Olga Zamboni o “la inmortalidad de un instante”
Por Rodrigo Galarza
Especial para El Litoral
La primera vez que oí nombrar a Olga Zamboni fue en boca del inolvidable pintor Juan Carlos Soto a principios de los noventa. Aquello sucedió en una cena informal en casa de otro también gran pintor Miguel Niella y su compañero. Lo cierto es que días después me vi leyendo un poemario de la poeta misionera a instancias del préstamo (con devolución) que me hiciera Jorge Sánchez Aguilar.
Han pasado casi treinta años de aquellos primeros acercamientos a la palabra de Zamboni y qué mejor que traer ahora la respuesta de los que aún estamos en este mundo ante la incertidumbre que planteaba: ”No sé si viviré en algún poema en el caso / de que un poema me sobreviviera” (…) “Reprogramada en lápida invencible/ tampoco sé si aquellos hombres que me amaron / me sobrevivirán y por azar descuidado / portarán una flor a mi tumba de aire”.
Además de sus largos años de docencia universitaria, debemos destacar su valiosa tarea de difusora de la literatura regional a través de encuentros de escritores, talleres y revistas.
En la palabra de Zamboni confluyen varias voces: la del amor, la de la fiebre por vivir pero también la tristeza o la angustia existencial (“Me está amagando una tristeza/ penetrante, incisiva y especiosa / como un grano invisible de pimienta. / Una puntada aguda en / la millonésima porción de un segundo. / Si no fuera tan ínfima diría que no existe. / Pero vuelve y vuelve”); lo inexorable del paso del tiempo o el miedo a lo que no se completa, a lo que no termina de decirse: “Las palabras que nunca nos dijimos / vaya a saber por qué. / La carga de silencio que llevamos a cuestas / y también somos / y fuimos / y seremos”. Estas voces asumen en la poeta misionera tonos y texturas distintos que resultan de aunar líneas tan dispares como los mitos grecolatinos con las ciencias puras o el esoterismo: “Orfeo Orfeo/ músico y vate / la historia habrá de repetirte: / no es suficiente el canto”; “Según las leyes determinantes / de probabilidades / dejaremos de ser / dicotomía irreductible”.
En su vocación de viajera incansable, en su hacer, en su movimiento, Zamboni abogó por la emancipación de la mujer y también escribió sobre ello: Escribimos la mitad de la historia / la vivimos de a pie / con lanzas y ristre / y molinos / entre baratas presunciones / pasarelas y estigmas / de las telenovelas. / Pero alumbramos soles con cada hijo / parido a útero o a ideas / nunca olvidadas ni en la muerte / también matamos / dolores inmensos / y reímos con bronce carnal / los más bellos éxtasis / del amor./ Mujeres / somos legión / aunque tal vez aún no conocemos / del todo / nuestra feroz estirpe / de diosa-agua y pantera / aún nos desconocemos / Lenta despunta, femenina, la aurora”.
¿Cuál orilla canta ahora? no creo que sea la de la península ibérica sino la de larga serpiente de cacao, la voz de Olga que me llega nítida: “A mi regazo santanero tal vez vuelva / alguna vez, rojo retazo / para brotar de nuevo en ojo de agua / después de un aguacero / o en la madura lumbre / de algún fruto maduro de ubajay”.
¡Salud, poesía y libaciones!
Muestrario mínimo
Orfeo
A lo lejos, tu voz
Tu canto indaga en el silencio
que me rodea
Me persiguen sus notas
Hasta el infierno quiere
[tornarse en paraíso
Entonces el oráculo me dice
que una vez más
mirarás hacia atrás
Orfeo Orfeo
músico y vate
la historia habrá de repetirte:
no es suficiente el canto.
Poemas del caos
(“paradigmas de
pensamiento complejo”)
I
Según las leyes determinantes
de probabilidades
dejaremos de ser
dicotomía irreductible
El tiempo-flecha en línea recta
abolió el paradigma
de los eternos retornos
Haciendo un cálculo
desde el caos global que
[nos concierne
muy fin de siglo incluido y
con intereses
que paga la espera sin esperanza
de nuestros sistemas inestables,
nunca más te veré.
II
Redondeo lo inexacto
con sus bifurcaciones
y me digo que quién sino yo
Voy alojando
las estructuras de mi no-equilibrio
con fluctuaciones de lo amado
en escala mayor irreversible
por antediluvianas costumbres de [utopías
que se marcharon
costumbres de otros siglos
y de otras
teorías espectrales
complejas
que quién sino yo,
repito,
te repite.
III
Y me digo que sí
que ha de empezar el caosmos
sin dudas, sin dudarlo
Y elijo
un minuto una fórmula
para un cosmético siglo porvenir
Y me digo:
artesano será y,
desconcertantes semirrectas,
tu siglo y el mío
regresarán a un centro
Pero ya no estaremos
(el fénix es un invento inseparable
de la loca Ilusión).
IV
Quedarse sin habla
sin las mínimas sílabas
o los grandes discursos
Callar
porque nada vale
el gusto la gala el goce
la gola o gala del poema
ese cómo de vivas y de mueras
estrellados
que digan al menos
que la poesía habrá de
[sobrevivirnos.
Amor Tarot
Tu Carta egipcia es El Regreso
porque sin plazos
volvés siempre
O acaso El Eremita te compete
porque en mi lenta ciudad
[de golondrinas
La Inspiración desata
tus artes de Mago en mi piel
[y en el aire
transpirado y ardiente del amor
[y del mito
Entonces soy Sacerdotisa
que oficio por centésima vez
el ritual conocido
la misa sin nombre
que desde mi casa de extramuros
te posee, te llama,
nos transfigura, nos empapa
en la guerra florida de los cuerpos
Y La Fragilidad de La Pasión
decreta
que La Inmortalidad es un instante
pequeño abismo
para morir de a dos la gozadora [muerte
Apenas resucitamos
ya El crepúsculo
nos desfigura una vez más.
Algoritmos
Soy cifra impar
Mis músculos ignoran
las paridades ordenadas y dulces
Y duelen
Duelen día por medio
A veces martes a veces nunca
Duelen
Y mis piernas
obedientes
no se quejan
callan
acallan a los pies
Siguen andando.
Sexo impar, sigo andando,
[desterrada…
Ser libre
(casi un epitafio)
No sé si viviré en algún poema
[en el caso
de que un poema me sobreviviera
No sé si algún retrato
perdurará en el álbum de meses [memoriosos
No sé
si las arenas del recuerdo
arrojarán sentido sobre
[mis iniciales
Reprogramada en lápida invencible
tampoco sé si aquellos hombres [que me amaron
me sobrevivirán y
por azar descuidado
portarán una flor a mi tumba de aire
Pero sí sé que libre
de ataduras y espantos
volará en compañía de los ángeles
mi repetido adiós nostálgico.
Sin voz sólo memoria
desmemoriada y frágil
[sobre el cielo.
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