenible de la decadencia.

En el caso de las instituciones, puntualmente de los diarios, ese avance es positivo e indisimulable en su permanente transformación.

La lozanía que presta el cambio constante, la fortaleza que dan las tecnologías cada vez más avanzadas y las convicciones puestas al servicio de un ideario, invierten la influencia del tiempo, que obra como con los vinos: cuanto más viejos mejor.

Un diario no tiene canas ni arrugas. Mantiene la frescura de sus ideas, o muere. Nace y crece sin detenerse nunca, afianzándose, consolidándose. Es como la flor que se convierte en semilla para continuar con el ciclo de la vida hacia el infinito, sembrando de frutos a su paso. Siempre con idéntico entusiasmo al del primer día.

Aquel 3 de mayo de 1960 (ya han pasado 61 años), Don Juan Romero, el fundador, dio la orden de partida incorporando a los amaneceres de Corrientes un nuevo canto: El Litoral.

Cuando las campanas de las amputadas torres de la Iglesia de la Cruz convocaban a la fe en el milagro del leño incandescente, los canillitas lanzaban al aire su nueva oferta: El Litoral.

Desde entonces, la fe, la historia de la ciudad y El Litoral, en una feliz coincidencia, marcan cada 3 de mayo un hito en nuestras efemérides más preciadas.

Allí está la otra gran deferencia: los hombres pasan y se hacen recuerdos. Las instituciones quedan, trascienden y se proyectan por encima de cualquier desmemoria. Y se convierten en pedestales de sus precursores.

Ese es el caso de Don Juan Romero, a quien calificamos como “un hombre de campo fogueado en jornadas sin horarios, indiferente a todas las inclemencias” que “encontró en los amaneceres urbanos su otra pasión: la de brindar a Corrientes un medio periodístico, con columnas pluralistas y vocación de servicio para toda la región”.

Más de medio siglo ha transcurrido. Sobre el surco abierto el 3 de mayo de 1960 sigue la germinación que cada amanecer florece. O como ya dijimos, el casi mágico parto de las rotativas se produce para dar vida al hijo de papel.

En sus páginas, el mensaje original del Fundador sigue vigente con la misma fortaleza de siempre, en la renovada savia de tinta que le otorga trascendencia en su juvenil mayoría de edad.

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