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/Ellitoral.com.ar/ Cultura

Imaguaré encendió el Cocomarola y Bofill saludó “hasta la próxima”

Desde el escenario Osvaldo Sosa Cordero Los de Imaguaré lanzaron los festejos por sus 45 años de música e iniciaron así su “tiempo azul”. Mario Bofill no estaba en la grilla, pero se presentó con su hijo Chingoli. Todo hacía suponer que sería la despedida del autor de “Estudiante del interior” y tantos otros éxitos, pero éste dijo: “Hasta la próxima” y su hijo recomendó: “Vamos a ver, vamos a esperar novedades”.  

Verónica Echezárraga 

@veroechezarraga 

La del sábado fue una noche fuerte, conmovedora y también rara en el Anfiteatro Cocomarola, donde desde hace nueve días se viene realizando la Fiesta Nacional del Chamamé. Con una presencia de público sumamente elevada (que a simple vista no cumplía con los tan mentados protocolos sanitarios), Los de Imaguaré se convirtieron en el número más importante y desde el escenario Osvaldo Sosa Cordero lanzaron los festejos por sus 45 años de música, e iniciaron así “su tiempo azul”. Después de varias idas y vueltas con la organización, Chingoli Bofill dijo presente en la grilla y lo hizo junto a su padre Mario, que durante el show deslizó sus intenciones de continuar cantando, pero no dio certezas. “Será hasta la próxima, eso dijo papá. Vamos a ver, vamos a esperar novedades”, lanzó el joven Bofill.  

“El chamamé es profeta en su tierra”, fue una de las frases mas repetidas en las noches de fiesta que comenzaron el 14 de enero en el Anfiteatro Mario del Tránsito Cocomarola, donde este año se celebró el título de Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad otorgado al género a fines del 2020 por la Unesco. El chamamé es profeta en su tierra es una frase que habla de historia, confianza y verdad, y habla de quienes creyeron en el género cuando era ninguneado por propios y extraños. Hoy el chamamé es cosa internacional y eso le da vuelo, pero al mismo tiempo fortalece sus raíces y envalentona a sus músicos, cantantes, bailarines y también a sus cocineros y artesanos. El chamamé primero fue profeta en su tierra y por eso se hizo mundial y eso, señores, eso se festeja.  

No se retira 

Julio Cáceres y Mario Bofill son dos de los mayores exponentes que tiene el chamamé y el sábado estuvieron juntos sobre el escenario Osvaldo Sosa Cordero donde el líder de Los de Imaguaré regaló unos versos a su colega. “La estrella que ilumina a los cantores, te ha prestado sus luces y su brillo para decir con claros estribillos, de tu gente, amores y dolores. Mario Bofill, juglar de los esteros así te saluda el Sosa Cordero”, dijo Julio, cuya sola presencia es suficiente para que la nación chamamecera se levante. Ese fue el broche de oro de una presentación que en la grilla figuraba como “Chingoli Bofill” pero que finalmente fue Chingoli y Mario. 

Los Alonsitos, Los de Imaguaré y Chingoli tuvieron este año aperturas de show similares. Con pequeñas variaciones, los tres conjuntos eligieron iniciar con juegos de luces y un instrumental, pero sin los referentes de cada grupo sobre el escenario, éstos aparecían minutos más tarde y directamente cantando o ejecutando algún instrumento. 

Gaucho Alzado, fue el tema elegido por el hijo de Mario Bofill para abrir su presentación, un espectáculo que este año dio que hablar incluso antes de empezar. La polémica había comenzado cuando trascendió que el joven no iba a estar en la Fiesta del Chamamé, porque el Instituto de Cultura se había negado a pagar los 490 mil pesos solicitados por su equipo. Esto se dio luego de que el propio Chingoli anunciara a algunos medios que su padre había “colgado la guitarra” y que se dedicaría a la vida del campo. 

El asunto es que todo eso cambió en el transcurso de unas cuantas horas en las que primero, Chingoli pudo renegociar su presentación e ingresó a la grilla, y segundo, Mario, lejos de despedirse dijo “hasta la próxima”. “Será hasta la próxima, eso dijo papá. Vamos a ver, vamos a esperar novedades, papá no se va a retirar porque sí, y nadie dijo que se retiró”, fueron las palabras de Chingoli que así dejó abierta la posibilidad de un retiro, pero también la posibilidad de que eso no suceda.  

Pero volviendo al show del sábado, luego de interpretar un tema con su acordeón y de cantar “A mi Corrientes Porá”, y “La juventud y el chamamé”, el joven invitó a su padre al escenario y estuvieron juntos hasta el final del espectáculo, decisión que fue ovacionada por el público que siente un amor incondicional hacia Mario. 

Con Bofill pasa lo mismo que con Julio Cáceres, su sola presencia le alcanza al público. No importa si canta siempre lo mismo, tampoco importa si se llega a confundir la letra, lo que importa es que esté, con eso basta y sobra porque la nación chamamecera es agradecida con quienes hicieron grande al género. Pero más allá de esto, hay que decir que Mario ya no es el de años anteriores, tan es así que hubo quienes se mostraron preocupados cuando lo vieron cantando “Estudiante del interior” y alguno otro tema, leyendo la letra en un papel. A Chingoli se lo vio sumamente cauto y atento a cada movimiento de su papá. Es difícil saber si el acordeonista Bofill disfrutó de esta presentación, lo sí se puede decir es que cuidó a su padre y lo tuvo como quien dice “entre algodones”. Vale el aplauso para ese hijo. 

El poder de la palabra 

Contar con palabras lo que se vive cada vez que Los de Imaguaré se presentan en la catedral del chamamé no alcanza para que se entienda, la única manera es vivirlo. Es que Julio canta desde el alma y también habla desde el alma, y es ahí donde radica el poder de su palabra.  

“Es creer o reventar”, dijo un fotógrafo amigo hace algunas horas cuando vio que se estaba largando a llover luego de muchos días de temperaturas extremas, incendios y cuando ningún pronóstico anunciaba aguaceros por lo menos hasta el fin de semana próximo. ¿Y qué tiene que ver esto con el show de Los de Imaguaré?”, tiene que ver porque, ya cerrando su espectáculo Julio lanzó un rezo: “Y esta noche mis hermanos, yo quisiera que toda esta música fuera como una gran oración para pedir a Dios para que cesen esos dolores que nos agobian, la pandemia sí, pero también nuestros incendios, también nuestra falta de agua. Señor, que llueva sobre la tierra correntina para que pueda florecer el amor y la esperanza”, dijo. Los escépticos dirán que es casualidad, los creyentes hablarán del poder de la palabra. 

Este año Los de Imaguaré cumplen 45 años junto a la música, y desde el escenario Osvaldo Sosa Cordero lanzaron el sábado los festejos de lo que dieron en llamar “Nuestro tiempo azul”. Esta noche sonaron canciones como “Vengo a decir”, “Peregrino”, “Virgen de Caá Cupé”, también hubo un homenaje a Ramona Galarza y el infaltable “Compadre, qué tiene el vino”.  

Grilla 

La noche del sábado tuvo en su grilla a grandes artistas, alguno son jóvenes talentos como por ejemplo Guido Encinas, el chico que hace muchos años fue conocido como “el niño que canta por dinero en la costanera”. Con banda propia y un reconocimiento nacional tras su participación en la voz argentina, Guido conquistó al Cocomarola en las primeras horas de la noche y cantó “En mi valija un chamamé”, tema inédito de su papá, que promete ser un hit.  

Miriam Asuad hizo gala de su talento y ofreció un espectáculo de armónicas junto con Martín Chemez. Los brasileros Jorge Guedes y Familia llenaron de baile el anfiteatro con canciones en portugués y en castellano, mientras que los llamativos integrantes de “Néstor Lo y los Caminantes” trajeron a Corrientes las polcas paraguayas. 

Gabriel Cocomarola volvió a demostrar que es un digno heredero de su abuelo don Tránsito, con un espectáculo musical de primer nivel que contó con la voz de Santiago Sheridan, y para el final, sorprendió con la presencia del propio Bocha Sheridan, quien interpretó “Sarandí de los recuerdos”, y “Panambí”. 

La grilla de esa noche fue muy extensa y continuó hasta bien entrada la madrugada. 

Al cierre de esta edición se esperaba el inicio de la última luna chamamecera que tenía como número central a Soledad Pastorutti.  

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