El sector más pujante y dinámico de nuestra economía resulta ser, al mismo tiempo, el más castigado.
A una película de terror que desde hace varios años viene sufriendo el campo con la sequía extraordinaria, habrá que sumarle una pésima gestión oficial para mitigar los efectos.
Corrientes, el norte de Buenos Aires, el sur de Santa Fe, el oeste de Entre Ríos, el este y el sur de Córdoba, La Pampa, San Luis y Santiago del Estero están sufriendo los efectos del prolongado fenómeno de La Niña, que se ha hecho sentir por tercer año consecutivo, y en el período por concluir con más fuerza todavía. Se espera que las condiciones meteorológicas mejoren desde fines de mes y principios de enero, pero las consecuencias del estrés hídrico sufrido ya han sido devastadoras y agravan, día tras día, los daños producidos.
En estas circunstancias asombra que el desquiciado gobierno de Axel Kicillof se disponga a introducir aumentos del 200% en las valuaciones fiscales de campos. Ya están de por sí altísimas, y según ha documentado la Confederación de Asociaciones Rurales de Buenos Aires y La Pampa, un inmueble rural de 438 hectáreas, situado en Punta Indio, podría sufrir un aumento en la gabela inmobiliaria del 107%, y otro, de 62 hectáreas, en Salto, un incremento del 232%.
La extrema sequía, solo paliada por escasas lluvias recientes que han estado lejos de caer con uniformidad, ha sido potenciada por temperaturas inusitadamente altas. Han perjudicado más que a otros a cultivos que pudieron sembrarse en fecha, como los maíces de mediados de septiembre, cuando florecen las glicinas, como decían los viejos paisanos. Como si se tratara de una película del cine continuado de la política argentina, que no cesa de proyectar novedades de espanto, hubo en noviembre heladas que dañaron aún más los cultivos.
Se estima que, a raíz de esta situación excepcional, la liquidación de divisas agropecuarias podría caer en 2023 entre 9500 millones de dólares y casi 16.000 millones de dólares. De esta manera, si el estimado inicial de ingresos por exportaciones de esa procedencia se había calculado en 45.600 millones de dólares, con la visión más pesimista de lo que está a la vista podría descender hasta un piso de solo 29.000 millones de dólares.
La sequía es severa en 78 partidos, sobre 135, de la provincia de Buenos Aires. La Mesa Nacional de Monitoreo de Sequías considera que están afectados en iguales términos 17 departamentos de Córdoba, nueve de Entre Ríos y ocho de San Luis. La siembra de soja, según advirtió la Bolsa de Cereales de Rosario, ha debido atrasarse en casi veinte puntos porcentuales, de modo que en no pocos campos la siembra de soja de primera ha sido hecha de forma simultánea con la soja de segunda.
El rinde general del trigo fue en la campaña 2020/21 de 3400 kilos por hectárea; ahora será de apenas 1850 kilos. Habrá menos girasol en Santa Fe y Entre Ríos; menos cebada en Buenos Aires. En Córdoba, las hectáreas sembradas de porotos caerán de 80.000 a 12.000.
La Cámara de Productos de Carne Vacuna ha demandado la disminución del peso impositivo sobre los productores ganaderos: la sequía ha provocado una reducción de preñeces, una merma en los kilos de animales destetados, otro tanto en los animales de engorde, y riesgos para la vida de 18,5 millones de cabezas. Se trata de una catástrofe en todos los sentidos para gran parte del campo argentino.
Toda la adversidad que hoy se vuelca sobre vastas zonas rurales del país como consecuencia del cambio climático, se agudiza ante el comportamiento absurdo del Gobierno nacional, ciego ante las mejores prácticas de gobernanza en el mundo, e increíblemente encandilados, en su cerrazón ideológica, por quienes han fracasado desde que tomaban como ejemplo a seguir las colectivizaciones soviéticas y que insisten en aparecer comprometidos con las administraciones más caóticas y autoritarias del continente.