Una foto de la actualidad económica del país sería idéntica a la del borde de un precipicio.
¿La Argentina vivirá siempre al borde del abismo? La respuesta parece de difícil elaboración, pero algunos indicios bien fundamentados fueron puestos a disposición por el economista Manuel Adorni ayer, en una columna aparecida en Infobae. Y dice:
“Por momentos uno tiene la sensación que ha transcurrido una eternidad a pesar de que apenas han transcurrido tres meses desde la asunción de Sergio Massa en el Ministerio de Economía de la Nación. Promesas de ortodoxia económica, ordenamiento de las cuentas públicas y cierto intento de alinear expectativas fueron parte del combo de anuncios iniciales que no parecen haberse sostenido a lo largo de estos escasos noventa días de gestión.
La prohibición de incorporar nuevos empleados públicos a la planta estatal, la acumulación de reservas, la auditoria de planes sociales y por sobre todo, un combate contra la inflación que parecía que iría algo más allá de los repetidos —y fracasados— controles de precios (acompañados del permanente hostigamiento al sector privado) eran parte de un menú inicial que poco a poco se fue dejando de lado.
Una de las cuestiones que parecía más razonable dentro los primeros anuncios del ministro fue sin dudas la prohibición para contratar nuevo personal en el Estado Nacional: cientos de miles de empleados se han incorporado en las últimas dos décadas a la plantilla pública (...) y solo ha servido para hacer política partidaria convirtiéndose en un gran lastre en el gasto público y en una gran demostración de improductividad.
Las buenas intenciones de frenar los ingresos al Estado fueron acompañadas por la instrucción del ministro al propio Indec para que mes a mes informe la evolución de las contrataciones de personal.
Resulta increíble pero en el último informe (solo se publicaron dos, el primero en septiembre y el último en octubre) ya queda demostrado el incumplimiento de lo anunciado: de un mes a otro la dotación total de empleados pasó de 323.372 personas a 341.322. Lo cierto es que este incremento puede deberse a que dos entidades públicas se sumaron a aportar sus datos de personal (aún no se entiende porqué ante una orden del Ejecutivo algunas entidades no cumplen lo solicitado). Sin embargo cuando uno se adentra en el detalle encuentra rápidamente a algunas dependencias que aumentaron su cantidad de personal de manera significativa: el Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (Incaa) aumentó su dotación en 6,9 % (pasó de tener 1029 empleados a 1100 en un mes) y el Instituto Nacional de Asuntos Indígenas (Inaii) lo hizo en un 14,6 % (pasó de 173 a 215 empleados). Si bien estas dos son las dependencias más significativas hay varias más que también incumplieron el pedido de Massa.
La promesa de acumulación de reservas solo prosperó gracias al “dólar soja” (...). Esto tuvo como contracara la necesidad de realizar una brutal emisión monetaria que resultó ser un récord absoluto durante el mes de Septiembre. Luego de terminado el esquema de liquidación sojera, el Banco Central no hizo otra cosa que perder reservas sin descanso, a pesar de aún tener las autorizaciones de importaciones virtualmente frenadas (o al menos con un alto grado de retraso). La situación preocupa y solo se piensa en un “dólar turista extranjero” para que quienes vengan del exterior a hacer turismo en la Argentina no se tienten con vender sus dólares en el mercado informal para escapar de la estafa del Banco Central que cambia sus dólares a 165 pesos. Ahora la entidad monetaria ofrecerá cambiárselos al “dólar MEP”, un dólar que cotiza en torno a los 300 pesos por dólar. Esta parece ser la única idea para recomponer de manera genuina las reservas.
La auditoría de planes sociales (y la baja de aquellos beneficios que no corresponda seguir abonando) es aún una cuenta pendiente. Lo único que se sabe es que en el Presupuesto 2023 las ayudas sociales son las grandes beneficiarias. Todo está por verse en materia asistencial.
(...) Increíblemente el equipo económico (...) parece haber girado a las viejas prácticas kirchneristas (...) parece que pasaron de prometernos que nos iban a “llenar la heladera” y a “encender la parrilla” a pedirnos que no compremos alimentos. El delirio sigue siendo indescriptible”.