José Luis Zampa
Cuando el padre de Kiichiro Toyoda vendió en Gran Bretaña las patentes de una máquina tejedora automática con la que había logrado un verdadero suceso textil en su Japón natal, desafió a su hijo: “Si querés este utilizar este dinero, la condición es que instales una fábrica de automóviles de motores a explosión. Depende de vos. ¿Te animás?”.
La frase pronunciada por el líder de la familia, Sakichi Toyoda, disparó en el joven Kiichiro el afán de avanzar hacia un objetivo desconocido, pero en un rubro industrial que en la década del 20 ya se planteaba como el gran negocio de la metalmecánica. Los Toyoda padre e hijo sabían que los automóviles habían llegado para quedarse y observaban una realidad: esos coches sin caballos habían comenzado a mover, literalmente, el mundo.
Nació así, en 1933, Automóviles Toyoda, que con los años pasaría a ser Toyota por la simple razón de que en los complejos trazos de la grafía japonesa resultaba más fácil de identificar la segunda opción, con la letra “T” reemplazando a la originaria letra “D” del apellido. Otro aspecto que tuvieron en cuenta los fundadores es que la palabra Toyota escrita en japonés lleva tantos caracteres como el número de la suerte de la cultura nipona: 8.
Los telares Toyoda siguieron produciéndose por un tiempo, pero el primer modelo de la marca causó sensación y mostró cuál debía ser el camino definitivo de la compañía.
El tipo AA, presentado en 193, guardaba una similitud con las líneas redondeadas de los autos norteamericanos y tuvo aceptación tanto en su versión con techo como en la convertible, ambas equipadas con un motor de seis cilindros de producción propia que el propio Toyoda hijo había desarrollado a partir de un viaje de capacitación a Estados Unidos.
Todo lo que viene es conocido. La compañía japonesa creció hasta transformarse en el gigante que es hoy, con productos caracterizados por su calidad y solidez estructural, además de por los constantes avances tecnológicos que desde sus inicios la empresa produjo bajo una filosofía oriental que sigue vigente en la marca: “Genchi Genbutsu”, que significa “volver a las fuentes para observar y entender”.
Es lo que hizo Kiichiro Toyoda ante el desafío de su padre: fue a la fuente, observó la fiabilidad de los telares automáticos producidos por la compañía familiar y trasladó esas técnicas a la producción de autos en serie.
Sobre la base de algunas premisas fundamentales que se mantienen en la actualidad de los procesos productivos Toyota: primero, detener el trabajo en el momento exacto en el que se ha detectado una falla en la fabricación; segundo, no fabricar productos defectuosos; y tercero, que los operarios no necesiten vigilar constantemente las máquinas en funcionamiento.
El sitio especializado Motorpasión transcribe esas máximas fundacionales de Toyota al destacar que “Kiichiro aplicó el ‘Genchi Genbutsu’ como filosofía de empresa, entendida como un árbol para expresar un problema”.
Explicó en su momento que “si comprobamos cómo funciona la vida de un árbol, si vamos al fondo del asunto, a las raíces, acabaremos finalmente con el problema. Así deberemos ver el origen de los problemas para poder encontrar soluciones definitivas”.
“Cada teoría tiene que ser respaldada por el conocimiento de la situación real. Esta es una de las verdaderas características que distinguen la filosofía de trabajo de Toyota: no dar nada por sentado y saber que lo que se está hablando viene del conocimiento de primera”, fundamentó alguna vez el fundador de una de los fabricantes de autos más exitosos del mundo.
El éxito de Toyota perdura
Toyota es actualmente el tercer mayor fabricante mundial de automóviles después de Volkswagen y Stellantis (la alianza que agrupa a las marcas Chrysler, Fiat, Peugeot y Citroën). Según los registros Forbes, mantiene un nivel de ventas superior a los 10 millones de unidades y en su momento fue la quinta marca más valiosa del mundo, en 2016. Con sus productos generalistas Corolla, Camry, Hilux y Land Cruiser, es una compañía con aspiraciones premium por la confiabilidad de sus modelos, cuyo confort, equipamiento y seguridad se equiparan con modelos de BMW, Mercedes o Audi.