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Las consecuencias de la sequía

Por El Litoral

Lunes, 07 de noviembre de 2022 a las 01:00

Será a un costo enorme para los productores y para los ingresos del Estado argentino, pero en los meses siguientes los mal llamados progresistas, que viven pergeñando ideas a fin de esquilmar al campo, sufrirán en carne viva la sequía de esta campaña. Ha dejado sin pastos a la hacienda de la zona núcleo y afectado otras áreas rurales, además de dañar la campaña agrícola fina próxima a iniciar la conclusión del ciclo anual.
Las condiciones climáticas para el trigo no pudieron ser más disímiles de un año a otro. En 2021/22 la Argentina logró, con más de 23 millones de toneladas, su cosecha récord; en 2022/23, ha sido vapuleada por una sequía tan extrema que en algunos lugares bajará a los más pobres resultados desde que se llevan registros. Ha sido peor que la última campaña de malos recuerdos, la de 2008/09.
La Bolsa de Cereales de Rosario ha aseverado que la producción de trigo será de alrededor de 13,7 millones de toneladas, diez millones menos que en la campaña precedente. La riqueza del país mermará 0,6 % en relación con el PBI.
De tal modo, por este solo concepto se perderán 1575 millones de dólares de exportaciones en un país sediento de divisas genuinas.
Debe tenerse en cuenta que la zona agrícola central del país viene de padecer tres años seguidos de déficits hídricos. Una anormalidad de tal magnitud tiende a dejar los ánimos más sublevados de lo habitual frente a las regulaciones improcedentes del Estado y los discursos vacíos de contenidos atendibles. Son los que pronuncian políticos profesionales que no sabrían sostenerse si no fuera a costa de los recursos públicos. María de Estrada, responsable de la Oficina de Monitoreo de Emergencias y Desastres Naturales, ha dicho que hay 140 millones de hectáreas cultivables afectadas por la sequía, y 7 millones en grado superlativo.
Las actuales condiciones climáticas se prolongarían hasta diciembre, a comienzos del verano. Eduardo Sierra, conocido experto en ciencias de la atmósfera, ha traído la buena noticia de que no hay ningún centro internacional de estudios sobre el clima que haya dicho que La Niña, causante de este estado de cosas, se vaya a prolongar más allá de fines de año.
Es de desear que sea así para poner fin a un ciclo que ha afectado a la ganadería, sin pastos y con rollos cuyos precios han subido a las nubes, y tanto o más a la agricultura. Aun en el caso de que un productor de trigo obtuviera los nada despreciables 20 quintales por hectárea en un año como este, perderá, en campo propio, 50 dólares por hectárea y cerca de 300 dólares en campo ajeno.
Por todo lo dicho, es hora de que la conducción del Banco Central haga saber si mantendrá la política de cobrar 120 % de interés anual por préstamos para la actividad agropecuaria a los productores que mantengan algún stock de soja.
Que esa autoridad financiera se encierre por más tiempo en el silencio sería verdaderamente otro agravio más contra el campo.

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