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La entrevista misteriosa

Por Luis Vinker*

Publicado en Clarín

Desde la muerte de nuestro Libertador se cumplieron 172 años. De la más célebre y misteriosa entrevista, que marcaría su retiro de las guerras de independencia, acaban de cumplirse dos siglos. Simón Bolívar, el comandante supremo de las fuerzas liberadoras en la región norte de la América sureña, se entrevistó con San Martín en dos sesiones, el 26 y 27 de julio de 1822. De los diálogos entre aquellos dos gigantes de la independencia americana, se conoce muy poco. Más leyenda que historia.

Tan solo que San Martín, ya sin apoyos desde su propia tierra, cedió el comando final de la lucha a Bolívar para que terminara la “faena” (sucedió dos años después, con la batalla de Ayacucho). Coincidían en que Perú sería el escenario de aquel final para las tropas realistas mientras que, en términos “políticos” no tenían mayor identificación: algunos historiadores le atribuyen a San Martín el impulso de una “monarquía ilustrada” —frecuente en la época— y a Bolívar postulados republicanos pero ambiciones de un dictador. San Martín retornó a Perú, renunció a su Protectorado y poco después se marcharía –definitivamente- del territorio americano.

La versión de otro genio

A falta de testimonios indiscutibles de aquel momento histórico, se puede anteponer la obra de Jorge Luis Borges, cuyo cuento “Guayaquil” es una de las piezas maestras de El informe de Brodie, un libro de principios de los 70. Allí, un diálogo entre un supuesto investigador argentino (¿el propio Borges?) y un historiador llegado desde la Europa de la posguerra (Zimmermann) refiere a presuntas cartas que arrojarían alguna luz sobre los diálogos. Se cruzan la ironía, la ficción y hasta alguna alusión a la realidad.

Según el tal Zimmermann “Las explicaciones son tantas... Algunos conjeturan que San Martín cayó en una celada; otros, como Sarmiento, que era un militar europeo, extraviado en un continente que nunca comprendió; otros, por lo general argentinos, le atribuyeron un acto de abnegación; otros, de fatiga. Hay quienes hablan de la orden secreta de no sé qué logia masónica”.

Y agregó: “Acaso las palabras que cambiaron fueron triviales. Dos hombres se enfrentaron en Guayaquil; si uno se impuso, fue por su mayor voluntad, no por juegos dialécticos”.

Relaciones de poder

En la construcción de San Martín como el “prócer inmaculado” también cierta historiografía se ocupó de asignarle a su actitud en Guayaquil el tono del “resignación y humildad”. Probablemente todo fue más complejo y —según concepciones más modernas— sucedió de acuerdo a las relaciones de poder político del momento. San Martín también le escribió a O’Higgins en tono de justificación que “mi salud está muy deteriorada.

El temperamento de este país me lleva a la tumba; en fin, mi juventud fue sacrificada al servicio de los españoles y mi edad media al de mi patria. Creo que tengo el derecho de disponer de mi vejez”.

Una década atrás se reveló una carta del secretario de Bolívar, el general José Gabriel Pérez, que se habría encontrado en el Archivo Nacional ecuatoriano, en Quito y que indica que “el encuentro entre San Martín y Bolívar fue cordial”. También señala que también allí San Martín le había anticipado a Bolívar su decisión de retirarse, decisión que desde entonces cada uno interpretó de acuerdo a su propia teoría.

San Martín había llegado a Guayaquil, un estratégico puerto de la costa ecuatoriana, el 25 de julio de 1822 a bordo del Macedonia. Bolívar lo recibió sin testigos, sin secretarios y, probablemente, sin agenda. Los testimonios trascendieron mucho después y los primeros de ellos, poco fiables. si bien el tema central era el desenlace de la gesta emancipadora, también abordaron el destino de Guayaquil y hasta la posibilidad de alguna “confederación” sudamericana.

Nada de eso prosperó. Los dos eran autores de memorables proezas militares y, en el caso de Bolívar, paseaba su aureola de triunfador en Boyacá, Carabobo, Pichincha. San Martín, a su retorno y renuncia en Perú, llegó a expresar: “Tuve la satisfacción de abrazar al héroe de América, fue uno de los días más felices de mi vida. El Libertador de Colombia auxiliará al Perú con tres de sus bravos batallones”. Esto, según la versión bolivariana. Pero también habría admitido que se retiró porque “en el final, en Perú, no caben dos comandantes”.

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