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Los mensajes ocultos detrás de la Scaloneta

Alejandro Perandones*Publicado en Infobae

“Gracias infinitas capitán… a usted, al equipo y al cuerpo técnico, por la enorme alegría que le han regalado al pueblo argentino. Y un saludo especial después de su maradoniano ‘andá pa’allá, bobo’, con el que se ganó definitivamente el corazón de los y las argentinas. Ah… ¡casi me olvidaba! Muchas gracias también por traer a la Patria la tercera copa”.

De esta manera posteó en su cuenta de Twitter Cristina Kirchner, tras el triunfo del seleccionado argentino de fútbol. La publicación arroja varios elementos de análisis. Si algo logró transmitir Lionel Messi en toda su carrera, y muy especialmente en esta etapa madura, es calidez. Esa misma cualidad que posibilitó que mayoritariamente en el mundo el público neutral tomara partido por los de celeste y blanco a diferencia del clima antiargentino que predominaba en otras definiciones.

No es casual. Además de ser el futbolista excepcional que el mundo admira, Messi se destaca permanentemente por su sencillez, su “vida normal” más allá de los límites del campo. Solo un módico ejemplo: era profundamente enternecedor ver el tratamiento que daba a todos los chicos que salían a la cancha de la mano de los jugadores. Ninguno de ellos podrá olvidar, seguramente, la conmoción al chocar la mano de Leo, que pese a la presión del momento no se limitaba a saludar al afortunado nene asignado para él sino a la fila entera. El brillo en los ojos de todos, el emocionado llamado “Messi, Messi” con voces infantiles era un elemento más en la previa de cada instancia decisiva. Aún ahí, Leo los llenó de sonrisas y guiños cómplices. Lo mismo los festejos posteriores, donde los hijos de cada protagonista del equipo y el cuerpo técnico siempre fueron parte esencial, tanto como el resto del entorno familiar.

De todo eso y de los indiscutibles altos rendimientos deportivos Cristina decidió rescatar el enfrentamiento, el choque directo por discrepancias laterales, la confrontación más allá de aquello que se pone en disputa en el juego. No es un error. El mismo propósito guarda la fórmula en la que se dirigió al crack, la castrense “capitán”. En línea con lo anterior, no olvidó referenciar a Maradona, el ídolo que todo el kirchnerismo trata de apropiarse, amplificando tanto la cercanía de Diego al eje Cuba-Venezuela como la extrapolación del contrapunto con Mauricio Macri de origen boquense.

En el regreso de Brasil, con el enorme segundo puesto en el Mundial 2014, Cristina hizo algo semejante. Si bien no pudo (nadie puede) evitar a Messi, le dispensó un tratamiento secundario. La entonces presidente de la Nación decidió poner los focos principales en otro héroe, Javier Mascherano. Nuevamente allí el valor subrayado en la narrativa no fue el talento excepcional sino la lucha. Alejandro Sabella, técnico de aquella albiceleste, también era considerado propio por las huestes K.

Mayra Mendoza, intendente de Quilmes y militante a tiempo completo de La Cámpora, sintonizó con su lideresa con el cuchillo entre los dientes: “Ganamos los sudakas, la vulgaridad, los subestimados”, tuiteó, contrariando incluso algunas de las sugerencias del INADI sobre la comunicación de Qatar 2022.

“Recomendamos evitar generalizaciones basadas en prejuicios acerca de las distintas religiones, creencias, cultos o nacionalidades que reproducen imágenes simplistas, espectacularizantes y criminalizantes”, publicó el instituto que conduce Victoria Donda.

Es inevitable el vínculo entre el fútbol y la política. Sucede en nuestro país y en todos los demás. Como muestra de esto podemos recordar el discurso de Emmanuel Macron en el vestuario francés tras la derrota del domingo. Por eso, tampoco se la perdieron en la otra vereda. Desde el PRO optaron por otras virtudes de la Scaloneta en pos de asociarlas a las propias búsquedas. Predominó un rasgo que también trató de exponerse alto en la gestión cambiemita. “Una palabra: equipo”, compartió en sus redes María Eugenia Vidal.

“Cuando se trabaja seriamente, profesionalmente y con un enorme espíritu de equipo, más allá de las enormes individualidades que tenemos, estos son los resultados. Felicitaciones Campeones del Mundo y gracias por ser un ejemplo para todos”, posteó Andrés Ibarra, integrante del gabinete macrista. No fue magia, pareció querer decir Alejandro Finocchiaro: “Mérito, equipo, esfuerzo. Gracias, muchachos. Sobre todo, por buscarla durante tanto tiempo. Gracias por el camino”.

“La selección es ejemplo de esfuerzo, compromiso grupal, del talento en función de un objetivo común, de liderazgo responsable, otra demostración de que la salida es el trabajo. El gobierno encarna lo contrario”, agregó el diputado y exministro de Educación al comentar el improvisado feriado decretado por Alberto Fernández después del triunfo.

“Recibamos a Messi y a la Selección con los valores que compartimos con ellos: los del esfuerzo y el trabajo. #YoFestejoTrabajando”, enfatizó Patricia Bullrich ante la misma instancia.

Para cerrar, un capítulo aparte, el inconcebible tira y afloje por el lugar de los festejos en la Ciudad de Buenos Aires. Como si fuera un partido de Copa Libertadores, en todas las negociaciones estaba presente el peso de la “localía” y hasta puertas adentro del Frente de Todos se pulseaba por producir o clausurar la foto capitalizable en la Casa Rosada.

No debe haber muchos antecedentes en el planeta del papelón de un recorrido celebratorio que se va modificando sobre la marcha, trocando alegría por frustración entre los miles y miles de aficionados que quedaron a la vera de las avenidas General Paz, Cantilo, 9 de Julio, las autopistas Illia, Dellepiane y 25 de Mayo.

Fútbol, un instrumento de incomparable transversalidad y penetración. Ningún espacio político podría dejar de considerarlo a la hora de la dimensión simbólica, épica, de su comunicación. El Mundial 2022 no fue la primera ni será la última vez que exhiba ese lazo inseparable.

¡Fue la tercera!

*Periodista y analista de comunicación. 

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