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/Ellitoral.com.ar/ Cultura

El MAC en la cultura de Corrientes

Por José Gabriel Ceballos (*)

Escritor

Especial

La (se supone que) próxima apertura del Museo de Arte Contemporáneo de Corrientes traerá, sin duda, un gran beneficio para la cultura correntina.

Es que este museo, que surge de la inspiración del artista Luis Niveiro --quien donó su colección de arte para constituir el patrimonio inicial de la institución-- seguramente tendrá las dos características que por su naturaleza presentan los museos de su especie: la oferta de innovación artística ínsita en el arte contemporáneo, por un lado, y una fuerte interacción entre los artistas y el público, por el otro. Lo segundo se debe a que buena parte de lo que exhiben tales museos es la producción de artistas vivos, muchos de los cuales se prestan a aportar no sólo sus obras para la exhibición sino también su presencia personal para originar un proceso dialógico con la gente que se vuelve sumamente positivo desde el punto de vista social, en el sentido de incorporar a más personas al disfrute del arte. Todo artista tiene una predisposición lógica  a participar en la difusión de sus obras, y eso permite que los museos de arte contemporáneo cuenten con una rica programación de eventos de alto valor didáctico, como seminarios, talleres, conferencias, “performances”, etc. A ello cabe sumar el carácter lúdico, desenfadado del arte contemporáneo, que multiplica el atractivo, sobre todo para los jóvenes.  

En ese sentido, pues, el funcionamiento del museo se convertirá en un hecho capaz de contribuir al progreso cultural real de nuestra comunidad mediante la innovación.

Una comunidad (y aquí me referiré a nuestra ciudad capital, ya que, salvo alguna honrosa excepción, los pueblos del interior, en razón de su atraso económico, carecen de aptitud para generar cambios culturales de relevancia) crece en lo cultural por vía de la innovación o de la explotación de sus bienes en estado latente.

Corrientes, por ejemplo, no hace mucho que “explota” uno de sus principales bienes culturales, el cual se mantuvo “ninguneado” por larguísimo tiempo, desde su surgimiento: el chamamé. Fue necesario que otra provincia (Entre Ríos) creara un festival nacional del chamamé (en Federal) para que el “establishment” correntino comprendiera la importancia de esta música en cuanto componente de nuestra identidad, y las posibilidades que ella ofrece incluso desde una perspectiva turística, y creara la Fiesta del Chamamé que ya se ha vuelto internacional. Queda al margen, claro está, la discusión relativa a si la mencionada fiesta sirve o no para formar nuevos exponentes del chamamé sin desmedro de su esencia.    

Pero todavía se incurre en mora respecto a otro bien cultural más recóndito: el rastro de la negritud que existe en nuestra historia. Pese a que algunos historiadores se obstinan en minimizar la presencia de los negros en nuestro pasado, dicho rasgo es profundo, como que en la ciudad capital hubo y hay un barrio llamado “Cueva de los negros”. Y sabido es cuánta riqueza posee la cultura negra en lo atinente a la música, a la danza, a la plástica, a la mitología, etc. Será cuestión de “explotar” esa riqueza para que ella reflorezca en Corrientes. Lo que no parece nada difícil: bastaría, se me ocurre, con poner en valor la festividad de San Baltasar que se cumple cada año en el barrio Cambá Cuá, convirtiéndola en un punto de confluencia de la negritud afroamericana (con intervención de expresiones provenientes de otros puntos del continente, como las murgas uruguayas, las escuelas de percusión de Bahía, Brasil, las variantes caribeñas), algo así como la Fiesta Latinoamericana de la Cultura Negra, y ya tendríamos otro factor de crecimiento cultural y turístico de enorme incidencia. 

Quizá lo que determina postergaciones como las antedichas es cierta peculiaridad sociológica de nuestra capital provincial (mejor dicho: de las élites que directa o indirectamente la gobiernan) que bien puede calificarse como una patología de su idiosincrasia. Hablo de la tendencia a adjudicarse pergaminos de abolengo y a considerar las expresiones culturales no oficializadas desde tan extravagante actitud como algo inferior o indigno. Por eso se tardó tanto en conceder estatus oficial al idioma guaraní. No se explica de otra manera que aún no se haya dado contenido adecuado al Museo Antropológico erigido en la ex Casa Martínez, incluyendo debidamente en él al hombre de campo correntino (el con desprecio llamado “mencho”): falta allí una muestra que refleje a nuestro hombre de campo con una mínima cabalidad.  

Sin embargo, se pretende dar jerarquía cultural a algo que no la tiene: el carnaval de la ciudad de Corrientes. Ese carnaval es un hermoso espectáculo pero no un hecho cultural de envergadura, no algo “ónticamente” correntino, es decir, con arraigo en el “ser correntino”. Nació con sus características actuales recién después de la mitad del siglo pasado y en el seno de las élites, no de toda la comunidad capitalina. En cualquier caso, si queremos encontrar un carnaval que merezca sin controversias la calificación de hecho cultural, resultará mejor buscar en las localidades fronterizas con el Brasil.

Como sea, siempre es posible que la inercia cultural de nuestra provincia ceda ante factores disruptivos como sin duda será el Museo de Arte Contemporáneo. Quizá en un futuro no muy lejano otro hecho ya visible aporte significativamente a nuestro desarrollo cultural por vía de la innovación: hablo del polo de cine formado con epicentro en Santa Ana y su propio festival signado por un éxito harto prometedor. Ojalá las instituciones políticas le brinden el mayor de los apoyos. Mientras tanto, hagamos votos por el pronto funcionamiento de nuestro Museo de Arte Contemporáneo. Que ningún escollo burocrático ni financiero demore demasiado su apertura.

(*) Escritor nacido en 1955 en Alvear, Corrientes, donde reside. Premio “EDUCA”, en San José, Costa Rica. En España: premios “Alberto Lista”, “Ciudad de Alcalá”, “Tiflos” para libros de cuentos y “Alfonso VIII” de novela. También es Premio Municipal del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires (premio único de novela inédita, bienio 2008/2009).

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