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Ortega y Gasset, Alberto y Cristina

Por El Litoral

Miércoles, 09 de noviembre de 2022 a las 01:00

Las peleas internas en las agrupaciones políticas del país, signadas por un mayor uso de los medios tradicionales y alternativos de difusión, comenzaron a acaparar más y más la agenda pública, aun en medio de un meteórico ascenso de la inflación.
Batallas preelectorales signadas por las candidaturas en 2023, dan cortina musical a una cada vez más difícil excursión por las góndolas de los supermercados.
En un artículo titulado “El reclamo que no escuchan ni Cristina ni Alberto”, ayer en el diario Clarín la periodista Silvia Fesquet con acierto puso de manifiesto que “hartazgo”, “bronca” y “angustia” son las palabras que más representan el ánimo de la sociedad.
Vale la pena desentrañar los motivos de semejante desgaste como consecuencia de la guerra política que fecunda en el abono de la crisis económica.
“(Argentinos a las cosas) Podría haber sido escrito pensando en Cristina Kirchner, su hijo Máximo, Wado de Pedro, y siguen las firmas. Pero no: allá por 1939, cuando el español José Ortega y Gasset pronunció las conferencias que reuniría después en “Meditación del pueblo joven”, ninguno de ellos había siquiera nacido. Esto es, en simultáneo, lo bueno y lo malo. No hablaba de ellos pero, al mismo tiempo, deja en claro que, como una noria, Argentina y los argentinos entramos en una especie de perverso eterno retorno, que nos lleva y nos deja exactamente ahí donde estamos. Bastante cerquita del abismo.
Nada es nuevo ni sorprende -haber perdido esa capacidad de asombro es parte del problema- pero justamente por reiterado, y por el crescendo peligroso de la dinámica, el tema es grave. Equivalente a estar arriba de un barco cuya tripulación, en vez de tomar el timón y poner proa en la dirección correcta, se cruzara a trompadas en la cubierta, sin ponerse de acuerdo ni siquiera en el destino de desembarco.
El enfrentamiento entre Alberto Fernández y Cristina Kirchner, a la sazón Presidente y vice del mismo país y por el mismo partido, -no está de más recordarlo, y recordárselo a ellos, de paso- sube en temperatura, no da indicios de tener vuelta atrás, y suma a cada vez más voceros oficiosos. La munición pesada parte desde diferentes rincones.
Entre el azoramiento y la vergüenza ajena, la sociedad, sin importar de qué lado de la grieta esté, asiste al espectáculo bochornoso de un diputado, hijo de la vicepresidenta, descalificar en público al Presidente que decide contestarle de la misma manera. Eso sí: sin nombrarse. Como si a esta altura hiciera falta.
Firme con su intención de definir al próximo candidato o candidata presidencial del Frente de Todos, -carrera de la que por ahora tampoco se excluye- Cristina se mostró ligeramente más moderada que otras veces con su compañero de fórmula en su reaparición pública del viernes pasado, y decidió no repetir “lo que cuestiono en términos de gestión”.
Fue su hijo quien arremetió con todo al día siguiente, cuando en el cierre del Congreso del PJ bonaerense dijo: “No puede volver a pasar en un frente amplio como el nuestro, que aquellos que se valen de construcciones colectivas, una vez que lo llevan a un lugar tan importante, inicie una aventura personal”, rematando con un “Para aventureros está el turismo. La política es responsabilidad, no para poner cara de víctima y yo no fui”.
Está claro que la artillería para lograr que el Presidente desista en su intento reeleccionario se potencia a medida que se acerca el momento de definiciones. (...) el propio Alberto F. respondió a las acusaciones del jefe de La Cámpora con “El Frente de Todos no es de tres o cuatro dirigentes” y “Cuando un compañero critica a otro compañero, deja de ser peronista”.
Agravio va, acusación viene, a los tumbos anda el partido que gobierna. Del otro lado de la grieta, el panorama no pinta mucho mejor, ateniéndonos a las palabras de Ortega y los devaneos personales. (...)
La sociedad, que sufre y espera mientras se desarrolla ante sus ojos semejante espectáculo, destaca “hartazgo”, “bronca” y “angustia” como las palabras que mejor definen, en las encuestas, los sentimientos que la dominan hoy por hoy. (...) En su tiempo, Ortega y Gasset instaba a “empujar” a la Argentina hacía sí misma, y recluirla “en su inexorable ser”. Como reclamaba, ya va siendo hora de que unos y otros vayan, por fin, a las cosas”.

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